MATANZAS.—
Con su magnánima presencia, a veces explosiva y hasta irreverente;
pero sobre todo con su obra, que es donde ciertamente se condensan
sus mejores virtudes, Zaida del Río amansó el corazón de cientos de
matanceros este último fin de semana.
Su ángel personal y las dimensiones casi mágicas de su pintura,
además de otras razones, se personaron en el ámbito de la ciudad.
Reveladora de la admiración de los yumurinos por esta figura del
arte cubano, fue la bienvenida de quienes se aglomeraron frente al
Museo Farmacéutico Triolet, legendario recinto donde presentó su
exposición titulada Le premier rendez-vous.
Como preámbulo de la muestra, Marcia Brito, directora de la
institución, agradeció el gesto espléndido de la reconocida pintora,
también ceramista, escritora y dibujante, de exhibir en la sala del
Museo y exaltó en síntesis el alcance universal de sus piezas.
En este primer encuentro se exhiben obras significativas
realizadas por la artista desde 1991 hasta la actualidad, las que
diversifican etapas y series como vocación de una imaginación
siempre inquietante, y que al decir de Yamila Gordillo, especialista
del Consejo Provincial de las Artes Plásticas, intuye y proyecta
intensamente un hálito de vida.
Más que un recuento crítico de las piezas que integran la
exposición, la experta plasmó el sentimiento esencial que confluye.
Mencionó La oración al quinto viento, de la serie
Oraciones populares, un reclamo de la escritora Dulce María
Loynaz que revela su indagación en las creencias espirituales, así
como Nana Burucú, tema llevado a un performance y presentado
en la Sexta Bienal de La Habana, "en el que interviene un elemento
del paisaje cubano como las piedras de nuestras aguas, con marcada
significación en la iconografía religiosa", acentuó Gordillo.
Al comentar ese aliento creativo dijo que Zaida corrobora la
escisión de las fronteras del arte, en esa mixtura que alcanza el
lenguaje plástico, la música y el movimiento corporal.
Entre otras piezas comentó además la utilidad de la Mujer
pájaro, Memoria de la Danza, Le Mode Illustree y
La rosa y los maestros ascendidos, pues en esa apelación
personal se conforma la identidad colectiva, el ser en los otros,
sugirió Yamila Gordillo.
El insólito encanto que suscita la artista, y que ella atribuye
en cierto modo a la riqueza espiritual adquirida en la finca
Guadalupe, en las inmediaciones de la comunidad villaclareña de
Zulueta, se expandió asimismo a la sede de la Unión Nacional de
Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en el territorio, donde
presentó una retrospectiva denominada Entre Ríos y cantó
junto a la agrupación femenina Anacaona.
Zaida dijo sentirse feliz de trabajar en Matanzas. Luego
enalteció la naturaleza de su gente y los encantos de los ríos
Yumurí, San Juan y Canímar. "Pues todo queda entre ríos", expresó
como la mejor excusa para explicar su presencia entre los
matanceros.