¿Por dónde se cuela el café?

En medio de una cosecha que no se cumplirá, este diario indagó en las serranías de Granma sobre las causas humanas que afectan el rendimiento y el comercio legal de todo el café producido, y en las cuales el precio no es el único factor determinante

DILBERT REYES RODRÍGUEZ

"¡El café estaba en la mata, lo vimos, lo estimamos bien! Entonces, ¿por qué no le llegaremos al plan?", preguntó el delegado provincial de la Agricultura a directivos del sector en el municipio de Buey Arriba, provincia de Granma.

Una de las respuestas ya era conocida, porque luego siguió: "Apelemos a la conciencia, usemos todas las fórmulas posibles para convencer a la gente de vender al Estado el grano cosechado, que sabemos hay mucho guardado en las casas".

Era enero y ya se sabía que no sería posible llegar a las 527 mil latas (479 mil de acopio estatal y 48 mil de autoconsumo) previstas en la tercera provincia mayor productora del cerezo en Cuba.

Comenzaron a caer los argumentos... sí, todos reales: "la campaña fue completamente atípica, la floración no fue pareja, no hubo picos de cosecha, el clima nos zarandeó, primero con meses secos y luego un octubre muy lluvioso que hizo perder bastante café".

Sin embargo, nos había inquietado la interrogante del delegado, esa que aludió a un factor humano —por tanto, corregible—, más allá de las causas ambientales; las cuales, aunque a lo mejor no es el caso, varias veces se convierten en socorridas formas de enmascarar la improductividad, la ineficiencia... y hasta el delito.

La misma preocupación volvió a hacerse evidente cuando en entrevista concedida a este redactor, William Chávez, cafetalero avezado y subdelegado de la Agricultura para ese renglón en Granma, la dejó entrever: "Independientemente de continuar exprimiendo los campos, mantenemos una discusión fuerte a fin de rescatar un nivel de café seco en manos de los productores".

¿Hasta qué punto lo natural incide en incumplimientos y bajos rendimientos? ¿Cuánto depende del hombre, de sus relaciones económicas, en los temas de un rubro que pide a gritos una visión más integral para llegar a ser, por fin, ganancia y no pérdida para el país?

LA CULPA NATURAL

"Que la floración no fuera homogénea y se extendiera hasta el mes de abril, originó una cosecha larga, y por tanto un número excesivo de pases en los cafetales, para aprovechar todo el grano que fuera madurando", inició William.

"La maduración lenta provocó 10 y hasta 15 pases en algunos lugares, y por muchas medidas adoptadas, esto tumba bastante café", confirmó José Luis Suárez Galardy, segundo jefe en la Empresa Agropecuaria Ataque de Bueycito, de Buey Arriba, municipio incumplidor y considerado el más afectado tras las lluvias de octubre.

"En materia de rendimientos —agregó William—, las flores posteriores a marzo no dan granos de buen tamaño, y en consecuencia, se requieren más para llenar una lata. Eso también incidió."

Tales explicaciones fueron corroboradas en varias bases productivas. No obstante, la imposibilidad de que todos los años fuera Natura la culpable, no tardó en revelar otras fisuras por donde se cuela el café que no llega a la industria.

CAMINOS ADYACENTES

En principio, Granma no descubrió algo nuevo. En su indagación por una parte de la Sierra Maestra comprobó que hasta la pasada zafra, debido a lo poco estimulante de los precios de compra estatales (hasta 21 pesos la lata), el campesino siempre dejó guardada para sí una porción del café; simplemente porque esa era la mercancía de un canje oculto, pero de ganancias garantizadas y mucho más jugosas: la venta ilícita.

Precisamente en ese flagelo es donde está lo nuevo, y es que a pesar de comenzar a pagar este año casi el doble de la tarifa (ahora 65 pesos la lata de primera), el desvío no acabó, y hasta comprometió el alcance de la cifra prevista. ¿Acaso las 40 000 latas que aproximadamente faltarán para llegarle al plan pueden considerarse café goteado? ¿Adónde fue a parar el resto?

Al inicio ningún productor se atrevió a admitirlo, pero poco a poco fueron definiendo las vías de escape; desde la venta ilícita consciente, hasta varias formas de robo y autorrobo.

Sobre la primera, William opinó: "Con el incremento del precio pensamos que esta causa se iba a minimizar bastante, pero no fue tan así. Lo visto este año demuestra que todavía es un delito presente".

Este diario lo comprobó en el terreno, y en busca de las causas, tomó como horizonte una pregunta: ¿por qué los productores venden a compradores clandestinos?

Según el sondeo, hasta hace un año la gente pretextaba que el café no motivaba al productor por el precio demasiado bajo de acuerdo con los costos del cultivo, y esa parte de la cosecha guardada era "el café de ir a la shopping". En consecuencia, con el nuevo precio se esperaba un cambio radical en el asunto... pero no fue así.

