Pianos, bandas, sones y nuevas tecnologías

Pedro de la Hoz

SANTIAGO DE CUBA.—Si fuera menester una sola palabra para calificar las primeras jornadas de Cubadisco 2011 en esta ciudad, habría que apelar al término integración. Porque de una vez por todas, tanto en el concierto inaugural acontecido en el Teatro Heredia como en el cálido encuentro sostenido en la Sala Dolores por los estudiantes del conservatorio local con los del célebre Berklee College of Music, de Estados Unidos, los vasos comunicantes entre lenguajes musicales diversos quedaron implicados bajo los signos de la calidad y la autenticidad.

foto: Yander ZamoraBerklee College of Music.

En un Teatro Heredia repleto, velada a la que asistió Lázaro Expósito, miembro del Comité Central y primer secretario del Partido en la provincia, el público aplaudió largamente un programa que en su primera parte enalteció el legado sonero.

La Orquesta Sinfónica de Oriente, ahora bajo la dirección de una joven de evidente talento, Cosette Justo Valdés, reforzada por cuerdas procedentes de Holguín, paseó por sones que en su momento hicieron época y definieron de algún modo la identidad del género, debidos a los saberes criollos de Miguel Matamoros y Faustino Oramas, Ñico Saquito y Adalberto Álvarez, y otros autores emblemáticos, esta vez arropados por ingeniosas e inteligentes orquestaciones de Joaquín Betancourt (laureado aquí con el Premio de Honor Cubadisco), Orlando Vistel y Rafael Guedes.

La segunda parte de la jornada sobrepasó las expectativas de un auditorio que acudió a celebrar lo que el maestro Frank Fernández había anticipado al anunciar su participación en el concierto inaugural y reafirmó al irrumpir en el escenario: "Yo creo que la música es para sentirla —dijo—, no para entenderla" y así transitó él mismo y llevó al público del sentimiento a la emoción, y de la emoción al éxtasis, y del éxtasis a la explosión, tanto por su entrega solista como por el acompañamiento orquestal conducido por Enrique Pérez Mesa, en obras de Mozart, Lecuona y el propio Fernández.

Más allá de los momentos espectaculares que aportó, para este cronista lo más interesante pasó por la audición integral de su Suite para dos pianos (uno en vivo, otro previamente grabado), que completó un lustro atrás. Bien conocida su pieza final, Zapateo por derecho, en el cual sin lugar a dudas es sorprendente la articulación de los diversos géneros que discurren a lo largo de la obra, con destaque muy especial para la sección central, en la que recrea, a partir de intensidades rítmicas, la conga santiaguera. En el lunetario se hallaban los inspiradores de ese segmento, los formidables congueros de Los Hoyos.

En cuanto a lo sucedido en la Sala Dolores, hubo más de un motivo de satisfacción: la pronta identificación de los jóvenes del Berklee con los del Conservatorio Esteban Salas, fundado hace medio siglo por el venerable Electo Silva, el excelente estado de la banda de conciertos de la institución —sencillamente brillante y con temprana altura profesional prefigurada en el rigor de las prácticas de atril—, la comunidad de intereses en la exploración de nuevas rutas para la conjunción de las llamadas músicas populares y eruditas, y la vocación por derribar prejuicios y barreras, como lo hicieron al combinar el hip hop con la generación de sonidos electroacústicos o al jazzear a cuatro manos en el piano sobre el estándar Hojas muertas.

Este también fue el reencuentro con el talento autoral e interpretativo del profesor norteamericano Neil Leonard, quien además de intervenir en el concierto entregó obras de difícil ejecución pero alentador resultado al Cuarteto de Saxofones de Santiago.

El Berklee College of Music, radicado en Boston, había merecido el Premio Internacional Cubadisco 2011 por una compilación de obras de los estudiantes.

Y si de honores se trata, Cubadisco honró y fue honrada. Su presidente, Ciro Benemelis, recibió el título de Visitante Distinguido de la Ciudad, y a su vez, en compañía de Orlando Vistel, presidente del Instituto Cubano de la Música, otorgó el Premio de Honor a la orquesta Chepín Choven, con casi 80 años de fundada. La agrupación también fue reconocida por las autoridades locales con la Bandera de la Ciudad.

 

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