Los caminos de reflexión abiertos durante los cinco días del
Seminario Cuba y los afrodescendientes de América, auspiciado
por el Instituto Juan Marinello en La Habana, apuntaron hacia el
reconocimiento de la enorme deuda histórica con los hombres y
mujeres arrancados por la fuerza de sus tierras para ser explotados
y a la necesidad de visibilizar los aportes sociales, económicos y
culturales de quienes contribuyeron a fundar nuevos pueblos en esta
parte del mundo.
También fueron ventilados problemas que gravitan sobre las
poblaciones negras y mestizas del hemisferio, como la pobreza, la
marginación, la falta de oportunidades y la discriminación.
Aún en una sociedad como la cubana, en la que con el triunfo de
la Revolución fueron desmontadas las bases institucionales de la
discriminación y en un proceso inédito se democratizaron la
educación y la cultura, persisten ciertos prejuicios raciales y no
se han podido todavía borrar definitivamente las desventajas
históricamente acumuladas entre los sectores poblacionales negros y
mestizos.
En tal sentido cobraron fuerza las palabras dichas por Miguel
Barnet al clausurar el evento, cuando expresó que Cuba estaría
incompleta si no reconocemos en su justa medida el aporte de los
africanos y sus descendientes a la formación de la nacionalidad y la
cultura del país, en tanto debe lucharse mientras sobrevivan uno
solo de los prejuicios y taras legados por la anterior sociedad
discriminadora y racista.
Por eso, al hablar también desde la perspectiva cubana, el
sociólogo Fernando Martínez Heredia, Premio Nacional de Ciencias
Sociales, al inaugurar el foro manifestó: "El racismo favorece a las
necesidades ideológicas de aquellos que aspiren a un regreso mediato
al capitalismo, porque es una naturalización de la desigualdad entre
las personas, algo que nadie admitiría en la Cuba actual si se
planteara respecto al orden social en general. Por tanto, con mucha
más razón tenemos que desarrollar y hacer triunfar el antirracismo:
la lucha por la profundización del socialismo en Cuba está obligada
a ser antirracista".
Pesan las palabras dichas por el activista social norteamericano
James Early al reconocer: "Estados Unidos no lidera hoy el
movimiento afrodescendiente mundial, a pesar de la larga historia de
lucha de sus comunidades. El centro se encuentra en América Latina y
el Caribe, porque es donde se está intentando hacer coincidir las
agendas ciudadanas con las estatales. En este contexto, la
Revolución Cubana que hizo de los marginados —los de antes de 1959 y
los que quedaron después— sujetos listos para construir su país,
tiene una responsabilidad central por el ejemplo que irradia al
resto de la región. Construir entre todos debe ser la propuesta: en
la diversidad tomaremos mejores decisiones".
A estos esfuerzos se sumará, desde hoy en Caracas, el Foro sobre
la Afrodescendencia en Nuestra América, que hasta el jueves 22
pondrá acentos en las transformaciones sociales en el continente y
en el diálogo con los pueblos africanos.