Incurrimos
en ingenuidades. Convertimos la espontaneidad en una filosofía. Nos
creemos que porque nuestro sistema sea justo, porque lucha por la
justicia, porque lucha contra la explotación del hombre por el
hombre, ya todo va a marchar a las mil maravillas¼
[¼ ] y no nos damos cuenta de que
tenemos que librar una lucha diaria, incesante, y que la palabra
número uno, fundamental de esa lucha, es exigencia, ¡exigencia!
Yo creo que tenemos que empezar por exigirnos a nosotros mismos,
y saber exigirles a los demás.