La fábrica Turquino, principal instalación procesadora de
vegetales del territorio, preparó a los trabajadores y a las
máquinas para recibir 4 400 toneladas del fruto. Así, en enero molió
cerca de centenar y medio, es decir, todo lo que le entregó el
sector agrícola.
En febrero la rotura de la caldera metió en aprietos durante
nueve días a esta planta, pero no rechazaron allí los envíos de
materia prima, que ese mes estuvieron ligeramente por encima de las
400 toneladas. Entonces la decisión fue llevar parte hacia una
procesadora camagüeyana (por supuesto que asumieron los gastos de
trasportación), entregar otra a las mini industrias de la provincia
en una acción integradora que permitió continuar elaborando pasta y
quedarse con una cantidad razonable para convertirla en jugo, el
cual conservaron en un frigorífico con el fin de hacerlo pulpa
cuando fuera posible.
Marzo no dio disgustos, pero abril ya amenazó seriamente el plan
de 634 toneladas de productos terminados para este año, porque hubo
un brusco descenso en el abastecimiento de tomate por el bajo
rendimiento de las áreas a cosechar, lo cual se atribuye a las altas
temperaturas.
La parte agrícola afirma que la situación es resultado de atrasos
en la siembra (debió transcurrir entre el 15 de noviembre y el 30 de
diciembre), debido a limitaciones con el combustible necesario para
roturar las tierras en octubre y a las lluvias que se presentaron en
aquel periodo.
También añaden que faltaron las posturas una vez lista la mayoría
de las 530 hectá-reas donde se reunió el grueso de lo destinado a la
industria. Muchos semilleros ocuparon sitios vulnerables a las
acumulaciones de agua y no fueron previstas las medidas de
protección.
Con el propósito de salvar la situación, los especialistas de la
Agricultura planean sembrar otras 150 hectáreas en agosto y
septiembre, con garantías de posturas (serán encargadas en casas de
cultivos protegidos) y provistas del llamado paquete tecnológico
(combustible, abonos y otros recursos de uso en el combate de plagas
y enfermedades), que aportarían en diciembre la materia prima
destinada a completar el plan de producción.
Al recordar experiencias de una década atrás, no pocos
productores a pie de surco dicen que esta medida de emergencia sería
innecesaria si cada cosecha se iniciara el último mes del año, y así
librarse de las adversas condiciones climáticas de abril.
Es un planteamiento que no pueden pasar por alto los responsables
de la Agricultura en la provincia, quienes al evaluar las razones
del panorama vigente, deben insistir en la estrategia de siembra,
sobre todo porque las campañas de tomate y frijol coinciden.
Necesitan planificar cada detalle. De lo contrario puede ser un
reto con riesgo de incumplimiento el propósito de crecer en áreas
para obtener mayores volúmenes de producción en ambos renglones
durante el 2012.