Alentadora recuperación de la zafra
Se empiezan a notar cambios en el estilo de trabajo y
en el sistema organizativo. A pesar del resultado positivo de la
mayoría, varios centrales mantuvieron un desempeño insatisfactorio
Juan Varela Pérez
juan.pvp@granma.cip.cu
El potencial azucarero que existe en Cuba dispone de suficientes
industrias y áreas abastecedoras para remontar con creces los
valores integrales de hoy. Esto demanda, ante todo, elevar los
rendimientos cañeros y mejorar la eficiencia en el proceso fabril.
Del
santiaguero Julio Antonio Mella, uno de los cuatro incumplidores de
esta zafra, se esperaba mucho más.
Sin embargo, la presente zafra empieza a dar señales de cambio en
el estilo de trabajo y en el sistema organizativo, lo cual se
traduce en alentadores signos de recuperación.
Granma conoció que el discreto plan de azúcar se cumple al
106 %. El Ministerio del Azúcar catalogó este crecimiento de
modesto.
A su vez, el rendimiento industrial es el 2 % superior al
previsto y el estimado agrícola de la caña superó en 8 % lo
planificado, mientras la capacidad potencial de molida se aprovechó
al 66 %.
Resultados
como los del Héctor Molina impidieron que Mayabeque cumpliera el
plan.
Los refinadores de azúcar fabricaron en pleno desarrollo de la
zafra el 71 % del plan anual. Esto les facilitó utilizar el vapor
generado por la industria y consumir solo poco más de la mitad del
fuel oil autorizado, lo cual ahorró casi 13 000 toneladas del
combustible asignado y redujo el costo del producto.
Algo a destacar es que, en su conjunto, la industria azucarera ha
entregado al Sistema Electroenergético Nacional 6,5 GW/h por encima
de lo planificado, mientras se ha ajustado al plan de consumo
propiciando, por este concepto, menos gasto de fuel oil.
Pero una de las cosas más importantes es que todas las entidades
respetaron esta vez la directiva de no cortar una sola hectárea de
los cañaverales destinados para la zafra del 2012.
Según datos nacionales alcanzaron el cumplimiento del plan 35
ingenios, o sea el 90 % de los que participaron en la contienda, y
12 de las 13 provincias implicadas, con la excepción de Mayabeque.
No obstante el positivo trabajo de las entidades cumplidoras
(determinan en el promedio nacional), varios centrales mantuvieron
un desempeño crítico en la molida, rendimiento en azúcar, costos y
otros indicadores.
El tiempo perdido industrial que por interrupciones operativas y
roturas totaliza el 15 %, prolongó la zafra y afectó la eficiencia
fabril y económica.
En la parte agrícola la falta de caña atribuible a la
mecanización reportó el 7 %, otro elemento pernicioso que debe
tenerse en cuenta en la preparación de la próxima cosecha.
De muy graves consecuencias evalúan los especialistas la quema de
las plantaciones cañeras que afectaron la eficiencia industrial y la
disponibilidad de caña de la próxima zafra: el 12 % reportado debe
disminuirse.
Los que no
respondieron
El Ministerio del Azúcar no esperaba tan pobre desempeño de los
centrales Héctor Molina (Mayabeque) —el más crítico del país—, Mario
Muñoz Monroy (Matanzas), Amancio Rodríguez (Las Tunas) y Julio
Antonio Mella (Santiago de Cuba); los cuatro incumplidores.
Otros ingenios, aunque avanzan con respecto a zafras precedentes
y logran la tarea fijada, lo hacen con ineficiencia y altos costos:
el Boris Luis Santa Coloma (Mayabeque), el Harlem (Pinar del Río) y
el Comandante Manuel Fajardo (Artemisa).
El mal trabajo de esos ingenios impide que al país le cueste
mucho menos la tonelada de azúcar y que con la caña procesada
tuviera una cantidad superior del producto.
El cierre de la actual zafra —aun con cuatro incumplidores— debe
marcar el inicio de una etapa más favorable en todo el sistema
productivo. Habrá que revisar, de nuevo, el comportamiento de cada
ingenio y darle preferencia a los que parecían seguros.
Es el momento de desterrar viejos conceptos y vicios en los
métodos de dirección, erradicar el enfoque triunfalista, muy común
durante los preparativos y ser más rigurosos y objetivos al elaborar
los planes y al hacer los estimados.
Arriba la caña
A corto y mediano plazos el futuro azucarero pasa por el renacer
de la caña. En ese sentido el esfuerzo se encamina a cumplir los
planes de siembra y disminuir las demoliciones, y ejecutar de mayo a
julio el doble de labores de limpia de las que tradicionalmente se
realizan.
Beneficio de influencia poderosa es mantener las áreas sin
hierba, priorizar las inversiones de riego y drenaje e incentivar la
entrega de tierras para el cultivo de la caña en correspondencia con
el Decreto-Ley 259.
Hoy a la par que se estimula a los productores con el aumento de
precio, se trabaja en la reubicación de las áreas cañeras cerca del
central, hay reactivación de talleres, se ponen en alta equipos
paralizados de riego y drenaje y se introducen, de manera
experimental, nuevas tecnologías.
Un abanderado de esos adelantos es el central Jesús Rabí, de
Matanzas, que con niveles de riego del 6 %, logró en la actual
campaña 63 toneladas por hectárea para rebasar en esta campaña el
promedio nacional de 32,5 toneladas.
El cumplimiento de los planes de siembra tiene dos vertientes:
fomentar nuevos campos y renovar las cepas en deplorables
condiciones.
Recordar que la caña como materia prima renovable y cubana, no
solo da azúcar sino que en el proceso de molienda, la industria
también genera electricidad para su consumo y le aporta al Sistema
Electroenergético Nacional.
Por sus infinitas ventajas todo lo que se haga en favor de estas
plantaciones siempre será poco. |