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En el crisol de la unidad revolucionaria
Gustavo Robreño Dolz
Cinco Congresos y una misma epopeya
En la más que centenaria historia heroica e indetenible de la
Revolución Cubana, iniciada el 10 de Octubre de 1868 en el ingenio
La Demajagua por Carlos Manuel de Céspedes, continuada por el
Apóstol José Martí con la guerra necesaria encabezada por el Partido
Revolucionario Cubano y extendida hasta hoy por las sucesivas
generaciones que supieron hacerla llegar al triunfo revolucionario
del 1 de Enero de 1959 en medio de inolvidables jornadas de
abnegación, sacrificio y coraje sin límites, la celebración de los
cinco congresos efectuados por el Partido Comunista de Cuba marca
por sí misma cinco importantes etapas de una misma epopeya.
Con razón el líder de la Revolución y forjador insustituible del
Partido, Fidel Castro, afirmó en el informe central al Primer
Congreso que la constitución de un Partido que dirige hoy la
Revolución y garantiza su continuidad "es una de las más grandes
hazañas de nuestro pueblo en este periodo histórico". En el propio
informe se reseñaba que "después de las definiciones del 16 de abril
y de la gloriosa victoria de Girón, nació de hecho nuestro Partido
en la unidad estrecha de todos los revolucionarios y del pueblo
trabajador, cimentado por el heroísmo de nuestra clase obrera, que
combatió y derramó su sangre generosa en defensa de la patria y el
socialismo. En lo adelante actuaríamos como una sola organización y
bajo una dirección cohesionada. Las geniales ideas de Martí y Lenin
acerca de la necesidad de un partido para dirigir la revolución,
estaban más que nunca presentes¼ ".
Los cinco congresos del Partido representaron, en cada etapa, la
culminación de los respectivos procesos de balance y elección de
mandatos desde la base, municipios y provincias y debatieron en cada
uno de los momentos históricos en que les tocó celebrarse, en medio
de las condiciones concretas nacionales e internacionales
correspondientes, los temas más decisivos, importantes y acuciantes.
Regidos por los principios inviolables de libertad de discusión y
unidad de acción, el Partido trazó líneas y políticas, extrajo
conclusiones, ratificó o rectificó todo lo que consideró necesario
en esas coyunturas, pero —lo más importante— es que emergió de cada
Congreso más unido, más fortalecido, más esclarecido, más organizado
y más vinculado al pueblo trabajador, sin cuyo apoyo y confianza no
pudiera existir ni encabezar la lucha por la independencia nacional
y la construcción del socialismo frente al enemigo imperialista,
inescrupuloso y brutal, que no ha renunciado aún a sus designios de
destruir la Revolución y hacernos de nuevo su neocolonia.
Si tomamos como punto de partida los 35 años que nos separan ya
del Primer Congreso, puede proclamarse sin duda, con la modestia que
el propio Partido nos ha enseñado pero también con legítimo orgullo,
que nuestra vanguardia política ha contado con una dirección
histórica indoblegable e inteligente, radical y armoniosa —como
pedía Martí—, y que ha tenido en su primer secretario Fidel Castro y
en su segundo secretario Raúl Castro, a los más elevados exponentes
de ejemplaridad, capaces de servir de inspiración y aliento a toda
la militancia partidista en cada instante.
Ellos supieron forjar y preparar con clara visión de largo
alcance a las nuevas generaciones que deberían garantizar la
continuidad revolucionaria y desde los primeros momentos del triunfo
prestaron especial atención a este aspecto que, con el paso de los
años, ha confirmado la certeza de esa previsión, que hoy se expresa
plenamente en los cuadros de nuestro Partido a todos los niveles y
también en su organización juvenil, la Unión de Jóvenes Comunistas.
