El
pianista y compositor cubano Chucho Valdés regresó con olor de
triunfo a Buenos Aires, al frente de su nueva agrupación Afrocuban
Messengers con el latin jazz flameando al rojo vivo en un concierto
excepcional.
Vino acompañado de Chucho steps (Los pasos de Chucho, Grammy 2011
al mejor album de jazz latino), un disco repleto de audacias y
rupturas en que juega todo el tiempo a componer y descomponer su
banda en dúos, tríos para devolverla al instante envuelta en el
esplendor vibrante de su unidad.
Público y crítica lo ovacionaron seducidos por una sonoridad en
la que afloran las raíces africanas transculturadas en la isla, la
percusión convocando todo el tiempo, los solos de una corte de
músicos brillantes, fundidos con sus instrumentos en un abrazo
artístico, puro deleite sonoro, disfrute personal.
Al reseñar el concierto, el crítico Pedro Fernández Moujan,
señaló: A los 70 años y en pletórica madurez creativa, Chucho logra
una música donde caben todos los recorridos de más de 50 años de
trayectoria, que puede evocar al mismo tiempo una transitada avenida
de Nueva York o el canto antiguo de una lavandera en el río.
El articulista menciona en particular temas como una Misa negra,
todo un clásico en la trayectoria de Valdés reformulada para su
nueva banda, un Danzón en el que refulgen la trompeta de Reinaldo
Melian y el vuelo constante del piano en un viaje de ida y vuelta
enriquecedor.
También destaca a Lázaro Rivero en el Zawinul s mambo, un bajista
electrico y contrabajista similar a Ray Sugar Leonard, al increíble
Yaroldy Robles, en las congas, a Dreiser Bombalé en bata y voz.
Junto a ellos, el notable baterista Juan Carlos Rojas Castro y el
saxo tenor Carlos Miyares, que están a la altura de la tradición
musical a la que pertenecen. Versatilidad y consistencia, resalta,
son algunas de las manifiestas virtudes que exhiben los Afrocuban
Messengers, un grupo musical casi de excepción.
Chucho Valdés dejó una estela tras sí este fin de semana en
Argentina, con dos conciertos -el segundo en Córdoba- tras una
ausencia de cuatro años. Fue ungido en Buenos Aires con el título de
Huésped ilustre de la ciudad, a cuyos pies puso, en tributo de
gratitud, su música y su talento.