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El cinismo de las Campañas Antiterroristas y
pro Derechos Humanos del Tío Sam

MSC LUIS DANIEL CARRERAS MARTORELL & LIC. MANUEL ALEJANDRO GONZÁLEZ CASTELLÓN

Retumban en los medios las Razones de Cuba con las denuncias de dignos cubanos —alineados con el pueblo socialista de donde surgieron— ante el intento imperial de captarlos como agentes clandestinos para subvertir la integridad cubana en disímiles esferas de influencia. Crece la solidaridad mundial con los Cinco Héroes antiterroristas injustamente encarcelados en Estados Unidos, mientras en Cuba es condenado el estadounidense Alan Phillip Gross, quien siguiendo las directrices subversivas de la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos, violó flagrantemente leyes soberanas, supuestamente abogando por los derechos humanos de los cubanos.

Alega el gobierno yanqui estar enfrascado en una lucha contra el terrorismo internacional, pero mantiene prisioneros a cinco altruistas héroes cuya nobleza los condujo a sacrificar el disfrute de sus derechos ciudadanos, y dedicar lo excelso de su juventud, a combatir individuos capaces de cometer contra su pueblo los actos terroristas más abominables.

Resulta pasmosamente cínica la dualidad imperialista respecto a términos como terrorismo y derechos humanos y está plagada la historia de acontecimientos que demuestran fehacientemente cómo han ejercido el terrorismo de estado y violado los más elementales derechos humanos de los que se le han enfrentado.

LA OPERACIÓN CHAOS: UN EPITAFIO PARA EL SUEÑO AMERICANO

Ejecutada por la Agencia Central de Inteligencia contra el propio pueblo estadounidense durante la década de los 60 hasta supuestamente el mes de noviembre de 1974, la Operación CHAOS es un ejemplo fidedigno conveniente para algunos recordar y los más jóvenes conocer, la verdadera cara del Tío Sam.

Imperó la violencia durante la década de los años 60 en Norteamérica.

Lanzándose masivamente a las calles, el pueblo estadounidense enfrentó las políticas retrógradas de sus propios gobernantes. Se ofrendaron vidas en pugna por la igualdad racial, la validación de los derechos civiles ciudadanos y confrontando la agresión estadounidense a Vietnam, muestra cruel del terrorismo de estado.

Los jóvenes estadounidenses se rebelaron primero contra el alistamiento militar obligatorio que los conducía a participar en la guerra imperialista, después —cuando se fueron conociendo las cifras de los que morían en la contienda— una gran parte de la sociedad se plegó a la movilización popular, demandando el cese inmediato de la intervención, finalmente el mundo adquirió conciencia de los horrores que para los vietnamitas significaba la agresión y la responsabilidad moral y material del gobierno de Estados Unidos en semejante crimen de lesa humanidad contra una nación independiente.

Organizaron la oposición para enfrentar pacíficamente la política de terror desatada contra Vietnam millones de personas en Estados Unidos y el resto del orbe, pero también en defensa de los derechos de las minorías étnicas y de los inmigrantes violentamente reprimidos al estilo fascista por las autoridades gubernamentales yanquis utilizando las más atroces tácticas, incluyendo el asesinato político.

La masa de manifestantes que protestaron —en esencia antiterroristas— se convirtieron ipso facto en blancos de instituciones tenebrosas del gobierno estadounidense como la CIA, el FBI, y la Agencia de Seguridad Nacional, que se aprestaron a poner en marcha escandalosas medidas de vigilancia y provocación contra sus propios ciudadanos bajo el eufemístico nombre de Operación CHAOS, violando así sistemáticamente sus más elementales derechos humanos de manera similar a como antes lo habían hecho contra el movimiento obrero en los albores del siglo XX, la sociedad en general durante el macarthismo de la Guerra Fría, así como con posterioridad a las provocaciones del 11 de septiembre de 2001.

Primordialmente se trató de una operación de espionaje y subversión que creó un sistema de fichaje, investigaciones y vigilancia, ejercido clandestinamente y al margen de la ley, contra personas u organizaciones norteamericanas —y de otros países— que estaban en contra, directa o indirectamente, de las políticas terroristas, discriminatorias y represivas del gobierno estadounidense.

