Ubicadas en la circunvalación sur de la ciudad de Camagüey, las
tierras del campesino Camilo Mendoza Caballero han visto multiplicar
y diversificar los frutos, sin mermar un ápice su fertilidad, desde
que hace poco más de dos años se incorporaron al programa de la
agricultura suburbana.
"Esto que usted ve son apenas cuatro hectáreas que me entregaron
a finales del 2008 por el Decreto-Ley 259, tres de las cuales están
dedicadas a los cultivos y la otra es un potrero para los animales",
aclara Camilo, mientras muestra al visitante los resultados de un
titánico esfuerzo.
Intercaladas entre el mango, la guayaba, el aguacate y los
cítricos, se logran, unas tras otras, buenas cosechas de maíz,
boniato, frijol, garbanzo, cebolla y flores, para lo cual cuenta con
el concurso de José Márquez Rocha, Lino Mola Hinojosa y Aurelio
Fonseca Díaz, un trío que sabe aprovechar cada minuto disponible.
Como si el día tuviera más de 24 horas, a sus obligaciones
cotidianas suman también la atención de un vivero con posturas de
árboles frutales muy demandadas por las unidades productivas
vecinas, además de incursionar, de manera experimental, en la
siembra en pequeña escala de fresa, melocotón, uva y manzana.
"Aquí, asegura Camilo, no hay área vacía. Lo que hacemos es una
buena rotación de los cultivos. Apenas se cosecha, inmediatamente
preparamos la tierra para una nueva siembra, siempre fertilizada con
humus de lombriz y compost, materias orgánicas que no dejan que se
agote el suelo".
La mejor experiencia de La Nueva Esperanza radica, sin embargo,
en el manejo agroecológico de plagas, una acción de carácter
preventivo que reporta no pocos dividendos:
"Tenemos montado un sistema de trampas de colores, de agua de
miel y de luces, entre otras, para evitar que lleguen las plagas a
los cultivos. Nunca más he tirado un producto químico aquí. Uno coge
una guayaba o un mango del campo y se los puede comer totalmente
sanos".
Ello convierte a Camilo en un activo promotor de dichos métodos
para los sistemas suburbanos de producción, labor que ha sido
reconocida por la Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y
Forestales (ACTAF) y por especialistas y campesinos de cerca de una
decena de países que visitaron el lugar.
Ese positivo aval dentro del movimiento agroecológico "De
campesino a campesino", más el estricto cumplimiento de sus
compromisos de entrega al Estado, hicieron posible que se le
asignaran otras ocho hectáreas adicionales, terreno en el que ya
labora para convertirlo en una finca integral de frutales.
"Aunque no estamos exentos de dificultades, hoy trabajo en
mejores condiciones: tengo dos sistemas de riego, una yunta de
bueyes con toda la familia de implementos, recibo un poco más de
insumos que antes y los precios de nuestros productos son
favorables".
A lo dicho por Camilo cabe agregar que el centro de recepción de
las producciones contratadas, cuyo pago se materializa dentro del
propio mes, no rebasa el kilómetro de distancia, mientras los
excedentes van a parar al punto de venta de la cooperativa, ubicado
en la Carretera Central, en la vía hacia el oriente.
"Es cierto que hay que trabajar duro, pero se ven los frutos de
tanta dedicación. Esto no cae del cielo, ni nace de manera
espontánea", confiesa Camilo, quien resultó el año pasado el mejor
productor de viandas del municipio de Camagüey y mereció la
condición de Vanguardia Nacional de la ANAP.