Gracias al empeño de educadores, padres y de la sociedad en
general, esta semilla germinó a lo largo y ancho de la geografía
antillana, que hoy cuenta con 1 139 centros educativos constituidos
para la educación preescolar, beneficiando actualmente a cerca de
116 000 familias, apuntó María de los Ángeles Gallo Sánchez,
directora nacional de Educación Preescolar.
La atención a los niños y niñas cubanos desde edades tempranas ha
favorecido además la integración plena de la mujer a la vida
productiva y social del país.
Durante los primeros momentos, la Federación de Mujeres Cubanas,
liderada por Vilma Espín, llevó a cabo diversas acciones para
recaudar fondos y hacer realidad una de las obras más bellas de la
Revolución, proporcionando a los hijos de madres trabajadoras
cuidado, educación y recreación en las horas laborales.
Como alternativa válida a los CI, comenzó a extenderse en la
década del 90 el programa de atención social Educa a tu Hijo, para
la orientación de la familia en la educación y enseñanza de los
pequeños en el hogar. En estos momentos, el programa incluye a más
de 460 000 familias, y por sus buenos resultados se ha comenzado a
contextualizar en varios países del área, precisó Gallo Sánchez.
La sonrisa de 114 niños entre el segundo y el sexto años de vida
es la encargada de la bienvenida al círculo Camilo Cienfuegos, una
de las instalaciones "veteranas" del país, ubicada en el municipio
de Centro Habana. Los distintos salones de la instalación se
transforman en escenario de juego de estos pequeños, siempre con la
guía de las educadoras y auxiliares pedagógicas, pacientes
conductoras del proceso educativo.
Lo que se logre con ellos ahora, refiere la directora, Teresa
Mendoza Rojas, tiene gran repercusión para su educación en lo
adelante. Por eso, la institución ejercita y fortalece al máximo las
habilidades intelectuales, sensoriales y motoras de los pequeños,
hasta alcanzar su formación integral.
Este es, ciertamente, el espacio para comenzar a inculcarles los
hábitos cívicos, los valores morales, para enseñarlos a interactuar
y a colaborar con los demás y a incorporar, paulatinamente, niveles
de independencia.
Rosa Linares Barnet, educadora de experiencia, opina que a cada
niño es preciso formarlo en el amor a la Patria, en la camaradería,
en los hábitos de buena conducta, en el amor a la naturaleza y en el
respeto a la identidad y a la diversidad.
Desde el 2005, este nivel de enseñanza se ha visto fortalecido
con la incorporación de las tecnologías de la informática y las
comunicaciones.
Sobre el tema, Rosa, al frente de esa actividad en el Camilo
Cienfuegos, asegura que el trabajo con el software educativo A jugar
ha sido muy bien recibido por el público infantil. "La Computación
los estimula a trabajar en equipo y a vivir nuevas experiencias",
expresó.
Sin embargo, la educación no es un trabajo privativo de la
escuela. El proceso de enseñanza y preparación para la vida
incorpora también a la familia y la comunidad, en franca, abierta y
cotidiana comunicación, para viabilizar la gestión educativa de los
CI.
Según Teresa, en el caso del Camilo Cienfuegos, esta
retroalimentación hogar-escuela permanece muy bien articulada. El
diálogo de los educadores con los padres es constante, fluido; más
de una vez los 33 trabajadores del centro, la familia y la comunidad
se han unido para suplir la falta de recursos con ingenio, voluntad
y dedicación.