El asesinato de Manolis Kantaris, de 44 años, fue lo que inició,
la semana pasada, esa espiral. Lo mataron a puñaladas a altas horas
de la noche, mientras se preparaba para llevar a su esposa al
hospital donde debía dar a luz a su segundo hijo.
El incidente tuvo lugar en el corazón de Atenas, zona cuyos
habitantes describen cada vez más como un lugar caótico donde
abundan las organizaciones delictivas.
Al día siguiente, integrantes de grupos nacionalistas-fascistas
—cuya presencia en los barrios pobres de Atenas se acentuó el año
pasado— realizaron varios ataques para "vengar" el asesinato de
Kantaris.
Atacaron despiadadamente a inmigrantes y abusaron de personas que
protestaban contra su violencia.
La policía es criticada por tolerar las acciones nacionalistas
violentas a un grado que llevó al ministro de Seguridad Xristos
Papoutsis a admitir públicamente la falta de control sobre las
fuerzas de seguridad que operan en el lugar.
La atmósfera se deterioró aún más cuando salió a la luz que tres
jóvenes habían sido heridos, uno de gravedad, por lo que los médicos
describieron como brutalidad policial intolerable, durante una
marcha con motivo de una huelga general el mismo día.
La noche siguiente, dos hombres asesinaron a un bangladesí de
cuatro puñaladas. Luego huyeron en bicicleta. Pese a la falta de
evidencias, el crimen fue descrito como de motivación racial, algo
que la policía ha aceptado como una seria posibilidad.
La violencia volvió a escalar en una frenética tarde el día 12
cuando dos manifestaciones —una contra los inmigrantes y la
delincuencia, y otra contra la violencia policial— tuvieron lugar en
el centro de Atenas. Los ataques contra los inmigrantes continuaron,
dejando a 19 extranjeros y un griego hospitalizados.
"La sensación es que Atenas está atravesando su noche más
oscura", dijo el presidente de la Asociación Musulmana de Grecia,
Naim El Gadour.
Los habitantes de Atenas, ya desmoralizados por la crisis
económica, viven ahora temiendo por su seguridad. La activista
Marianna Pantermali, que vive en el centro de la ciudad donde los
nacionalistas llevan a cabo su acción, dijo que la situación es
dramática.
"La gente que vive en esos barrios ha perdido la fe en los
partidos y en los políticos, y está adoptando rápidamente los puntos
de vista de los extremistas", opinó.
"Si no participan activamente, estarán aprobando pasivamente el
‘pogrom’ contra los inmigrantes y refugiados. Piden sangre. Nunca
hemos visto nada igual", dijo.
A Xara Kouki, una joven investigadora social del Instituto
Eliamep de Atenas, la situación le hace pensar en un polvorín a
punto de estallar, según escribió en un artículo publicado en The
Guardian que se volvió muy popular entre los jóvenes griegos a
través de las redes sociales de Internet.
"La ciudad está llena de personas sin techo que buscan alimentos
en contenedores de basura; de amigos que son despedidos sin recibir
indemnización o que aceptan recortes salariales, de policías que
golpean a ciudadanos que protestan, de escuelas y hospitales
clausurados, de maestros y médicos que pierden sus trabajos, de
periodistas censurados, sindicalistas perseguidos, ataques racistas
en el centro", resumió.
El gobierno no ha podido convencer ni al público ni a sus
prestamistas de que el plan de ajuste estructural que se implementa
desde hace más de un año está logrando sacar a la economía de la
crisis. Según cifras oficiales, la cantidad de desempleados sube
todos los meses. Actualmente se sitúa en 15,4 %.
"Para los europeos ahora está claro que Grecia no podrá volver a
solicitar préstamos a los mercados", dijo a IPS Savas Robolis,
profesor de políticas públicas en la Universidad Panteion.
"A fines del 2012, Grecia tendrá que pagar una deuda de 66 000
millones de dólares", agregó. (Fragmentos tomados de IPS)