Partiendo de profundas tradiciones patrióticas y revolucionarias
que hunden sus raíces en la historia, aquel núcleo inicial de
combatientes que fue al Moncada y Bayamo y luego se prolongó en el
Granma, el Ejército Rebelde y la lucha clandestina, fue capaz de
vencer todos los obstáculos hasta llegar a la victoria de Enero y
lograr la unidad revolucionaria, —encabezada por Fidel—, a la que
todas las fuerzas involucradas contribuyeron, dando un ejemplo
inédito de desinterés, sinceridad y cualidades morales, colocando
por encima de cualquier interés particular los más elevados y
permanentes de la Patria y de la Revolución.
Los cinco congresos celebrados hasta el momento han servido para
confirmar que: por su origen, como fruto por excelencia de la
Revolución y garantía de su continuidad histórica; por la línea de
masas como método de ingreso; por la composición social de sus
filas; por su ideología martiana y marxista-leninista y su línea
política sin concesiones de principios en ningún terreno; por
comprometer todo su accionar y sus objetivos en defensa de una
Revolución de los humildes y para los humildes, en lucha constante
contra la corrupción y el burocratismo, el Partido Comunista de Cuba
es el partido de la nación cubana.
Un histórico Primer Congreso
El Primer Congreso tuvo lugar entre los días 17 y 22 de diciembre
de 1975 y su propósito fundamental fue la institucionalización del
Partido (estatutos y elección de los órganos de dirección) así como
la aprobación de la Plataforma Programática y otras tesis y
resoluciones llamadas a orientar la vida social y económica del país
y en especial a crear las condiciones para la institucionalización
del Estado Socialista, promulgación de la nueva Constitución y
creación de los órganos del Poder Popular, la nueva División
Político-Administrativa y el establecimiento del Sistema de
Dirección y Planificación de la Economía, concluyendo así los años
de provisionalidad revolucionaria.
El Congreso reafirmó la línea de masas, —aporte genuino de
nuestro Partido en las condiciones de construcción de un Partido
desde el poder—, y el método de selección para el ingreso en sus
filas, que en esos momentos totalizaban 211 642 militantes y
aspirantes (categoría entonces existente) agrupados en 20 344
núcleos de base.
Por otra parte, se llevaba a cabo ya la activa cooperación de las
tropas internacionalistas cubanas en defensa de la independencia del
hermano pueblo de Angola y el Congreso le brindó su pleno apoyo a
esa decisión trascendental.
Guerra de Todo el Pueblo y Milicias de Tropas
Territoriales
La llegada al gobierno de Estados Unidos del amenazante Ronald
Reagan, que incluía en su programa numerosas medidas anticubanas de
agresión tal y como está reflejado en el neoconservador Programa de
Santa Fe, hizo que las tareas de la defensa recibieran especial
énfasis en el Segundo Congreso, celebrado entre los días 17 al 20 de
diciembre de 1980.
No obstante, se expuso un balance del periodo entre 1975 y 1980,
así como las proyecciones futuras para el quinquenio 1981-1985 y las
líneas generales de la política nacional e internacional. También se
hizo un análisis de la situación económica y las causas del
deterioro que sufre la misma.
Pocos meses antes, durante los actos del Primero de Mayo, Fidel
había anunciado la creación de las unidades de Milicias de Tropas
Territoriales que como parte de la Doctrina de la Guerra de todo el
Pueblo junto a las unidades regulares y de la reserva, formarían el
ejército popular de la Revolución.
El Congreso lo consideró como "una tarea de vital importancia ya
en desarrollo, a la cual nuestro Partido, el Estado y las
organizaciones políticas y de masas deben conceder la más alta
prioridad".
Se confirmó, asimismo, el principio de que cada patriota cubano,
hombre o mujer de cualquier edad, en cualquier circunstancia,
incluso si un pedazo de territorio fuese ocupado por el agresor
imperialista, debe estar preparado a combatir y a liquidar enemigos
en una lucha sin tregua ni cuartel. "Nuestra Patria tiene que ser un
hueso muy duro de roer para el diente del imperialismo yanki y
espina que se atraviese mortalmente en su garganta si intenta
agredirnos", proclamó el informe.
