Taller de tabaqueras

Miguel Febles Hernández

GUÁIMARO, Camagüey.— Quien observa el hábil y exquisito desempeño de las mujeres en un oficio tan especializado como el de la tabaquería, siente que de sus manos solo saldrá una obra de óptima calidad y presencia.

Foto del autor Decenas de guaimareñas han encontrado en el taller un trabajo digno y seguro.

Aunque el Taller Ernesto Che Guevara, de esta ciudad, no se dedica precisamente a la elaboración de Habanos, sí procesa y beneficia buena parte de las capas y tripas que emplean para el torcido las tres fábricas de la provincia, además de enviar el subproducto a la industria del cigarro en Holguín.

Para cumplir ese cometido, la entidad cuenta con 96 personas, el 73 % mujeres, quienes han encontrado en el lugar un trabajo decoroso, con buenos salarios según el aporte individual y colectivo, y la posibilidad de sentirse útiles y realizadas en el orden personal.

"La creación de este taller hace más de una década, explica Mary Luz Ávila, jefa de la brigada de despalillado, sirvió para satisfacer en alguna medida la alta demanda de empleo, fundamentalmente femenino, entre desvinculadas de la actividad laboral, madres solteras y casos sociales."

De esa heterogénea composición surgió con el tiempo un colectivo estable, unido y experimentado, que cumple los planes técnico-económicos con alta calidad y satisfacción para el cliente, obtiene utilidades y aporta a la economía del país, en medio de condiciones nada ideales para el desempeño de sus funciones.

"El huracán Ike destruyó casi todas las instalaciones, daños de los que aún no nos hemos recuperado del todo", comenta Mary Luz, para referirse con orgullo a la rápida respuesta de las trabajadoras en las tareas recuperativas, algunos de los cuales tenían en ese momento sus propias viviendas afectadas.

Desde entonces, aunque la siembra de tabaco en el municipio decrece, los niveles de producción se han mantenido a partir de una mejor gestión de la materia prima, de las cosechas de los productores de la zona y del buen hacer de las maestras despalilladoras.

Al decir de Mary Luz, se puede lograr la integralidad necesaria en el proceso agroindustrial, a partir de la motivación, el convencimiento y el estímulo, para que quienes poseen tierras o las solicitan en usufructo se inclinen por el cultivo del tabaco.

Ello permite que las trabajadoras del Taller Ernesto Che Guevara, de Guáimaro, continúen cada día imponiendo con sus manos un toque de sensibilidad y exquisitez al tabaco.

 

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