Con ayuda de los productores, echamos números a la realidad y concluimos que aún con la tarifa actual, la competencia del comprador ilícito es muy fuerte. Veamos:

Por entregar un quintal seco (100 libras) el campesino recibe 1 000 pesos (10 por libra, una cuantía apreciable), pero ese monto exige un grano de primera, muy difícil de lograr. Mientras, el clandestino no exige tanto, acepta cualquier café y paga lo mismo.

Si hablamos de la lata cereza (recién cosechada), el precio estatal de la clase Arábigo —la mejor— es de 50 pesos mientras el grano sea de primera; pero ¿qué pasa si por la plantación envejecida o desatendida no es tal la calidad, y en el mismo campo están los merodeadores tentando al recolector con pagarle, in situ, hasta 40 pesos por la lata recogida?

Aunque es determinante, el factor precio para una cosecha óptima no es el único elemento. La zafra también se decide en la atención al hombre, en las condiciones de trabajo y aseguramientos.

Otras autoridades también reconocen que, si bien los compradores ilícitos continuarán con ofertas más atractivas que las estatales para atraer hacia sí un volumen de la producción, la solución no podrá ser incrementar precios indefinidamente, sino ser más rigurosos en el enfrentamiento a esta violación.

Además, y con total urgencia, habrá que ir hacia una "siembra" intensiva de disciplina y ordenamiento administrativo, que no abundan en la agricultura, y, adjunto, fortalecer aspectos decisivos como la planificación temprana de la logística y la solidez de la contratación, pues en ello también le va la fuerza al café.

¿FORMA PRODUCTIVA?

Volviendo al punto inicial, cuando analizamos si con el aumento del precio de compra del café disminuyó la venta ilícita, William Chávez apuntó que esto es notable en las Cooperativas de Crédito y Servicios (CCS), de las cuales la mayoría cumplió su plan. O sea, que las mayores incidencias de bajo rendimiento y desvío están en las estatales UBPC y CPA. Obviamente hay diferencias entre los tipos de bases productivas.

Veamos solo un ejemplo: mientras una CCS como la Camilo Cienfuegos, de Maguaro, en Buey Arriba, superó en unas 500 latas la cifra comprometida; la CPA Frank País, casi pegada a la otra, dejó de entregar la mitad del estimado.

Entre los argumentos escuchados topamos con el socorrido "sentido de pertenencia": hay problemas de dirección, falta preparación económica, recogen una lata y a las 11 de la mañana ya se fueron, indirectos no vinculados al área en tiempo de cosecha, ausencia de trabajadores sin medidas para ellos, en fin, desorganización del trabajo.

Eso de un lado, mientras por otro, algunos estatales razonaron un elemento que merece atención: el hurto.

Jorge Luis Liens, económico de la CPA Roberto Reyes, en Buey Arriba (a propósito, al momento de la entrevista tenía 15 socios, de ellos siete indirectos), afirmó que el robo impactó sensiblemente en la cosecha de este año, "y aunque trates de velarlo, casi siempre los maleantes andan en grupos organizados, que vigilan tus movimientos y hasta te enfrentan violentamente".

En tanto Juan Domínguez, jefe de la UBPC Celia Sánchez, relata que a pesar de la estrategia de vigilancia, siempre perdieron volúmenes importantes por el hurto, "sobre todo de madrugada, con la luna clara"; también aludió a una reiterada variante de autorrobo.

Productores y especialistas concordaron en que muchas veces no se es suficientemente enérgico con los comisores de delitos, o no se responde con prontitud a las denuncias puntuales de centros receptores o de caravanas de café robado o comprado ilícitamente.

Si los entrevistados coincidieron en reconocer rutas de desvío establecidas por las cuales, dijeron, casi a diario y sobre todo en la tarde, desfilan con impunidad los traficantes hacia el llano (digamos, por ejemplo, Banco Arriba-San Antonio-Angostura-Palmarito-Barranca, o Virey-Valenzuela-Leoncio, ambas en Buey Arriba); creo que es posible adoptar medidas operativas más efectivas en estos itinerarios, y no solo en los puntos de carretera que recogen algunas pocas libritas.

Pero volvamos a la comparación, ¿no le roban también al campesino independiente, al de la CCS? ¿Acaso no le ofrecen buenos precios de compras los "ilegales"? ¿Será tan abismal la diferencia del clima entre dos bases separadas por un camino?

Aquí entra el buen trabajo, la atención al cultivo y, como no, el sentido de pertenencia. Si no, habrá otra cosa que explique por qué una CPA que esperaba el 80% de café de primera, recogió solo la mitad en tal condición, mientras una CCS aportó casi todo en óptimo estado.

