Arnold
Schwarzenegger volverá a ser gobernador y triunfará en su lucha del
bien contra el mal, y finalmente meterá en cintura las dificultades
económicas de California, y usará armas ––no muchas–– cuando sea
necesario, según él mismo reconoció, y para ello contará con una
cueva secreta llena de inventos espectaculares, algo así como el
búnker de Batman.
A
tres meses de haber cesado como gobernador de California dejando el
nivel de su popularidad a ras del suelo y una deuda de más de 20 000
millones de dólares, Schwarzenegger vuelve a gobernar... pero en
muñequitos.
Lo anunció en Cannes, durante una feria audiovisual en que
presentó avances de Governator, una serie de dibujos animados
que llegará a la televisión en el año 2012 y que fue concebida por
Stan Lee, peso pesado del comic estadounidense y autor de tiras con
mucha audiencia, como X Men, Spiderman y los Cuatro
Fantásticos.
Una compañía alemana tiene los derechos para la distribución
mundial de Governator, porque se supone que el otrora
Terminator sigue teniendo seguidores en todos los continentes
que ––si bien lo verán en dibujos animados–– reconocerán en él al
mismo héroe de siempre, capaz de imponer la justicia desde su arrojo
muscular y ciertas licencias que le concederá la condición de
gobernador retirado.
En caso de que la serie sea un éxito ––como esperan sus
productores–– se filmaría una película con Arnold en carne en huesos
luciéndose en 3ra. Dimensión.
Schwarzenegger se reinventa y al mismo tiempo deja apreciar (una
vez más) el fino hilo que en su país separa la política del
espectáculo, algo que no pocas veces puso en evidencia durante
inflamados discursos en los que ofrecía aparentes soluciones
sociales y económicas de corte histriónico, al mejor estilo
hollywoodense, muy lejos de las realidades que luego lo hicieron
contradecirse y cambiar de rumbo.
Careció de paciencia para maniobrar, dijeron de él incluso amigos
republicanos (por eso hoy decía una cosa, y mañana hacía otra, a la
manera de un guión corregido por falta de financiación u otro
obstáculo).
Su candidatura como gobernador la anunció Schwarzenegger por
televisión, cuando, si bien con cierto declive, era una estrella del
cine de violencia. La imagen de aplasta pescuezo en el celuloide fue
decisiva para proyectarlo como un futuro vencedor en la vida real
signada por la política. En su campaña llevó "el mensaje" de que se
podía ser invencible con una actitud mental correcta y su lema
preferido era "yo sé vender", el mismo que proclamaba ante los
productores de cine para obtener jugosos contratos.
Siete años después de estar gobernando, algo quedó muy claro en
la mente de los electores: "vender" no era "cumplir". El mayor
incumplimiento, el no poner en orden las nefastas cuentas del
estado.
Si bien tomó reconocidas medidas ambientalistas que ahora serán
exaltadas en Governator, duras leyes para los inmigrantes y
una actitud machista ––entre otros desatinos–– hicieron que la
popularidad cinematográfica, que trató de revolver en una misma olla
con la política, quedara desabrida al paso del tiempo: "las
enfermeras son un sector privilegiado y me gusta patearles el
trasero".
Pero todavía no había terminado Arnold Schwarzenegger su último
mandato como gobernador de California cuando ya el maestro de la
historieta, Stan Lee, lo reivindicaba en el comic que se acaba de
anunciar a bombo y platillo en Cannes para ser presentado el próximo
año.
Es de esperar que no le falten aplausos a Arnold en la serie de
televisión y en la posible cinta por venir. Y también que,
transcurrido un tiempo, realidad y ficción se amanceben otra vez
para hacer de él un Governator vencedor y hasta con un sitio
distinguido en la marquesina de la Historia.