CIENFUEGOS.—
Justa Campillo y Santos Cabrera son dos cienfuegueros que prestigian
a esta ciudad, no solo porque hayan obtenido el Gran Premio del
recién Festival Internacional Danzón Habana, sino por mantener viva
una tradición e impedir cada día, mediante su obra y la de otros a
su vera, que nuestro baile nacional se olvide en las volutas de la
desmemoria.
Llevan seis años de casados y tres de pareja de baile, le cuenta
a Granma el binomio recompensado con el lauro máximo, entre
58 parejas seleccionadas como las mejores del país, junto a
similares de México; pues a los estados de Oaxaca, Tamaulipas y a la
ciudad de Toluca fue dedicada especialmente esta versión, dada la
fuerza de la expresión en la hermana nación.
Le pido a Santos que describa el concurso (organizado desde hace
siete años por la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba) y
responde que ellos, inscritos con el número 19, siempre estuvieron
de punteros en las diversas rondas, durante la etapa clasificatoria
y la recta final. "El jurado nos midió vestuario, estilo, armonía,
risa", rememora el agasajado.
Ambos confían en la supervivencia del danzón, a pesar de que,
como observa Justa, "muchos jóvenes lo consideran un baile para
viejos". Mas, no se trata solo de eso, y de cierto sería difícil
poner a bailar el ritmo de salón a la juventud completa ahora, sino
de al menos incitarlas a conocer su historia, en tanto parte básica
de nuestra autoctonía cultural.
A Justa la atracción hacia este baile de herencia europea y
africana le viene por conducción genética, al inculcársela su padre
desde pequeña. Y Santos preside el Club Orestes Varona, uno de los
dos de su tipo (el otro es el Teodoro Gómez) de la Sociedad Minerva,
de Cienfuegos, institución cubana con un trabajo sostenido en la
preservación del criollo ritmo.
Entre ambos clubes, sobrepasan las 1 200 personas las integradas
a la práctica bailable del género musical allí, expresa Santos,
quien destaca la presencia entre ellos de algunas parejas jóvenes,
amén del nivel cualitativo general de la mayoría.
Justa agradece el conocimiento brindado por quienes trabajaron
con ellos desde hace tres años para perfeccionar su movimiento sobre
el escenario; y a la instructora Miriam Santander, la cual antes de
partir para la competencia les pulió la cadencia.
El amor de Justa y Santos hacia el danzón es tal, que hablan más
de su futuro que de sí mismos. "Debemos luchar para que superviva el
género, desarrollar de alguna manera su afición entre las nuevas
generaciones, con el apoyo de Cultura. Nosotros estamos dispuestos a
enseñarles a los seguidores todo cuanto hemos aprendido, desde los
pasos básicos hasta el mismo estilo adquirido con los años",
enfatiza Justa. Ojalá le sean propicios los augures.