Las fuerzas leales al régimen de Muamar Gadafi tomaron el control
de la aldea de Al Hind, entre las ciudades de Al Aguila y Brega, y
avanzaron hacia esta última localidad, ubicada a 80 km al oeste de
Ajdabiya -clave para controlar las comunicaciones en la zona-, según
los propios rebeldes. Sin embargo, aún aguantan algunos focos de
resistencia frente a los leales al régimen, cerca de Al Bicher.
Los insurgentes -la mayoría jóvenes de unos veinte años de edad-
que estaban apostados en las puertas de Brega huyeron en vehículos
de transporte de baterías antiaéreas hacia Ajdabiya por la carretera
costera.
Las fuerzas aéreas libias no han intervenido en la toma de Brega.
De momento no se ha podido obtener información sobre posibles
víctimas.
La primera línea de batalla se ha trasladado más al este,
mientras las ciudades controladas por los rebeldes han ido cayendo
una tras otra a manos de las tropas de Gadaffi.
Por otro lado, algunos habitantes de la ciudad de Ajdabiya,
principal nudo de comunicaciones en la zona rebelde y última
población importante antes de la capital rebelde de Bengasi, han
comenzado a evacuarla.
La Liga Árabe respaldó ayer el establecimiento de una zona de
exclusión aérea sobre Libia "con el acuerdo de todos los países
miembros presentes en la reunión de El Cairo", según declaró el
ministro de Exteriores de Omán, Youssef bin Alawi bin Abdullah.
Antes, sin embargo, había trascendido que dos de los países de la
organización, Siria y Argelia, habían votado en contra de la
intervención militar internacional para impedir que Muamar el Gadafi
usara aviones de guerra contra los rebeldes.
La jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton, había
considerado "imprescindible" que se consiguiera el consenso en
Oriente Próximo y el norte de África a favor de la exclusión aérea.
La Liga Árabe expresó reparos formales ante acciones militares
"extranjeras", aunque se declaró dispuesta a aceptar lo que
decidiera en el futuro el Consejo de Seguridad de la ONU. Los dos
principales aliados árabes de EE UU, Arabia Saudí y Egipto, se
declararon rotundamente favorables.
Amr Musa, el secretario general saliente de la organización
(tenía previsto dejar en breve el cargo para formalizar su
candidatura a la presidencia de Egipto), presionó todo lo que pudo a
los delegados para que aportaran su voto a lo que calificó de
"acción humanitaria". Musa dijo tras la reunión que el Gobierno
libio ha perdido la legitimidad por "los graves crímenes y
violaciones" que ha cometido.
La Liga Árabe decidió también establecer contactos oficiales con
el Consejo Nacional Libio de Transición, que representa
políticamente a los rebeldes. Previamente, la organización ya había
decidido suspender temporalmente a Libia como país miembro. "Ha
llegado el momento de que el Consejo de Seguridad de la ONU asuma la
responsabilidad que le corresponde", dijo una fuente diplomática a
la agencia Efe, en referencia a la necesidad de una resolución que
aportara cobertura legal a la zona de exclusión aérea. La adopción
de una resolución explícita en la ONU era otra de las precondiciones
establecidas por Clinton y por el secretario general de la OTAN,
Anders Fogh Rasmussen. Sin embargo Rusia, que posee poder de veto en
el Consejo de Seguridad, sigue considerando que una intervención
militar internacional sería "inaceptable", en palabras de su
ministro de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov.
El delegado permanente de Siria ante la Liga Árabe, Yusef Ahmed,
que representó a su Gobierno en la reunión, insistió en el respeto a
la soberanía libia. "Cualquier decisión que tome la Liga Árabe debe
tener en cuenta el absoluto rechazo árabe a cualquier injerencia
militar extranjera en Libia, porque supondría una violación de su
soberanía y su independencia", dijo Ahmed en el discurso que dio
antes de la votación.
Además de Siria y Argelia, otros dos miembros, Sudán y Yemen,
expresaron serias dudas sobre la conveniencia de la medida. Los
representantes de Arabia Saudí y otros países de la península
arábiga coincidieron en señalar que era apropiado impedir que Gadafi
utilizara aviones de guerra para sofocar la rebelión, dado que su
régimen había "perdido toda legitimidad".