Dejar
de trabajar a la sombra para hacerlo bajo el sol; cambiar el peine,
la tijera, el secador y los tintes por el machete y la guataca, son
decisiones osadas para una mujer.
Pues eso hizo, y no se arrepiente Sara Gutiérrez Licea, una
guantanamera que, según sus propias palabras, puso las manos y los
pies sobre la tierra para mejorar sus condiciones de vida y las de
su familia.
"No te puedo decir que me iba mal como peluquera, labor que
desempeñé estatalmente en la comunidad de Cuneira y en el poblado
cabecera del municipio de El Salvador, pero quería una vida más
activa, donde percibiera mejor el fruto de mi trabajo. Por eso, con
la anuencia y el embullo de mi hijo Frank Luis Savón, solicité un
pedazo de tierra", cuenta Sara y añade:
"Primero me entregaron seis cordeles y desde hace año y medio
2,68 hectáreas en usufructo mediante el Decreto-Ley 259, todo aquí
mismo, en Jobito-Camarones, sitio ubicado a unos cinco kilómetros al
noroeste de la ciudad de Guantánamo".
Reseña que el principio fue duro, pues la tierra estaba
excesivamente compactada, casi que fracasan con la siembra de arroz
(al no disponer de riego). También se les murieron cerdos y otros
animales por un mal que afectó la zona.
"Pero no nos desanimamos, seguimos para adelante y ya ves, en tan
poco tiempo tenemos una buena finca de cultivos varios, reconocida
por la diversidad de sus cosechas (sobre todo de granos) y porque
sus producciones son ecológicas. Aquí los únicos fertilizantes que
usamos son el humus de lombriz y la materia orgánica."
Aun cuando la finca está en formación y todas las producciones
son en secano, ya el pasado año aportó más de 20 toneladas de
viandas, hortalizas y granos a la Cooperativa de Crédito y Servicios
Mariana Grajales, a la cual están asociados Sara y su hijo Frank, un
ingeniero agrónomo que afortunadamente vierte sobre la tierra los
conocimientos adquiridos en la Universidad de Montaña de Guantánamo.
Ahora estamos próximos a realizar varias cosechas, entre ellas de
maíz, sorgo-millo y ajonjolí, claves en la alimentación de los
animales que poseemos, entre ellos gallinas criollas, pavos, patos,
palomas y cerdos, indica Sara.
Disponemos, además, de varias especies de frutales como limón,
frutabomba y guayaba. De manera que ya obtenemos aquí las viandas,
las hortalizas, los granos, los huevos, las carnes y las frutas que
consumimos. Para alimentarnos solo tenemos que adquirir arroz,
azúcar y sal, explica la emprendedora mujer.
Uno de los principales éxitos de esta agricultora suburbana está
en el correcto laboreo del suelo, ahora totalmente mullido y abonado
con nutrientes orgánicos y de-sechos de cosecha. El otro es la
atención esmerada a los sembradíos, garantizada por Sara, Frank y el
padre de aquella, quien aporta su "granito de arena", a pesar de sus
avanzada edad y limitaciones físicas.
Secretaria ideológica de su Cooperativa e integrante del buró
municipal de la ANAP, Sara sueña con seguir puliendo El Diamante
(así se llama la finca), y para ello prepara su incursión en la cría
cunícola, ovino-caprina y de peces.
"Más temprano que tarde también voy a producir mi biogás. Todo es
cuestión de empeñarse y trabajar duro, como lo requiere el momento",
sentencia esta afable mujer, reconocida en el 2009 como la Mejor
Campesina en Guantánamo.