El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, intenta hoy
defenderse por las masivas deportaciones de inmigrantes ilegales que
impulsa su gobierno, un tema que causa malestar entre el electorado
hispano.
Por tercera semana consecutiva, el mandatario se reunió la
víspera con líderes de esa comunidad. Esta vez los participantes
fueron 17 legisladores demócratas, varios de los cuales recriminaron
a la Casa Blanca por su política, informó Prensa Latina.
Uno de ellos, el representante Luis Gutiérrez expresó el pasado
mes sus dudas sobre si apoyar los intentos de reelección del
presidente el próximo año.
Fuimos enfáticos con el gobernante de que algo tiene que cambiar,
comentó a los medios de comunicación tras la cita.
La prensa nacional estima que esos encuentros sirven a Obama no
sólo para impulsar la reforma migratoria, estancada en el Congreso y
una de las promesas electorales del mandatario, sino también para
justificar la política de su administración.
Días atrás el diario The New York Times destacó que Obama
enfrenta fuertes presiones de grupos defensores de los derechos
civiles y los latinos para usar sus facultades con el fin de reducir
las deportaciones.
Desde la llegada de Obama a la Oficina Oval, en enero de 2009, se
enviaron a sus países de origen a casi 800 mil personas, un número
sin precedente en Estados Unidos.
Según datos oficiales, el gobierno evitó la deportación de apenas
542 inmigrantes ilegales en 2010, mediante la llamada acción
diferida, la cifra más baja de los últimos años.
Esa práctica es un procedimiento administrativo que puede emplear
el Ejecutivo y se otorga a indocumentados con órdenes de
deportación, quienes obtienen el beneficio de quedarse en el país al
menos de forma temporal.
La cifra es la más baja de los últimos cinco años: 891 en 2005;
640 en 2006; 604 en 2007; mil 29 en 2008 y 780 en 2009.