Lejos de ser un hecho aislado, la cobarde acción, que cegó la
vida del marinero René Rodríguez Hernández, ocasionó heridas a un
miliciano y dejó sensibles daños en la instalación, formaba parte de
la hostilidad incrementada por la administración norteamericana a
medida en que se radicalizaba el proceso revolucionario, y que tras
otras acciones terroristas desencadenarían en la invasión derrotada
un mes después en Playa Girón.
Trascurridos 50 años, el entonces jefe del destacamento de
protección de la refinería, capitán del Ejército Rebelde, Juan
Vicente Ricalo Palay, rememora basado en su experiencia en la lucha
clandestina y guerrillera, cómo las pruebas aportadas en la
investigación de los hechos confirmaron la enérgica acusación
realizada por el Comandante en Jefe.
"Todo aconteció aprovechando el factor sorpresa en la madrugada
de aquel lunes, y por la cadencia de disparos efectuados en
diferentes puntos de la bahía y la forma de maniobrar, podía
apreciarse que se trataba de mercenarios expertos tiradores, dotados
de medios de orientación y a bordo de una lancha bien artillada,
procedente de los Estados Unidos o más bien de su base naval
enclavada en Guantánamo, señala Palay.
"Primero —prosigue—, desembarcaron muy próximo a la refinería
Hermanos Díaz, en Cayo Ratón, donde luego al amanecer detectamos
pisadas de sus botas y la colocación de explosivos en la base de una
torre de electricidad de alta tensión, que no voló porque al
parecer, uno de ellos rompió accidentalmente en la oscuridad el
cable conectado a la batería de la carga.
"Ya en el ataque, la lancha disparó sobre la instalación
industrial con fuego de ametralladoras que perforaron tres enormes
tanques de combustible, mientras la torre atmosférica de 107 pies de
altura, destinada a la destilación del petróleo, era impactada por
un proyectil de cañón 57 milímetros, de fabricación norteamericana,
que desató un incendio".
Al ser rechazados por los combatientes y milicianos que
custodiaban la planta, los agresores emprenden la retirada
ocultándose por la orilla que circunda la carretera turística, y al
recibir, a la altura de Punta Gorda, el alto por la dotación que
integraba René Rodríguez, disparan aprovechando la iluminación de la
casa existente en aquella posición.
Combatiente del II Frente Oriental "Frank País García", René es
incorporado al triunfo de la Revolución a la Marina de Guerra
Revolucionaria. Casado y con dos hijos menores, aquella noche
disparó valientemente todo el cargador sobre los atacantes, y al ir
por más municiones es alcanzado por una ráfaga de ametralladora en
la cabeza.
"Fíjese si esos asesinos estaban bien entrenados, precisa Palay,
que desde la marcha sus balas impactaron los nidos de ametralladoras
que teníamos en Cayo Ratón y la refinería, la columna de la casa
donde se parapetó René, rompieron el reflector, hirieron un
miliciano en La Socapa, y alcanzaron la planchuela de la
ametralladora calibre 50, que los hostigó desde el Castillo del
Morro".