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El derroche invisible
Nadie sabe con certeza cuánto combustible
malgasta cada año el país por el deficiente aislamiento de las
tuberías conductoras de vapor
Ortelio González
Martínez
Toneladas de combustible se pierden cada año por el síndrome de
las tuberías desnudas. Pocos saben con exactitud cuánto fuel oil y
diésel escapan en el país en forma de vapor por el no aislamiento (insulación)
de las redes transmisoras de calor.
Un estudio denominado Recuperación de calor en superficies sin
aislamiento térmico en salas de caldera de pequeña y mediana presión,
realizado en el país por un equipo multidisciplinario que encabezó
Nelson Tanquero Díaz, Director General de la Empresa de Ingeniería
ALASTOR, sacó a la luz salideros nada despreciables.
Las
labores en los conductos de grandes diámetros, y en las alturas,
requieren de mucha precisión.
Los investigadores tomaron como muestra los sistemas de
generación a vapor desde los 220 kilogramos por hora, hasta los de 4
000, que son los que más abundan en el país.
Llegaron a la conclusión de que las pérdidas de calor por cada
100 metros de superficies desprovistas de aislamiento térmico en
dichas salas, incluidas las redes donde se descarga esa energía, van
desde las ocho toneladas de combustible (petróleo o fuel oil) cada
año, hasta las 70, en dependencia del diámetro y la temperatura del
conducto.
El especialista precisa que si en el territorio nacional existen
unas 2 600 instalaciones de ese tipo, la mayoría con mermas por
deterioro del aislamiento a causa de los años en explotación, no hay
que ser avezado en matemáticas para comprender que se bota mucho,
mas cuando se multiplica este desperdicio por los precios del "oro
negro" en el mercado internacional, que este año ha alcanzado los
115 dólares el barril.
Un
pequeño colectivo de ALASTOR prepara el aislamiento.
EL SÍNDROME DE LAS TUBERÍAS DESNUDAS
Buscando las causas de tales "salideros térmicos", Granma
se llegó hasta la empresa avileña de calderas ALASTOR. La entidad
podría ser la máxima responsable de los conductos que aún faltan por
revestir en la provincia. El enjuiciamiento a priori se convirtió en
conjetura luego de concluida la investigación: especialistas y
directivos de la empresa mostraron la misma preocupación que este
diario por esos escapes silenciosos que atentan contra el programa
de ahorro y, por ende, erosionan las arcas del Estado, en tanto es
energía que se produce y no se utiliza.
El tema es polémico, más ahora que la nación ha dispuesto llevar
las cuentas claras cuando se trata de utilizar bien los recursos y
ver en la máxima eficiencia una fuente de riquezas, hasta ahora no
aprovechada del todo, como ha reiterado el compañero Raúl.
Sin reservas en el tintero, el ingeniero Arcelio Pérez Guevara,
director en Ciego de Ávila de la empresa ALASTOR, asegura que falta
mucho por ganar en cultura técnica en cuanto al revestimiento de los
conductos.
Ilustra con un ejemplo: "Hay quien pone el grito en el cielo
cuando se le rompe alguna caldera y, sin embargo, no se preocupa
porque las tuberías estén sin insular".
El asunto tiene sus aristas y el análisis lleva diversos
perfiles. Aun sin olvidar las luces que a nadie alumbran, y en
horario pico evitar encender el acondicionador de aire o el equipo
más consumidor de energía, el ojo visor debe estar puesto en otros
despilfarros.
Arcelio precisa que los hombres de su entidad pueden revestir
unos 300 metros de conductos cada mes, pero a la hora de iniciar las
labores en las empresas necesitadas, no pocas veces tropiezan con la
archiconocida frase de falta de financiamiento "para esa actividad",
y es ahí donde el fuel oil y el petróleo continúan escapándose en
forma de vapor por el hueco del "nadie vio".
INVERSIONES IMPRESCINDIBLES
Margarito Acosta Hernández, un insulador reverberista de 66 años
de edad, ha dedicado más de cinco lustros a un oficio que muchos
evitan: "No le dan importancia", afirma con pesar desde el interior
de una de las calderas de la fábrica de conservas Turiguanó, en el
municipio avileño de Morón.
Con su peculiar manera de decir comenta que el revestimiento de
las conductoras trae mucho ahorro de combustible, y hasta evita
accidentes por quemaduras. "¡Imagínese el peligro de esos tubos
desnudos que alcanzan casi 200 grados Celsius de temperatura!"
En Ciego de Ávila comienzan a darse pasos para evitar ese tipo de
derroche. La fábrica de conservas de Majagua es un buen ejemplo, al
igual que Las Delicias, que tiene completamente insulados los 130
metros de conductos disponibles en el proceso productivo.
Entre los lugares visitados por Granma también destaca la
planta diésel generadora de electricidad de Cayo Coco. "Queremos que
no se nos pierda el vapor en el camino hacia la generación de
corriente", asegura el ingeniero Leonardo Delgado Milián, convencido
de la labor de Osmany, Hilario y Gregorio, tres hombres de ALASTOR
que en las alturas batallaban para revestir un conducto exterior de
800 milímetros de diámetro.
Lo mismo ocurre en el túnel de lavado de Morón, perteneciente a
SERVISA, y donde hace poco más de dos años este mismo diario sacó a
la luz Lavar el derroche, dado el alto grado de consumo de
electricidad, combustible y vapor. Hoy la realidad es diferente y
bien podría hablarse de "derroche lavado", luego de concluida la
costosa inversión, encaminada a lograr mayor eficiencia energética.
En otros lugares como las fábricas de conservas de Florencia,
Turiguanó, La Antillana (esta última perteneciente al MINAZ), por
solo poner tres ejemplos, necesitan acelerar los trabajos para
evitar el sobreconsumo ocasionado por la pérdida de calor en las
tuberías. En la lista de derrochadores de vapor tampoco faltan los
dos únicos centrales en acción en el territorio: El Ciro Redondo y
el Ecuador.
AISLAR LAS TUBERÍAS Y LOS DERROCHADORES
El problema no se detectó ayer, y solucionarlo llevará mucho
trabajo colectivo y deseos de hacer, pero no puede tardar más de lo
que ya ha demorado. Si por esta vía se quiere ahorrar combustible,
en primer término habrá que sensibilizar a los decisores de que en
el financiamiento de las nuevas inversiones debería contemplarse la
insulación de los conductos, como sucedió en el túnel de lavado, en
Morón, y si fuera necesario, tener en cuenta el mejoramiento de las
redes a la hora de confeccionar el plan del año, algo que se olvida
en la mayoría de las ocasiones.
Si alguna duda tuvieran quienes sin alarmarse ven cómo escapa el
combustible en forma de vapor antes de llegar al destino final,
debieran detenerse en análisis más responsables y obligados.
No queda otra alternativa, entonces, que vestir cuantas tuberías
desnudas existan en fábricas, termoeléctricas, centrales azucareros,
centros de salud y educacionales para eliminar el derroche
invisible, y ser consecuentes con el ahorro aplicado a otras
esferas. |