Violación de derechos

Un reciente reporte titulado Inmigración en Los Estados Unidos: Detención y debido proceso revela hechos que son para ponerle los pelos de punta a cualquiera. Las violaciones son interminables.

La primera gran violación señalada es que a pesar de que 2 de cada 3 de los detenidos son culpables de cometer solamente violaciones a las leyes migratorias (falta civil), se les aplica un sistema de tipo penal. A los indocumentados se les obliga a vestir uniformes, se les traslada a las audiencias judiciales esposados, y en el caso de las prisiones federales y estatales, se les ubica en los mismos pabellones donde están alojados delincuentes comunes.

De lo que paga el gobierno federal en las prisiones al día por cada indocumentado, solo se gasta un tercio. Dos de las principales compañías que manejan prisiones privadas en el país han declarado ganancias de 325 millones de dólares al año.

Hay además quejas permanentes en todos los establecimientos penitenciarios referentes a la alimentación de los detenidos. Se sabe de una prisión en la que la dieta era tan pobre, que se les llegó a dar a los prisioneros antiácidos para mitigar los dolores abdominales producidos por el hambre.

Las condiciones de alojamiento no son tampoco las mejores, en algunos casos, en un área menor a una cancha de basketball y sin ventilación conviven hasta 50 detenidos. La mayoría de las prisiones carecen además de áreas abiertas.

Pero si en materia de alojamiento, las condiciones son precarias, lo peor ocurre en materia legal. En primer lugar, es usual la práctica de mover a los indocumentados a prisiones alejadas de sus lugares de residencia, a efectos de dificultar sus accesos a representación legal. Uno de los principales problemas que enfrentan los indocumentados es que no tienen derecho a un defensor público, por esa razón, el 84% de los indocumentados se presentan a las audiencias sin un procurador, y si a eso le sumamos una limitada educación y el desconocimiento del idioma, nos encontramos frente a la receta perfecta para una remoción expedita.

En fin, las violaciones son interminables, pero la mejor es la que sigue ya que a fin de ahorrar recursos, un buen número de prisiones privadas emplean a los indocumentados para que se encarguen del mantenimiento y limpieza de los establecimientos pagándoles 1 dólar al día.

El tema de la salud es tan perturbador que amerita un espacio solo para él.

Este es el panorama al que se enfrentan aquellos que un día, cargados de sueños, cruzaron una frontera de manera ilícita atraídos por las fuentes de trabajo. Esta pobre gente es tratada peor que los más violentos criminales, se les arrebatan derechos elementales y se les condena a condiciones de vida inhumanas.

Mientras tanto, los políticos usan el tema para conseguir réditos electorales y el negocio de las prisiones privadas es cada vez mas redituable. Es evidente que no es negocio resolver el problema de la inmigración indocumentada ya que es más fácil perseguir, criminalizar y enriquecerse a costillas de seres humanos desprotegidos. (Fragmentos tomados de La Opinión, de Los Ángeles)

 

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