Auditora de ley

ORTELIO GONZÁLEZ MARTÍNEZ

La delató el carácter, la mirada profunda y hasta la manera de caminar, segura y sin tropiezos.

Foto: Edelvis ValidoGleivys en una de las sesiones de trabajo.

—¿Usted es auditora?, le pregunté en arriesgado atrevimiento.

—¿Y usted es adivino? Contestó a quemarropa.

Estaba en una auditoría, en la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda (UMIV), en el municipio de Ciego de Ávila. Allí encontré a Gleivys Mesa Martín, auditora del Poder Popular Provincial, jefa de uno de los grupos que participó en la VI Comprobación Nacional del Control Interno en Ciego de Ávila.

Si fuéramos a prescindir de los afectos familiares, pudiera decirse que el gran amor de Gleivys es la Contabilidad, carrera que estudió en la universidad avileña Máximo Gómez Báez.

Dice que desde muy pequeña comenzó a relacionarse con la Matemática, aunque ya mayor, se inclinó por la Psicología, especialidad que "para suerte mía, no me llegó", asevera.

Transcurrido un lustro de su graduación, considera que ha madurado, mas le queda "un mundo" por aprender, en esa especie de sinfonía de números y preguntas que debe emplear en cada auditoría.

Comentó que la primera cualidad de un auditor tiene que ser la honestidad: "Debe ser incorruptible", aclara. "Darse cuenta de todo, hasta cuando las atenciones en determinadas empresas son excesivamente buenas. Puede suceder que lo hagan no con la mejor de las intenciones, y es ahí donde el auditor debe saber diferenciar".

—El control es para unos un arma muy útil; para otros, es solo una palabra a la que no le dan mucho significado.

—Es ahí cuando llegan los problemas, que pueden influir hasta en la pérdida de valores de las personas. Quien no controla es porque no quiere hacerlo. También creo que a veces las sanciones con los que incurren en alguna falta grave son demasiado benévolas.

—En reiteradas ocasiones Gladys Bejerano Portela, Contralora General de la República, ha dicho que las principales dificultades están en la insuficiente responsabilidad administrativa.

—Todo está legislado, pero existen directivos que no saben de economía, y lo más triste es que no se interesan por aprender. Les falta preparación. La batalla no se gana solo con la disposición de decir sí a una tarea. El control económico debe ser de todos y a todas horas.

—¿Por qué la poca participación de los trabajadores a la hora de combatir el delito?

—Aunque no en todos los lugares es igual, imagino que se muestren indiferentes porque no tienen sentido de pertenencia. No les interesa la fábrica, la empresa donde laboran. Cuando eso sucede, debe ser por algo, incluso, porque quienes dirigen la organización tampoco se preocupan porque los obreros aprendan, conozcan y tengan voz. Además, las administraciones, por lo general, no rinden cuenta de su gestión ante los trabajadores.

—¿Por qué se ha perdido el contador?

—No está perdido; tampoco abundan. Ahora vuelven al escenario, pero no es menos cierto que disminuyeron en algún momento. No sé la razón. No he investigado sobre ese particular.

—¿Recuerdas algún momento de tu labor que te haya satisfecho más?

—Cuando en la pasada Comprobación Nacional del Control Interno, anunciaron que resulté auditora joven destacada. Todos aplaudieron y me puse muy nerviosa.

Un nombramiento bien merecido, envidiable por la importancia de la labor que realiza, a sus cortos 28 años.

 

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