BRASILIA, 2 junio.— Al presentar hoy su principal programa de
gobierno, Brasil sin Miseria, la presidenta Dilma Rousseff asumió el
reto de eliminar la pobreza extrema en este inmenso país
suramericano antes de concluir su mandato en 2014.
El primer gran desafío del proyecto será localizar, registrar e
incluir en los programas sociales del gobierno federal a los 16
millones 200 mil brasileños que aún viven en la miseria, según
determinó un estudio oficial.
Sobre ello, Rousseff afirmó en el Palacio de Planalto, donde
presentó el plan estrella de su gobierno, que "no vamos más a
esperar que los pobres corran detrás del estado brasileño. El estado
debe correr detrás de la miseria".
Para esa labor, la mandataria decidió integrar políticas ya
existentes con otras nuevas en alianza con estados, municipios,
empresas públicas y privadas, y organizaciones de la sociedad civil.
Brasil sin Miseria incluye transferencia de renta, acceso a
servicios públicos, en las áreas de educación, salud, asistencia
social, saneamiento básico y energía eléctrica, así como la
inclusión productiva de unos dos millones de esos 16 millones 200
mil que se encuentran en la extrema pobreza.
El propósito del gobierno federal es integrar a la población más
pobre en las oportunidades generadas por el fuerte crecimiento de la
economía brasileña.
"Lo que antes era una cuestión de moral, ética y defensa de los
derechos humanos se convirtió en una inmensa llave para elevar el
crecimiento de Brasil a otro nivel. La inclusión social hace
sustentable nuestro crecimiento", subrayó la presidenta.
La lucha contra la pobreza es un paso esencial en el desarrollo
de Brasil, pero no es el único, señaló Rousseff y puntualizó que
junto a él "necesitamos implementar otras acciones ancladas en un
política económica basada en el control fiscal y en la ampliación de
oportunidades".
"No podemos olvidarnos que la crisis más desafiante, el mayor y
más angustiante problema de este país, es tener la pobreza crónica
instalada", sostuvo la mandataria y acotó que el combate a ese
flagelo es un deber del Estado y una tarea de todos los brasileños.
(PL)