El derroche de agua

Entre vergüenza y desidia

LIVIA RODRÍGUEZ Y ORFILIO PELÁEZ
livia@granma.cip.cu
y pelaez@granma.cip.cu

Bajo la presión de las inspecciones y otras medidas para combatir el despilfarro, la lista de las instituciones estatales que más agua "tragan" en la ciudad disminuyó de 123 a 50, entre enero y comienzos de mayo de este año.

Fotos: Otmaro RodríguezLa reparación del salidero en las piscinas se lleva a cabo por los propios trabajadores del Club Habana.

Para salir de la oprobiosa lista de derrochadores, trabajadores y directivos del Residencial Club Habana encauzaron acciones de mantenimiento y organización de horarios en el suministro del agua, que posibilitaron reducir los índices de consumo del preciado líquido.

Con una vigilancia efectiva del comportamiento de las piscinas pudimos detectar irregularidades en el descenso del nivel del agua a causa de salideros, lo cual incidía en una mayor utilización de la fuente de abasto, afirmó a Granma, Juan Antonio Brito, director del complejo turístico.

"Debido a esta deficiencia, fundamentalmente, nuestra entidad se caracterizaba por un gasto excesivo del líquido, pues se perdían de 30 a 40 metros cúbicos diarios en cada una de las dos piletas con problemas."

Millones de pesos se invirtieron en el complejo hidráulico que se construyó para garantizar el suministro de agua a las instalaciones de la Marina Hemingway.

Tras contratar a Aguas de La Habana equipos especializados para localizar salideros en tuberías ubicadas bajo tierra, los propios trabajadores del centro lograron reparar las averías, pues la instalación no cuenta con brigadas de mantenimiento.

Asimismo, explicó el gerente, decidimos controlar el horario de apagado y encendido del hidropresor que impulsa el agua a la Casa Club, la cafetería, las piscinas, el gimnasio y el restaurante, para que reciban el líquido solo mientras presten servicios. También cerramos las llaves de paso después que las diferentes instalaciones dejan de funcionar.

"Esta acción la coordinamos con el mercado Palco y un centro de elaboración de alimentos, pues ambos reciben agua de la cisterna de la cual nos abastecemos, que se encuentra a unos 700 metros del Club."

Recientemente, el índice de consumo del residencial se reajustó teniendo en cuenta el crecimiento de la capacidad de hospedaje con la terminación de tres edificios, lo que significará otro reto para velar por el uso racional del recurso.

Aunque la aplicación de las citadas medidas implicó una disminución considerable del consumo de agua por parte de los trabajadores del complejo, como consecuencia del sobregasto inicial ya están al 85 % del cumplimiento del plan.

Hoy mantenemos un constante chequeo para detectar salideros u otras evidencias de fugas de agua; es un proceder que ya forma parte de nuestra rutina diaria, enfatizó Juan Antonio.

Este colectivo no se sentó a esperar por Aguas de La Habana para encontrar la solución a su problema. Amén de la complejidad de las acciones de contención de fugas, en el total de las medidas tomadas se denota el interés por resolver un asunto serio y de interés nacional: el uso eficiente de este recurso. Sin embargo, tal comprensión no ha prendido en todos los lugares.

LA OTRA CARA DEL DERROCHE

La Marina Hemingway es una de las entidades que no han podido salir de la relación de los sobreconsumidores y que, según fuentes del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, mantiene un gasto de 19 340 litros de agua por encima de su plan mensual.

Al respecto, José Miguel Díaz, presidente del Grupo Empresarial de Marinas y Naúticas MARLIN, explica que la mayor fuga de agua de este centro turístico, ubicado al oeste de la capital, se localiza en tres de las conductoras maestras que requieren ser rehabilitadas.

Dada la magnitud de los trabajos, aseveró, en el 2009 negociamos con la Empresa Aguas de La Habana y ellos asumieron hacer la reparación. Dos años después la obra sigue pendiente, porque según alega José Miguel, esa entidad no ha tenido ¡el combustible! necesario para acometerla, criterio expresado también por Luis Rodríguez Imbert, director de la Empresa Residencial Marina Hemingway, y Ramiro Más Camacho, director de Negocios e Inversiones.

Incluso, los tres directivos no descartaron que en la actualidad existan más salideros en otras conductoras de los intercanales (los escapes de agua no son visibles a simple vista), pues solo se podrían detectar mediante el empleo de equipos altamente especializados operados por la propia Aguas de La Habana.

"Pero el servicio sale muy caro, y como las instalaciones de la Marina dejan pérdidas, no tenemos la posibilidad de pagarlo", indicaron los directivos.

Al dejar de ser un solo complejo por los cambios estructurales que fueron implementados tiempo atrás, los dos hoteles ubicados en nuestras áreas pertenecen hoy a Cubanacán; las tiendas, a Caracol; los restaurantes hasta hace apenas dos meses eran administrados por la cadena Palmares, y toda esa dispersión perjudica nuestra gestión, entorpece conocer el real consumo de agua, y trajo consigo que desapareciera la unidad de mantenimiento, subrayó José Miguel Díaz.

"Somos los primeros en sentirnos avergonzados por botar tanta agua en medio de la crítica situación que vive la capital con el abasto, pero no tenemos la capacidad de reparar las tres conductoras maestras mencionadas. Si el ahorro es un asunto de máxima prioridad, entonces ¿por qué no hacer de una vez la rehabilitación acordada con Aguas de La Habana desde el 2009, seguiremos derrochando tan vital recurso dos años más?", se pregunta el funcionario.

Nuestro diario, por otra parte, se cuestiona: ¿Y la gestión empresarial de la Marina? Si ellos, que son los derrochadores, no tienen la capacidad para resolver el problema —aunque sí para sobreconsumir—, ¿a quién le corresponde entonces exigirle hasta el cansancio a la Empresa Aguas de La Habana que se acometa la reparación, o elevar el asunto a otro nivel?

La solución de un problema de tal envergadura no estriba en proclamar vergüenza, sino en solidarizarse con la situación de miles de personas que no pueden recibir regularmente el agua que aquí se desperdicia.

Quizás sea hora de que el INRH asuma una actitud más drástica, y se plantee si vale la pena malbaratar tanta agua en instalaciones que, según los entrevistados, generan pérdidas.

El periplo por la Marina nos dejó para el final una sorpresa tan desagradable como la realidad ya conocida: la existencia de un complejo hidráulico que se hizo en la segunda mitad de los años 90 para garantizar el suministro de agua al lugar, cuando todas las instalaciones formaban parte de una sola empresa.

Hace casi 8 años la obra dejó de funcionar, y los directivos del complejo turístico desconocen los motivos. Hasta hoy, la inversión permanece sin explotarse, y en nuestras páginas surge de nuevo la pregunta: ¿Quién responde por tanta desidia?

 

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