En parte presionado por las revelaciones divulgadas en diciembre de 1974, por el periodista ganador de un Premio Pulitzer, Seymour Hersh, sobre operaciones de la CIA contra su propio pueblo, el 4 de enero de 1975 el entonces presidente estadounidense Gerald Ford, creó una comisión para investigar las actividades de la CIA ejecutadas dentro del territorio de Estados Unidos que quedó definida para la posteridad como Comisión Rockefeller.[1]

La mayoría de los observadores esperaban que la comisión se lavara las manos como Poncio Pilatos, básicamente porque sus miembros tenían profundos vínculos con la CIA. El informe resultante estuvo listo en junio de 1975. A pesar de su tono justificativo y de bajo perfil hizo revelaciones en algunos de los temas, cuando agregaron al texto principal una o dos líneas de comentarios incidentales.

En medio de cierta tendencia a la transparencia —influenciada por el síndrome del Escándalo Watergate— que caracterizaba el clima político de Estados Unidos en 1975 y sintiéndose la CIA intimidada por el reciente reforzamiento de las prerrogativas de la Ley de Libertad de Información, las exiguas revelaciones de la Comisión Rockefeller conllevaron a que un torrente de periodistas demandaran la desclasificación de información conexa que al cabo de un año se transformó en montañas de reveladores documentos, a pesar de las tachaduras.

LA COMISIÓN ROCKEFELLER ECHÓ A RODAR UNA BOLA DE NIEVE

Según consta en el capítulo 11, Sección G, publicada en Nueva York por Manor Books en 1975, pp. 142-44 bajo el acápite Obtención, clasificación y archivo de información en el contexto de la Operación CHAOS, las revelaciones que causaron tan gran revuelo —por lo que implican en cuanto a violación de derechos humanos y represión de organizaciones progresistas opuestas al terrorismo de estado— fueron esencialmente las siguientes:

El volumen de la información canalizada a la CIA a mediados de 1969 era inmenso. Como informara su director Richard Helms en un memorando fechado el 6 de septiembre de 1969 y dirigido a los jefes de direcciones, el principal problema era el cuello de botella creado por datos sin procesar que requerían de clasificación y análisis. No solamente estaba la CIA recibiendo informaciones del Buró Federal de Investigaciones sobre las actividades antibelicistas, sino que con el crecimiento de las conferencias internacionales en contra de la guerra, y los viajes al exterior por parte de estudiantes y progresistas estadounidenses, había también un flujo de informes proveniente de las estaciones de la CIA alrededor del mundo.

Habían recopilado toda la información que pudieron de los registros centrales de la CIA, mayormente datos biográficos sin procesar recopilados por el FBI y que no habían sido analizados por la Agencia, porque carecían de valor como producto de inteligencia foránea.

También se nutría la Agencia con la información obtenida mediante el andamiaje que montaron en la ciudad de Nueva York para interceptar la correspondencia de la población civil. Como procedimiento, la Operación CHAOS suministraba las listas de ciudadanos estadounidenses sujetos a vigilancia para que fueran monitoreados por el grupo de trabajo a cargo de la intercepción y lectura de la correspondencia privada. El número de productos postales interceptados bajo este esquema fue notable en el contexto del flujo postal Estados Unidos – Unión Soviética y viceversa.

Además, recibían materiales de la Agencia de Seguridad Nacional, cuyas funciones básicas son interceptar clandestina e ilegalmente las comunicaciones internacionales. También la NSA recibió sus correspondientes listas de nombres bajo vigilancia que le permitieron aportar un total aproximado de 1100 páginas de grabaciones cuyo contenido era mayoritariamente sobre actividades antibelicistas, viajes a conferencias internacionales a favor de la paz y movimientos de los miembros de varios grupos progresistas opuestos a las políticas del gobierno.

Durante cierto tiempo recibieron también reportes de llamadas telefónicas realizadas entre Estados Unidos y otros países. Los reportes no incluían el contenido de las conversaciones pero sí las identidades del que originaba y del que recibía las llamadas así como la fecha y hora. También se indicaba si la llamada había sido completada exitosamente.

La mayoría de los oficiales CIA de esta operación eran analistas que examinaban los materiales recibidos para extraer los nombres y otras informaciones a registrar en el sistema computarizado que utilizaban así como para actualizar los muchos expedientes que abrieron.

Debido al gran volumen de materiales recibidos y las presiones de tiempo, se añadían pocos elementos de juicio en el procesamiento de los datos. La ausencia de análisis condujo a la inclusión de una cantidad sustancial de información en los expedientes que no tenía que ver con los objetivos de inteligencia de la CIA.

Las identidades de todas las personas mencionadas fueron indexadas por computadoras especializadas. Los reportes cibernéticos —sobre personas, organizaciones o temáticas— relacionaban todos los documentos, expedientes o intercepciones de comunicación donde aparecían. Al final, fueron registrados y almacenados digitalmente los datos de 300 000 ciudadanos y organizaciones estadounidenses.

