Tras
una breve temporada durante la Semana de Teatro Alemán, el pasado
octubre, regresó al escenario de la sala Adolfo Llauradó la obra
El dragón de oro, de Teatro de la Luna. La versión de Raúl
Martín sobre el texto de Roland Schimmelpfennig, dramaturgo
contemporáneo alemán más representado actualmente en el mundo,
partirá los primeros días de este junio a una gira internacional a
la ciudad de Dresden y al Stücke 2011 Mülheimer Theatertage, en
Alemania.
La
obra se desarrolla en la cocina de El Dragón de Oro, restaurante de
comida rápida china, vietnamita y tailandesa, donde tienen lugar
distintas historias que muestran el escabroso cuadro humano de cinco
asiáticos emigrantes, que trabajan para sobrevivir el exilio, y de
otros personajes de clase media. Pincelada a pincelada, con vigor y
sensibilidad, la dirección de Martín cala en la problemática del
drama que plantea paralelamente juegos realistas con situaciones
abstractas.
Desde el texto Schimmelpfennig elude toda coordinación lógica de
la vida cotidiana. Presenta acciones aparentemente insignificantes e
irreales que los actores de La Luna tratan con plena virtualidad
dramática y entrega veraz a los matices de sus personajes. Yordanka
Ariosa, Olivia Santana, Yaité Ruiz, George Luis Castro y Liván
Albelo —este último insuperable en el papel de la Cigarra— crean una
dialéctica viva y simbólica no solo por la forma extraordinaria en
que desempeñan los distintos roles, sino por el movimiento delirante
en cuanto a expresividades dramáticas.
Este montaje de Martín echa mano de varias fórmulas en la trama
entre el absurdo y la paradoja. Ingeniosas, eso sí, como la
inclusión de la fábula de La hormiga y la cigarra que le
confiere al espectáculo momentos reflexivos y de estrujante dolor.
Mientras, en el diseño de escena y de vestuario, del propio director
junto a Alejandro Reyes y Reinaldo Trujillo, opta por la
funcionalidad. Así, los actores se convierten en distintos
personajes con solo mover detalles de la vestimenta, y la
escenografía descarnada encierra detrás de un telón la música,
interpretada en vivo por Yamilé Cruz en el piano y Diana Rosa Suárez
en la percusión.
Disfrutar de la adaptación de El dragón... es cautivante.
Pleno de imaginación, el austero espacio físico, que se traslada de
la cocina a otros escenarios, se complementa perfectamente con la
potencialidad de la palabra. El juego de luces, a veces inesperado
pero siempre preciso, crea movimientos de sombras que agigantan la
sencilla belleza de la puesta en escena.
Sin dudas, La Luna es una compañía fortalecida y compacta que,
siempre en acción, convierte sus espectáculos en éxitos de crítica y
de público. Con un acabado dominio teatral, en esta obra el elenco
de Raúl Martín se mueve a través del tiempo, el espacio y la
realidad para mostrar al hombre, al verdadero hombre que se
encuentra enlazado a un sistema de miserias incomprensibles.