Pese a que los planes no fueron muy exigentes y daban margen al
cumplimiento, el grupo de los rezagados ni siquiera los igualó para
evitar el descalabro final.
Esta vez la zafra dispuso de mayor cobertura en los insumos y
recursos asignados por el Estado y algunas inversiones fueron
destinadas a solucionar dificultades de la campaña anterior en áreas
como la planta moledora y generación de vapor. Lo lamentable es que
tal esfuerzo no tuvo la respuesta esperada. Y se plantea un abanico
de razones que van desde las roturas e interrupciones operativas
hasta falta de control, exigencia y organización.
Pero ¿cuál es la injustificable situación de los nueve críticos?
El Héctor Molina, de Mayabeque, es el peor de todos. Sus
indicadores están lejos del que debían tener. Muele solo al 48 %, al
61,2 está el plan de azúcar, el rendimiento es de 9,65 y la tonelada
métrica de crudo cuesta 18 pesos más. Del propio territorio nada
bien le ha ido al Boris Luis Santa Coloma. Aprovecha la mitad de su
capacidad y en el resto de los medidores el comportamiento es pobre.
El costo de la tonelada está entre los más altos.
Los tuneros confiaban en el potencial del Antonio Guiteras. No
obstante la atención que tuvo en la etapa preparatoria, el comienzo
fue muy malo. El débil comportamiento en el rendimiento (9,33) y
molida de apenas el 71 % influyen en que hoy el panorama allí sea
diferente para su provincia y la nación. A esa lastimosa situación
se suman en ese territorio las caídas del Amancio Rodríguez y
Majibacoa, con un panorama sombrío por igual. El primero incumple en
todo y el último ha molido lejos de la norma potencial, pero en los
finales de marzo da síntomas de reacción, quizás un poco tardía.
Nada bien andan las cosas por el Arquímedes Colina, de Granma.
Marcha con la molida más baja del país (47,4 %) al 64,6 % el azúcar
fabricada y similar cuadro enfrenta el resto de los índices.
El Julio Antonio Mella coloca a Santiago de Cuba en una posición
difícil. Sus resultados deciden en la provincia y hasta el 20 de
marzo el panorama era de 9,11 en el rendimiento y molida del 53 % y,
por lógica, sumamente baja el azúcar y elevado el costo.
Para el Harlem, de la provincia de Artemisa, la complicación es
igualmente grave. Sus registros de la eficiencia se asemejan a los
demás integrantes del grupo y la materia prima estimada no da mucho
margen para tapar sus baches productivos.
Matanzas confiaba de nuevo en el Mario Muñoz Monroy, pero esta
vez todo ha sido diferente a campañas anteriores. Llaman la atención
el 9,27 en el rendimiento que reporta, el 63,2 % de la norma
potencial y el 79 % del azúcar planificado.
Los promedios no reflejan con toda objetividad el desarrollo de
la zafra. Bastaría señalar que de los nueve críticos solo uno rebasa
el 67,3 % de la molida del país, seis no llegan siquiera al 55 % y
dos tienen menos del 50 %.
A punto de terminar la etapa más azucarera del año, por variadas
y conocidas razones, el ambiente se torna difícil para los
retrasados.