Las
48 000 tiendas de armas que existen en EE.UU., casi un 20 % más que
el número de restaurantes McDonald's distribuidos en todo el mundo,
reportan una histórica demanda e incluso hay escasez de municiones.
La constante tendencia al alza en las ventas de los últimos tres
años se refleja en todo tipo de armamento, desde el fusil más barato
hasta el rifle calibre 50, capaz de atravesar un auto y chaleco
antibalas. Dicho rifle es el arma más potente que legalmente puede
adquirir cualquier estadounidense.
En Estados Unidos son 38 estados los que respaldan totalmente la
Segunda Enmienda de la Constitución, que otorga el derecho a poseer
y portar armas de fuego. Según cifras de la Oficina Federal de
Investigación (FBI), hoy existe un arma de fuego por cada residente
en el país, y más de 200 millones de armas están en manos de
civiles.
Comerciantes de armas y municiones recalcan, por su parte, que
lejos de verse afectada por la crisis económica, el crecimiento de
la industria armamentista se ha disparado y estiman que en el 2011
podría alcanzar el 12 %.
"La gente se está armando hasta los dientes", comenta Lynn
Kartchner, propietario de la tienda Allsafe Security en Douglas,
Arizona, una comunidad rural de la franja fronteriza. "Nunca había
tenido tantos clientes en mis 17 años como comerciante de armas",
sostiene.
Fabricantes de armas como Smith y Wesson, una de las tres
compañías más grandes del país, reportan que sus ventas aumentaron
en un 25 % el año pasado. Atribuyen dicho auge a la especulación
generada tras la llegada del presidente Barack Obama a la
presidencia de Estados Unidos, de que habría un mayor control de
armas.
En los primeros dos años de la Administración Obama se fabricaron
entre uno y dos millones de pistolas en EE.UU., 1.5 millones de
rifles y un millón de escopetas. A lo largo del país, los grupos de
milicias armadas se cuadruplicaron y ya son más de 200 asociaciones
desde su elección presidencial. "Hablar de querer controlar el
mercado de armas es abordar un tema que afecta a miles de familias
que viven de esta industria en Estados Unidos", apunta Mark Pixler,
de Dillon.