Maykel Blanco piensa en el bailador

Pedro de la Hoz
pedro.hg@granma.cip.cu

Foto: Alain SomvangDe un tiempo a esta parte, Maykel Blanco, como quien no quiere las cosas (o queriéndolas, como se verá más adelante), ha ido imponiendo un sello peculiar en la música popular bailable. Un último lustro a todo tren ha hecho visible su trabajo dentro y fuera de Cuba. Al punto de ser considerado como una de las revelaciones salseras (un término para él también cuestionable) en lo que va de siglo.

Algo le faltaba y acaba de cumplirlo: una presencia discográfica doméstica. Su más reciente producción, agrupada en el álbum Soy lo que te hala, con una buena andadura en Europa occidental y algunos territorios de Sudamérica, fue licenciado por el sello Bis Music, lo cual debe redundar en un posicionamiento mucho más acentuado en la escena nacional.

Se trata de diez temas de Maykel eminentemente bailables, en una escala temática que va desde los tópicos circunstanciales al uso hasta la afirmación identitaria, eso sí, todos chispeantes, ingeniosos y pegadizos, dentro del mainstream del entorno salsero pero con un toque personal inconfundible que el joven compositor y director de la banda defiende.

Todo está pensado. Maykel Blanco sabe lo que quiere y eso se le ha vuelto mucho más claro a medida que pasan los años. El adolescente percusionista, tecladista por vocación, que quiso emular con Formell y Revé cuando armó su primera banda, Suprema Ley, a fines de los noventa, y aprovechó luego la existencia del proyecto llamado Salsa Mayor para reemprender el camino, siente que al bailador hay que seducirlo, estimularlo y hacerle saber que es el protagonista de la fiesta, el destinatario del espectáculo.

 

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