MONTECRISTI, REPÚBLICA DOMINICANA. — La guerra de independencia,
afirma el Manifiesto suscrito en esta ciudad hace 116 años, es la
voluntad de un país que se lanza en un conflicto que solo puede
terminar en victoria o el sepulcro.
Hoy, cubanos y dominicanos se reúnen aquí para rendir tributo a
esos dos héroes, José Martí y Máximo Gómez, que no hicieron distingo
de nacionalidades, pues tan dominicano se consideraba Martí como
cubano Máximo Gómez.
El documento aclara que la guerra no es contra el español, que,
en el seguro de sus hijos y en el acatamiento a la patria que se
ganen podrá ser respetado, y aun amado, salvando así la imagen
histórica de tanto español que trabajó por el bien de la Isla.
En el centenario del Manifiesto, el doctor Jorge Tena Reyes
escribió el prólogo a la edición de 1995 del Manifiesto y aconsejó
ver en José Martí no solo el escritor y poeta de honda inspiración,
sino al ideólogo y redactor del Manifiesto de Montecristi, un hombre
grande, noble, apasionado y universal.
En la carta que dirigiera a su inefable amigo Federico Hernández
y Carvajal, considerado su testamento político, Martí dijo que Santo
Domingo es lo mismo que Cuba, ¿hay mejor cubano que usted y Gómez?,
se pregunta. Y de él mismo dijo que quién le podía fijar suelo.
Expresó con pasión que acataba como superior dispensación y como
ley americana la necesidad feliz de partir, al amparo de Santo
Domingo, para la guerra de libertad de Cuba.
Y con su visión de siete leguas, Martí dijo "hagamos por sobre la
mar, a sangre y a cariño, lo que por el fondo de la mar hace la
cordillera de fuego andino."