Los expedientes, al igual que las indexaciones digitales, estaban subdivididos por niveles de seguridad. Un 201 o expediente biográfico, se le abría a una persona cuando se habían obtenido suficientes antecedentes que lo justificaran o cuando el individuo era del interés de otra agencia del gobierno que acudía a la CIA procurando información. El tipo estándar de expediente 201 contenía generalmente datos tales como lugar de nacimiento, familia, ocupación y afiliación a organizaciones. Paralelamente también se le podía llevar a una misma persona un expediente clasificado como "sensible".

El expediente "sensible" generalmente incluía asuntos que potencialmente podían colocar a la CIA en una posición embarazosa o información obtenida a través de fuentes o por métodos que la CIA intentaba proteger.

La operación también llevaba cerca de 1 000 expedientes "temáticos" a numerosas organizaciones. Una revisión aleatoria de estos expedientes mostró que en gran medida consistían de informes del FBI sin procesar o materiales públicos como recortes de periódicos sobre el tema en particular.

Un ejemplo de hasta donde podía llegar una investigación —una vez que un caso era abierto— fue el expediente de la Grove Press Inc., iniciado porque la compañía había publicado un libro escrito por Kim Philby, el oficial de inteligencia británico que resultó ser un agente soviético. Se le clasificó como interés de inteligencia y se recolectó toda la información disponible.

La Grove Press Inc. había sido también productora de la película de orientación sexual Soy un curioso amarillo por lo que la CIA disciplinadamente recortó y filmó los comentarios de los críticos de cine sobre ese filme.

De los 300 000 nombres indexados se confeccionaron alrededor de 7 200 expedientes biográficos de ciudadanos estadounidenses. Además, la información con valor de inteligencia fue extraída hacia 3 500 memorandos de uso interno, de los cuales 3 000 fueron enviados al FBI. Un total de 37 memorandos altamente sensibles fueron enviados con la firma del director de la CIA a la Casa Blanca, al secretario de Estado, al director del FBI o al Servicio Secreto.

Algunas de las organizaciones a las que se le abrió un expediente fueron las siguientes: Brigada Venceremos, Partido Pantera Negra, Estudiantes por una Sociedad Democrática, Liga de Liberación de Jóvenes Trabajadores Comunistas, Comité Nacional de Movilización para Finalizar la Guerra en Vietnam, Fuerza Femenina por la Paz, Revista Avenidas de Libertad, Avenidas de Libertad Asociadas Inc., Movimiento Indo americano, Comité Coordinador de Estudiantes No Violentos, Grupos de Resistencia al Enlistamiento, Libros y Periódicos a través del Mundo Inc., Comité de Estados Unidos para Ayudar al Frente de Liberación Nacional de Vietnam del Sur, Grove Press Inc., Nación del Islam, Partido Internacional de la Juventud, Movimiento de Liberación de la Mujer, y Clérigos y Laicos preocupados Acerca de Vietnam.

Si el artículo de Hersh en 1974 fue la chispa que detonó la indignación nacional por las actividades de la CIA en violación de los derechos humanos del pueblo estadounidense, el informe de la Comisión Rockefeller, al confirmar la esencia de las acusaciones, proporcionó razones sólidas para justificar la necesidad de que el Congreso investigara a fondo la actividad clandestina de la Agencia y estableciera mecanismos más efectivos de supervisión.

LA ESTRATEGIA DEL CULTIVO DE CHAMPIÑONES

Tal como declarara en Corte el ex oficial de la CIA Ralph McGehee, la Agencia aplica al Congreso la misma estrategia que se utiliza en el cultivo exitoso de los champiñones: Mantenerlos en la oscuridad y alimentarlos de estiércol. Solo que en el caso de la Operación CHAOS fue aplicada al pueblo estadounidense de conjunto y no únicamente a su representación legislativa.

Simplemente, la Comisión Rockefeller no informó los aspectos más espinosos ni la esencia terrorista de las actividades encubiertas de la CIA que condujeron al pueblo estadounidense a una ola de protestas que estremecieron la nación.

[MH] CHAOS Program fue el código utilizado por la CIA para denominar lo que se conoce como Operación CHAOS, cuyos propósitos y otros detalles de su ejecutoria práctica fueron incluidos dentro de la colección de documentos altamente clasificados conocida como Joyas de la Familia, —desclasificados a finales de la primera década del siglo XXI— y donde se describe al engendro como un programa global para la obtención clandestina de información sobre la solidaridad internacional con los movimientos progresistas de Estados Unidos, especialmente la de Cuba, la República Popular China (RPCH), Vietnam del Norte, la Unión de Republicas Socialistas Soviéticas (URSS), Corea del Norte y los fedayines árabes.