Otro ejemplo ilustrativo: tres productores de Buey Arriba recibieron en usufructo poco más de una caballería de las plantaciones de dos UBPC, y en solo un año, en esa relativamente pequeña extensión, acopiaron más café que ambas UBPC juntas.

William Chávez añade, como uno de los factores de la improductividad y los bajos rendimientos en las bases estatales, la adversa situación financiera arrastrada por algunas durante años.

"Varias de estas formas productivas tienen importantes deudas con el banco y los sistemas de pago que se aplican no son del todo beneficiosos para los socios. El trabajador no ve el efecto del incremento del precio del café como lo ve un campesino directo. Solo nota el pago del anticipo y la recolección por lata, y nada o muy poco de la distribución de una ganancia final."

(Por esta causa, en la provincia de Granma hoy está propuesto reordenar 43 cooperativas en solo 18).

No obstante la comparación —al parecer elocuente—, el criterio especializado y los buenos ejemplos existentes no amarran la posibilidad de éxito a determinada relación de propiedad.

Hablemos, por ejemplo, de la UBPC Oscar Martínez, de Los Corrales, en Guisa, con momentos de más de 100 quintales por caballería y que cada año siembra nueva una parte de sus plantaciones. Hay buenas parcelas también en la UBPC 24 de febrero, de Buey Arriba; otras en la CPA Abel Santamaría, de Guisa, y algunas más que, lamentablemente, todavía son excepción.

LA TIERRA ABANDONADA

Casi desde el primer momento de la pesquisa, Granma chocó con otro fenómeno nada nuevo, analizado mil veces, pero, por qué no, todavía discutible. De tan evidente, es casi una afirmación: El deterioro de la producción cubana de café está condicionada básicamente por la despoblación en la montaña.

Es cosa de lástima advertir el cafeto perdido en la manigua, preso del bejuco, en lugares que antes fueron parcela de granos clasificados entre los mejores del mundo, como los cosechados en El Hombrito, Los Lirios de Nagua, La Corcová, Las Yagüitas...

Ante tal situación, vuelve William: "El reordenamiento del café en Cuba incluye un programa de siembra en el llano. La despoblación obliga a hacer dejación de áreas en la montaña que ya no tienen la mano de obra suficiente, y acercar las plantaciones a los asentamientos poblacionales con disponibilidad de fuerza".

Aun sin autoridad en la materia, me resisto. ¿No es esta una forma de aceptar, con resignación y conformismo, que la despoblación en la montaña es un fenómeno irreversible? Si invertimos la ecuación, ¿no puede incluirse el deterioro del café también entre las causas de ese desplazamiento?

Hay que afanarse en perfeccionar las vías para que el café recupere su rol secular como trampolín del progreso en la montaña, atendiendo a su posibilidad de generar divisas, porque solo allí se obtiene ese café supremo, que "mancha la taza".

En correspondencia, sería factible pensar en alistar los caminos y disponer transporte suficiente, dos asuntos de infraestructura que son causas principales de la emigración de la fuerza de trabajo.

Por lo pronto, poco valor tiene el criterio de que el café no puede ser negocio en la montaña, mientras haya hombres como René Rodríguez, que en una empinada loma de Buey Arriba, apuntala una finca capaz de autoabastecerse y hace una apuesta productiva al cerezo: "Hoy renuevo y rehabilito, pero el café es agradecido, y si ahora me esperan dos años de poca ganancia, luego estaré 15 atendiéndolo a la sombra, aportando buen grano y recogiendo plata", asegura.

Existen medidas establecidas por la Resolución 154 del Ministerio de Finanzas y Precios, para el reordenamiento, que incluye un conjunto de beneficios que van desde la financiación de los costos de demolición y recuperación de las viejas plantaciones, hasta la protección crediticia para el fomento de nuevas áreas y el apoyo financiero estatal, al certificarse el logro de las áreas a los 3 años.

También se prevé en el Presupuesto, una partida para ayudar a los productores en el saneamiento y otras tareas de enfrentamiento a la plaga de la broca.

En definitiva, se trata de facilitar oportunidades y no poner zancadillas a la voluntad, como la denunciada hace poco en las páginas de este diario, sobre las trabas burocráticas al campesino Oliver Hidalgo, de San Pablo de Yao, debido al solo hecho de querer sacar café de una ladera abandonada por la cooperativa propietaria.

Recién lo visitamos, y ya con su querella despejada, confirmó a Granma: ¡mire qué lindo va ese café, compay!

No reinventar lo lógico y poner oído atento a quienes en su modestia demuestran resultados, permitirá a Cuba, en los asuntos de la infusión, degustar una taza pura sin pensar en un futuro en mezclarle chícharo, no gastar los millones pagados a extranjeros, y ahorrarnos también la vergüenza de las lecciones de Vietnam, que aunque en forma jocosa, el compañero Raúl subrayó en la Asamblea Nacional: de asesores en la producción de café, pasamos a compradores.

 

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