El diamante de Sara

JORGE LUIS MERENCIO CAUTÍN

Foto del autorDejar de trabajar a la sombra para hacerlo bajo el sol; cambiar el peine, la tijera, el secador y los tintes por el machete y la guataca, son decisiones osadas para una mujer.

Pues eso hizo, y no se arrepiente Sara Gutiérrez Licea, una guantanamera que, según sus propias palabras, puso las manos y los pies sobre la tierra para mejorar sus condiciones de vida y las de su familia.

"No te puedo decir que me iba mal como peluquera, labor que desempeñé estatalmente en la comunidad de Cuneira y en el poblado cabecera del municipio de El Salvador, pero quería una vida más activa, donde percibiera mejor el fruto de mi trabajo. Por eso, con la anuencia y el embullo de mi hijo Frank Luis Savón, solicité un pedazo de tierra", cuenta Sara y añade:

"Primero me entregaron seis cordeles y desde hace año y medio 2,68 hectáreas en usufructo mediante el Decreto-Ley 259, todo aquí mismo, en Jobito-Camarones, sitio ubicado a unos cinco kilómetros al noroeste de la ciudad de Guantánamo".

Reseña que el principio fue duro, pues la tierra estaba excesivamente compactada, casi que fracasan con la siembra de arroz (al no disponer de riego). También se les murieron cerdos y otros animales por un mal que afectó la zona.

"Pero no nos desanimamos, seguimos para adelante y ya ves, en tan poco tiempo tenemos una buena finca de cultivos varios, reconocida por la diversidad de sus cosechas (sobre todo de granos) y porque sus producciones son ecológicas. Aquí los únicos fertilizantes que usamos son el humus de lombriz y la materia orgánica."

Aun cuando la finca está en formación y todas las producciones son en secano, ya el pasado año aportó más de 20 toneladas de viandas, hortalizas y granos a la Cooperativa de Crédito y Servicios Mariana Grajales, a la cual están asociados Sara y su hijo Frank, un ingeniero agrónomo que afortunadamente vierte sobre la tierra los conocimientos adquiridos en la Universidad de Montaña de Guantánamo.

Ahora estamos próximos a realizar varias cosechas, entre ellas de maíz, sorgo-millo y ajonjolí, claves en la alimentación de los animales que poseemos, entre ellos gallinas criollas, pavos, patos, palomas y cerdos, indica Sara.

Disponemos, además, de varias especies de frutales como limón, frutabomba y guayaba. De manera que ya obtenemos aquí las viandas, las hortalizas, los granos, los huevos, las carnes y las frutas que consumimos. Para alimentarnos solo tenemos que adquirir arroz, azúcar y sal, explica la emprendedora mujer.

Uno de los principales éxitos de esta agricultora suburbana está en el correcto laboreo del suelo, ahora totalmente mullido y abonado con nutrientes orgánicos y de-sechos de cosecha. El otro es la atención esmerada a los sembradíos, garantizada por Sara, Frank y el padre de aquella, quien aporta su "granito de arena", a pesar de sus avanzada edad y limitaciones físicas.

Secretaria ideológica de su Cooperativa e integrante del buró municipal de la ANAP, Sara sueña con seguir puliendo El Diamante (así se llama la finca), y para ello prepara su incursión en la cría cunícola, ovino-caprina y de peces.

"Más temprano que tarde también voy a producir mi biogás. Todo es cuestión de empeñarse y trabajar duro, como lo requiere el momento", sentencia esta afable mujer, reconocida en el 2009 como la Mejor Campesina en Guantánamo.

 

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