Así, este súper secreto documento interno de la Agencia fechado "8 de mayo de 1973", en su acápite 2, inciso a, revela que el nivel central de la CIA seleccionaba a algunos de los agentes encubiertos del FBI que viajaban al exterior —como parte de supuestas acciones vinculadas a los movimientos progresistas y con el objetivo de establecer contactos con potencias extranjeras hostiles o grupos progresistas de otros países— para entrenarlos profesionalmente como espías. Al regreso de los viajes los contactaban nuevamente para extraer la información obtenida en las misiones de espionaje asignadas.

En su inciso b, admite que la CIA había investigado a ciudadanos estadounidenses con antecedentes de ser progresistas —mayormente casos propuestos por el FBI para tales propósitos— los había reclutado, comprobada su confiabilidad y enviados a cumplir misiones de espionaje y subversión en el exterior.

En el cumplimiento de sus misiones recolectaban información siguiendo los lineamientos del Programa [MH] CHAOS así como otros intereses de la CIA. Eran utilizados principalmente en contra de Cuba, la RPCH y Vietnam del Norte, de acuerdo a las posibilidades de lo que permitieran sus antecedentes progresistas.

En su acápite 3 revela que este programa de espionaje era parte integral de los planes de obtención de información y nuevos reclutamientos de la CIA contra Cuba, la RPCH, Vietnam y el bloque soviético. Añade que los agentes que tenían una reputación de pertenecer o vincularse al movimiento progresista de Estados Unidos eran útiles para obtener información biográfica general y sobre personalidades, para discriminar posibles vulnerabilidades y susceptibilidades, y para desarrollar relaciones operativas explotables con blancos de reclutamiento en los países mencionados, donde eran recibidos con beneplácito.

Estas revelaciones ponen en evidencia que la información que alimentaba los archivos de la Operación CHAOS provenía esencialmente de la utilización de provocadores que infiltraban los grupos de estadounidenses progresistas, honestos, pacifistas y con intereses altruistas de favorecer los propios intereses de Estados Unidos como nación; violaban sus derechos humanos más elementales y los utilizaban como plataforma para acciones de espionaje contra Cuba y otros países socialistas.

No bastándole con los provocadores, aplicaban también contra el movimiento progresista y los países socialistas técnicas clandestinas de espionaje electrónico como reconocen en el acápite 4, mutilado en su mayor parte.

LEONARD WEINGLASS DENUNCIÓ EN CORTE AL TERRORISMO DE ESTADO

El reciente y lamentablemente fallecido jurista estadounidense Leonard Weinglass, defensor de los Cinco Héroes prisioneros del Imperio, tuvo una participación trascendental en la Operación CHAOS, —23 años después de su cancelación oficial—, cuando el 15 de abril de 1987 un jurado de seis miembros de la Corte Distrital del Condado de Hampshire declaró inocentes a sus 15 defendidos, acusados de ocupar ilegalmente el recinto universitario Munson Hall y del desorden público originado al bloquear el paso de un ómnibus con detenidos, en un acto de protesta al estilo de la década de los 60 contra el reclutamiento de estudiantes por parte de la CIA en áreas de la Universidad de Massachussets.

Entre los detenidos se encontraba Amy Carter —la hija de 19 años de edad del ex presidente estadounidense James Carter— y Abbie Hoffman figura legendaria del movimiento progresista de jóvenes estadounidenses que exigieron la retirada de Estados Unidos de Vietnam y que precisamente también había sido defendido exitosamente por Leonard Weinglass en 1968 en el famoso juicio contra los Siete de Chicago.

Con el fallo judicial, Weinglass logró que un jurado conformado por seis estadounidenses promedio, incluyendo a dos ancianos, y que no tenían conocimiento previo sobre política exterior ni las actividades de la CIA, reconociera ante la ley que la Agencia Central de Inteligencia a espaldas del pueblo de EE.UU., había conducido por años programas terroristas en diversas partes del planeta, aplicado la tortura y entrenado a nacionales de otros países para aplicar estos métodos contra civiles en países soberanos.

De esa manera fue considerado en 1987 legalmente aceptable el derecho de los ciudadanos de tomar públicamente la iniciativa de defender a través de protestas pacificas los intereses de EE.UU., cuando el Congreso no es capaz de supervisar con efectividad las acciones encubiertas de la CIA que con sus acciones terroristas e intervencionistas en Nicaragua estaba arrastrando al pueblo estadounidense a una guerra no deseada de la cual se mantenían ignorantes.

