Desde
que el pasado 16 de noviembre el príncipe Guillermo de Inglaterra
anunciara el compromiso con Kate Middleton, su novia de casi una
década, el mundo mediático encontró un punto de inflexión para
centrar sus principales titulares. Durante seis meses el suceso ha
acaparado la atención de la prensa mundial, tanto así, que solo en
Internet cada diez segundos se menciona la boda que se celebrará hoy
en la Abadía de Westminster con una lista que ronda los mil
novecientos invitados.
Catalogada como el evento social más importante del año, la unión
del hijo mayor del príncipe Carlos y la fallecida Diana con una
joven universitaria, hija de exempleados de la British Airways, será
transmitida por primera vez on-line por YouTube y por varios
canales de TV. Se estima que más de 26 millones 200 mil personas
disfruten de la primera boda real del siglo para la cual ya 7.7
millones de británicos tomaron vacaciones. Con el tan anhelado "sí
quiero" del que la llamada prensa del corazón se ha encargado de dar
todos los pormenores —desde el vestido, la tiara y el peinado que
usará la novia, la lista de invitados que incluye al astro de fútbol
David Beckham y su esposa Victoria, el músico Elton John, el
cineasta Guy Ritchie, ex de Madonna y el comediante Rowan Atkinson,
conocido como Mr. Bean, el cronograma de la actividad, hasta la luna
de miel que se rumorea será en Jordania— varios se han enriquecido.
Desde hace seis meses la frivolidad abunda como noticia. Los
medios han armado un verdadero reality show en torno a los
novios y sus familias. Como si no pasara otra cosa de interés en el
mundo, la historia de las bodas reales han vuelto a los titulares.
Los telediarios dedican sus espacios estelares al cómo se visten,
qué comen, con quién salen y adónde van los futuros esposos. Los
paparazzis ponen precio a fotos comprometedoras del príncipe y
violan la intimidad de la pareja.
Durante las últimas semanas varios canales de TV han emitido
documentales sobre la vida de la joven pareja, la historia de Carlos
y Lady Di, la reina madre de Inglaterra, así como detalles dentro de
la Casa Real y la ciudad de Londres. Las cadenas más importantes del
mundo, que no podían dejar a su público fuera del acontecimiento,
seguirán en vivo hasta el más mínimo detalle de la "fiesta del año"
y ofrecerán retransmisiones con lo más significativo de la
festividad. Únicamente en Londres habrá unos ocho mil periodistas
dispuestos a contar con pelusas y mañas los pormenores del enlace.
Mientras, los minoristas en el sector de la alimentación y las
tiendas de souvenirs comercializan un amplio abanico de productos
relacionados con los futuros reyes de la monarquía británica. Eso
sí, las empresas han empleado su imaginación. Recortables de los
novios, al estilo cuquitas, vestidos de chocolate, una barbie de la
propia Middleton, y la imagen de la pareja impresa en sellos,
tickets de tren, pastas, vinos, champañas, vajillas y hasta en
condones se venden en todo tipo de establecimientos y por Internet.
Incluso la banda sonora de la ceremonia se podrá encontrar en las
tiendas de discos de todo el mundo a partir del 5 de mayo e incluirá
un folleto especial para coleccionistas con el servicio completo:
lecturas, votos, himnos y bendiciones.
Aunque los pronósticos anunciaron lluvia en Inglaterra, todo está
destinado para conseguir una boda moderna, rentable y muy costosa.
Pues sí, era de imaginar que la festividad fuera también una de las
más caras de la historia. Aun cuando los padres de la Middleton —a
la que los británicos ven como la perfecta sucesora de Diana—
pagarán unos cuantos miles de dólares para sufragar parte de los
gastos, se estima que el valor total asciende a unos 40 millones de
dólares. Solamente la decoración de la Abadía de Westminster tuvo un
costo de 800 000 dólares y para velar por la seguridad la Casa Real
destinó alrededor de 18 millones, cifras que cargarán los
contribuyentes sobre sus espaldas.
Y ni qué decir de las casas de apuestas, las cuales se frotan las
manos ante este maná. Las sumas invertidas en las "apuestas reales",
rondarían poco más de un millón cien mil euros.
Cinco mil policías serán desplegados este viernes en la capital
londinense, a pesar de que Reino Unido se enfrenta a un duro
programa de recortes sociales e incluso de sus fuerzas armadas.
Según advirtió la policía británica cualquiera que intente
interrumpir la boda real se enfrentará a una "robusta" respuesta.
Supuestamente los novios no quisieron convertir el asunto en un
evento de estado (por eso no están invitados ni Barack Obama, ni
Nicolás Sarkozy, ni los últimos dos primeros ministros del Reino
Unido, Tony Blair y Gordon Brown) no obstante, se calcula que ni
todas las tazas de porcelana, ni las barbies, ni el aumento del
flujo del turismo generarán una cantidad suficiente para encauzar
las cuentas del país que no vive ajeno a la precaria situación
económica. Sobre todo cuando a causa del día festivo, decretado por
el Gobierno, la economía inglesa perderá cerca de 6 000 millones de
libras.
De todas formas, la prensa bien se encargó de armar el show
mediático, servir la mesa con ínfulas reales y relegar a segundos
planos la triste realidad de los comunes mortales. Nada, parece que
la marcha nupcial es más importante a la hora de vender noticias.