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Repican tambores de Angá, príncipe de la percusión cubana

POR ADALYS PILAR MIRELES

Los tambores de Miguel Aurelio (Angá) Díaz, repican de nuevo en su tierra natal Pinar del Río, hoy en las manos de jóvenes seguidores del famoso percusionista cubano, fallecido en 2006.

El grupo, compuesto por cuatro instrumentistas y dos cantantes, pretende mantener vivo el legado del rumbero, coronado con varios premios Grammy durante su exitosa carrera, en la que compartió escena con íconos del jazz como los estadounidenses Chick Corea, Steve Coleman y Roy Hargrove.

Queremos mantener viva la obra de esa figura legendaria de la percusión en la isla, aseguró a Prensa Latina Ramón Garzón (Titino), primero en poner las manos de Aurelio sobre los cueros.

El maestro dirige ahora a tres tumbadores y dos vocalistas, quienes acompañados de los toques del cencerro, reviven los ritmos interpretados por el conguero dentro y fuera de Cuba.

Nuestro deseo es poder actuar en grandes escenarios, por ahora nos reunimos los domingos en San Juan y Martínez, la tierra donde Miguelito nació y aprendió a amar la música, añadió.

Cuando los veo tocar recuerdo los inicios de mi hijo Angá y la alegría de aquellos tiempos, por eso cedí sus tumbadoras al proyecto, estuvieron guardadas en un rincón de la casa, ahora suenan otra vez, afirma María Luisa Zayas.

Con dos baquetas construidas por su padre -comenta- el niño arrancaba sonidos a cualquier objeto, así transcurrió su infancia, escapando a la fiesta de barrio tras escuchar el llamado del tambor, luego estudió en la Escuela de Arte y más tarde se unió a la orquesta Irakere, dirigida por Chucho Valdés.

Aunque Miguel Aurelio rompió con las fronteras de la percusión tradicional, e hizo de la fusión y la experimentación dos de sus principales virtudes, mantuvo un singular sonido proveniente de sus raíces.

Considerado uno de los puntales en la música afrocubana de los últimos tiempos, compañero de Tito Puentes y otras celebridades, la muerte lo sorprendió en España mientras promocionaba su primer disco en solitario "Echu Mingua", suerte de invocación y tributo a los ancestros africanos.

Sus tambores se apagaron cuando estaba inundado de sueños, uno de ellos era rescatar temas populares del pentagrama brasileño para dotarlos de una especial fuerza percusiva y melódica.

Siempre el 9 de agosto, día de su fallecimiento, hacemos una velada de recordación que devino verdadera fiesta popular, amigos, vecinos, muchos vienen hasta la casa para rendirle homenaje al compás de la rumba, explicó Zayas.

A pesar de la inevitable nostalgia -confiesa- lo recordamos con orgullo por su indiscutible aporte a la cultura nacional, sus congas resuenan nuevamente y espero que el silencio no las alcance.

 

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