Durante el juicio Weinglass vindicó a las víctimas de la Operación CHAOS cuando demostró la justeza de las demostraciones populares de aquellos momentos debido al terrorismo de estado ejercido por Estados Unidos en el sudeste asiático. Presentó como testigo a Ralph McGehee exoficial de la Agencia que testificó que la CIA había arrastrado a Estados Unidos a la guerra cuando en marzo de 1965 llenó un barco vietnamita con armas fabricadas en países comunistas, lo hundió, y presentó el incidente en un libro blanco como evidencia de que Vietnam del Norte estaba apoyando a los combatientes del sur.

McGehee describió las atrocidades que había cometido, como enseñarle a torturar a la policía secreta vietnamita y denunció que mediante el programa encubierto conocido como Operación Phoenix la CIA había asesinado 20 000 vietnamitas, mayormente civiles inocentes. También declaró a la CIA responsable por la muerte de entre 500 000 y un millón de indonesios en 1965, cuando derrocaron al gobierno de Sukarno.

El abogado y publicista William Schaap testificó que la CIA había violado los derechos de la Primera Enmienda constitucional cuando en los 60 y principios de los 70 había tratado de infiltrar los movimientos de estudiantes progresistas.

El ex Contra nicaragüense Edgar Chamorro explicó que la CIA contrató a esbirros argentinos para enseñar a los Contras la manera de cometer atrocidades contra la población civil. Según el documento de la CIA Operaciones Psicológicas en la Guerra de Guerrillas a los Contras se les enseñaron tácticas como las de asesinar a ciudadanos respetables de pequeños pueblos, como por ejemplo jueces y doctores, y aparentar como si hubieran sido asesinados por los sandinistas. También se refirió a la utilización de minas personales que dejaban a las personas inválidas en vez de muertas y de esa manera sobrecargar el sistema de salud pública de los sandinistas. Según la CIA los Contras no debían establecer diferencias entre civiles y militares.

NO TROPEZAREMOS CON LA MISMA PIEDRA

Cuando la Operación CHAOS estuvo en pleno apogeo tratando de reprimir a los antiterroristas, violando sus derechos humanos e infiltrando espías para tratar de subvertir a la Revolución cubana y otros países socialistas, se paseaban por Miami connotados esbirros de Batista, terroristas profesionales reclutados por la CIA entre contrarrevolucionarios con una larga lista de actividades bandidescas contra el pueblo cubano.

Apenas dos años después de supuestamente finalizada la operación, Luis Posada Carriles y Orlando Bosch huéspedes de honor de Estados Unidos, derribaron en pleno vuelo un avión civil con 73 personas abordo el 6 de octubre de 1976.

Con el pretexto de la supuesta lucha contra el terrorismo global la esencia de la nefasta operación sigue en marcha con la complicidad del gobierno estadounidense que autoriza la investigación masiva de sus ciudadanos sin una causa judicial específica. Mientras tanto, Luis Posada Carriles acaba de ser exonerado de todo cargo en la recién concluida farsa judicial de El Paso, Texas, los cinco héroes cubanos siguen prisioneros y la Revolución cubana se sigue defendiendo y denunciando los designios del Imperio para con tan noble pueblo.

De los horrores de lesa humanidad cometidos en Irak, Afganistán y Pakistán, se conocen pocos detalles, pero en su momento como siempre sucede, también serán desclasificados cuando ya los culpables estén exonerados de sus crímenes por el paso del tiempo o la propia muerte.

Mientras tanto no hay un solo ingenuo en Cuba que crea en la buena voluntad e inocencia de los programas subversivos de la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos ni el resto de sus congéneres, empeñados en subvertir a la Revolución bajo la falsa bandera de abogar por los derechos humanos de nuestro pueblo y el antiterrorismo. Que sepa el Tío Sam que aquí no tropezaremos con la misma piedra.

Para presidir los trabajos de este grupo de trabajo se nombró al multimillonario Nelson Rockefeller, quien, auxiliado por John T. Connor, C. Douglas Dillon, Erwin N. Griswold, Lane Kirkland, Lyman L. Lemnitzer, Ronald Reagan y Edgar F. Shannon, Jr., debía determinar si alguna de las operaciones de la CIA ejecutadas internamente en Estados Unidos sobrepasaba la autoridad legal bajo la cual fue constituida la agencia de espionaje. El Director Ejecutivo de la comisión fue David W. Belin.

 

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