Sesiones diferidas: Rectificación de Errores y
Programa del Partido
La celebración del Tercer Congreso revistió características
diferentes a los anteriores, por cuanto transcurrió a lo largo de
dos sesiones diferidas. La primera, tuvo lugar entre los días 4 y 7
de febrero de 1986 y la segunda se efectuó entre los días 30 de
noviembre y 2 de diciembre de 1986.
La sesión inicial debatió, en lo fundamental, aspectos
relacionados con los planes de la economía, incluido el quinquenal y
el perspectivo hasta el año 2000, así como las deformaciones
señaladas al sistema de dirección de la economía entonces vigente,
apuntando la necesidad de rectificar errores y tendencias negativas.
En la introducción del informe, Fidel alertó: "Nadie se
impaciente si en determinado momento, a grandes rasgos y en forma
consecutiva, enumero los éxitos más sobresalientes alcanzados desde
el último Congreso. No faltarán tampoco los señalamientos críticos a
su debido tiempo, ni las ideas sobre lo que debemos combatir y
vencer resueltamente".
La sesión posterior fue dedicada al análisis y aprobación del
proyecto de Programa del Partido, importante documento que había
sido sometido al debate de la militancia y el pueblo, señalando las
grandes directivas de desarrollo económico y social hacia el futuro.
De este modo, el Programa del Partido sustituía a la Plataforma
Programática que había sido aprobada en el Primer Congreso.
Salvar la Patria, la Revolución y las
conquistas del Socialismo
Ningún escenario más apropiado que el levantado entre los días 10
y 14 de octubre de 1991 en la Capital Heroica de Santiago de Cuba
para la celebración del IV Congreso que tendría lugar en
circunstancias especialmente complicadas, tras la desintegración de
la URSS y el derrumbe del campo socialista europeo, lo cual auguraba
la llegada de los momentos más difíciles vividos por la Revolución,
amenazando directamente las numerosas conquistas alcanzadas y
creando varias ilusiones en el enemigo imperialista que suponía que
llegaba para la Cuba independiente y socialista la "hora final".
Estábamos en el umbral del periodo especial y este Congreso sería el
del llamado a la resistencia, al sacrificio y a la más amplia y
sólida unidad nacional.
Momentos
en que Silvio Rodríguez interpreta ante los delegados su canción El
Necio.
El Congreso consideró necesario aplazar el cumplimiento del
Programa del Partido y adoptar las medidas excepcionales que
permitirían enfrentar exitosamente la tensa etapa que se aproximaba,
tanto en lo económico como en lo social, seguir reforzando la
defensa del país y colocar el trabajo político e ideológico en
función del extraordinario esfuerzo que sería imprescindible
desplegar para hacer realidad el llamamiento de Fidel: "¡A salvar la
Patria, la Revolución y las conquistas del Socialismo!".
Unidad, Democracia y Derechos Humanos
El V Congreso dio comienzo el 8 de octubre de 1997, —aniversario
30 de la caída del Che en Bolivia—, y concluyó el día 10,
presentándose a los delegados el documento titulado El Partido de
la Unidad, la Democracia y los Derechos Humanos que defendemos,
tras ser sometido a un proceso de discusión popular que abarcó a
seis millones y medio de cubanos.
Dividido en tres capítulos, (La Revolución cubana es una sola; El
Partido de la unidad y La democracia que defendemos), Fidel señaló
en el informe central que "uno puede sentirse orgulloso de que
materiales como ese salgan de este Congreso, donde están tan bien
recogidos los principios, las ideas esenciales; donde con tanta
fuerza y elocuencia se defienden nuestro socialismo, nuestro sistema
de gobierno y la superioridad de nuestra sociedad a la que quisieran
desaparecer del mapa sobre aquellas sociedades que pretenden ser
ejemplos. Espero que ese documento marque un hito en la historia de
la vida política de nuestro país".
Se aprobó también la Resolución Económica, estudiada por todas
las organizaciones de base después del Congreso, trazando las
principales líneas para el desarrollo económico y social con vistas
a la etapa que se iniciaba, aún bajo las secuelas del periodo
especial y en medio del criminal bloqueo yanki. |
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