La Ciénaga, tierra de historias

Maylin Guerrero Ocaña

La Ciénaga de Zapata, donde convivían, antes del triunfo de la Revolución en 1959, la miseria, el atraso sociocultural y la explotación despiadada de pescadores y carboneros, no sin razón merecía el calificativo de "feudo de cocodrilos y mosquitos", que le daban muchos.

Al recordar esa hiriente realidad, el historiador del territorio, Julio Antonio Amorín Ponce, dice que ello respondía al olvido, la incomunicación, el aislamiento y el abandono gubernamental en que se encontraba esa zona del sur cubano.

Si los mitos generados por las tristes condiciones de la Ciénaga hacían temer incluso el visitarla, con el triunfo revolucionario se posibilitó que naciera una realidad diferente.

Ahí están para testificarlo la edificación de viviendas, escuelas, policlínicos y centros turísticos, que significaron prosperidad, humanización, enriquecimiento cultural y fuentes de empleo para sus habitantes; también, la construcción de carreteras y terraplenes sobre los pantanos para posibilitar el acceso al municipio y la electrificación de la zona.

Pero nada de lo apuntado hubiese podido crecer en el tiempo sin la victoria de Playa Girón, indica el historiador, que a su juicio es "el segundo acontecimiento histórico de importancia luego del triunfo de enero", al convertirse en la primera gran derrota del imperialismo en América Latina.

El historiador Amorín Ponce, en "otra" mirada a la Ciénaga de Zapata, refiere que en ella existen más de 40 sitios aborígenes reportados por la Academia de Ciencias. Dice también que 11 mambises de nuestras guerras independentistas fueron cenagueros, entre ellos tres oficiales del Ejército Libertador.

Es importante conocer el rico caudal de nuestra historia y recordar los caminos transitados, asegura, porque ello "nos brinda luz" en nuestro andar hacia el futuro.

 

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