El huracán Precios

FÉLIX LÓPEZ

Los huracanes no fueron noticia en Cuba durante la temporada ciclónica del 2010. Parecía que la naturaleza había sido generosa con nuestro país, luego de años de brutal ensañamiento. Pero el 2011 nos sorprendió con una realidad tan costosa como el paso de varios ciclones sobre el territorio nacional: el desorbitado crecimiento en los precios internacionales de los alimentos, con alzas que ya se consideran récords en las estadísticas históricas.

El pasado 3 de febrero, un informe de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), prendió el bombillo rojo sobre el peligro actual: los alimentos en el mundo alcanzaron el precio más alto en 21 años, superando los registrados en la crisis alimentaria del 2008. El indicador de precios de los alimentos de la FAO, que mide las variaciones mensuales de costos de una cesta de alimentos de cinco categorías (cereales, aceites y grasas, productos lácteos, azúcar y carne), se elevó en enero de 2011 un 3,4% más que el mes anterior.

El único rubro que se mantuvo estable (respecto a diciembre del 2010) fue la carne, mientras los cereales aumentaron un 3 %, el aceite un 5,6 %, los productos lácteos un 6,2 % y el azúcar un 5,4 %. Al analizar estos números, Abdolreza Abbassian, economista de la FAO y experto en cereales, afirmó que "el alza de precios de los alimentos implica una grave preocupación, en especial para los países de bajos ingresos y con déficit de alimentos, que pueden tener dificultades en financiar sus importaciones alimentarias".

Esta preocupación se torna más crítica cuando se escucha la predicción de Josette Sheeran, directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos (PMA): "Estamos entrando en una era de volatilidad en los alimentos y de interrupciones en los suministros. Este es un negocio muy serio para el mundo. Si la gente no tiene suficiente para comer solo tiene tres opciones: puede rebelarse, puede migrar o puede morir. Necesitamos un plan de acción mejor (¼ ) estamos en una era en la que tenemos que ser muy serios con los suministros de alimentos".

ESPECULADORES Y OTROS DEMONIOS

Si alguien necesita estar al tanto de estas noticias internacionales es el productor nacional. Hablo de quienes todas las madrugadas se levantan a labrar la tierra y a ordeñar las vacas, pero también de aquellos responsabilizados con el desarrollo y la planificación de la agricultura cubana, la entrega de tierras en usufructo y todos los involucrados en que este país produzca, desde sus entrañas, lo que hoy debemos importar con precios cada vez más impagables.

Las raíces y las causas de esta escalada alcista en los precios de los alimentos son varias. De un lado, los especuladores que pescan en el río revuelto de las protestas que actualmente se viven en Jordania, Yemen y Egipto. Del otro, el pase de cuenta de la naturaleza, con los efectos cada vez más desvastadotes del cambio climático: nevadas, sequías, incendios, inundaciones, plagas¼ Día por día las noticias develan las malas nuevas:

"Los precios de granos como el trigo y el maíz subieron debido a malas cosechas en Rusia y en Estados Unidos. Y estos productos arrastraron a otros granos como la soja y el centeno".

"Las recientes nevadas en Europa han tenido un impacto en los precios de la energía y de los alimentos".

"En el hemisferio sur, las inundaciones en Australia y la sequía en Brasil provocaron un incremento en los precios del azúcar".

Recordemos el escenario de la anterior crisis mundial de los alimentos en 2007-2008: una combinación de precios altos del petróleo y los combustibles, creciente uso de biocombustibles, mal tiempo y un despegue de los mercados de futuros desató el alza incontrolable de los precios de los alimentos.

En la crisis actual debe sumarse el "fantasma" de la especulación financiera, que se está volcando al mercado de las materias primas y presionando los precios. Para el economista Neils Jensen, "el creciente interés de los inversionistas en el mercado de materias primas es como echarle gasolina al fuego". Neils llama la atención sobre algo que ya ha probado el banco de inversiones Goldman Sachs: "Se pronostica un aumento del 18 % en el valor de las materias primas para el año que comenzó".

"LOS QUE SE COMEN AL MUNDO"

Así califica la colega Silvia Ribeiro a las transnacionales que se lanzaron agresivamente a controlarlo todo: "En las últimas 3-4 décadas, el mercado de los alimentos pasó de estar altamente descentralizado, fundamentalmente en manos de pequeños agricultores y mercados locales y nacionales, a ser uno de los sectores industriales globales con mayor concentración corporativa. Para ello fue necesario un cambio radical en las formas de producción y comercio de alimentos. Gracias a los tratados de ‘libre’ comercio, la agricultura y los alimentos se transformaron de más en más en mercancías de exportación, en un mercado global controlado por una veintena de transnacionales".

Los resultados son la obscena realidad de los precios actuales: los 10 mayores procesadores de alimentos (Nestlé, PepsiCo, Kraft Foods, CocaCola, Unilever, Tyson Foods, Cargill, Mars, ADM, Danone) controlan el 26 % del mercado, y 100 cadenas de ventas directas al consumidor controlan el 40 % del mercado global. Para colmo de males, el supermercado WalMart, la empresa más grande del mundo (número 26 entre las 100 economías más grandes del planeta), tiene ingresos superiores al Producto Interno Bruto (PIB) de países enteros como Dinamarca, Portugal, Venezuela o Singapur.

Pero hay más. En los archivos de la FAO reposa esta información sobre mercados de productos básicos: "a principios de la década de 1960, los países del Sur global tenían un excedente comercial agrícola cercano a los 7 000 millones de dólares anuales. Para fines de la década de 1980 el excedente había desaparecido. Hoy todos los países de Sur son importadores netos de alimentos".

Según Silvia Ribeiro, en la década de 1960, casi la totalidad de las semillas estaban en manos de agricultores o instituciones públicas. Hoy, 82 % del mercado comercial de semillas está bajo propiedad intelectual y diez empresas controlan el 67% de ese rubro. Estas grandes semilleras (Monsanto, Syngenta, DuPont, Bayer, etc.) son en su mayoría propiedad de fabricantes de agrotóxicos, rubro en el cual las diez mayores empresas controlan 89% del mercado global. A su vez están representadas entre las diez empresas más grandes en farmacéutica veterinaria, que controlan 63 % de ese producto.

En una documentada denuncia, publicada por Rebelión, Ribeiro asegura que "una absurda minoría de empresas y unos cuantos multimillonarios que poseen sus acciones, controlan enormes porcentajes de las industrias y los mercados básicos para la sobrevivencia, como alimentación y salud. Esto les permite una pesada injerencia sobre las políticas nacionales e internacionales, moldeando a su conveniencia las regulaciones y los modelos de producción y consumo que se aplican en los países, lo cual actúa como detonante de las mayores catástrofes alimentarias, ambientales y de salud".

ALIMENTOS Y SOBERANÍA

La soberanía alimentaria es un concepto del que se habla en los medios de comunicación desde 1996, cuando la organización Vía Campesina lo defendió en Roma, con motivo de la Cumbre Mundial de la Alimentación de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Pero es una categoría tan vieja como la existencia de los seres humanos, que se traduce en una simple ecuación: el hombre más libre es aquel que es capaz de producir sus alimentos. Aplíquese esa fórmula a la familia y al país.

Desde el punto de vista técnico y político, la soberanía alimentaria se entiende como la facultad de cada Estado para definir sus propias políticas agrarias y alimentarias. En pocas palabras, es la capacidad de autoabastecerse de todo aquello que sea posible en el país, con sus recursos y sus fuerzas productivas, sin que la alimentación de su población penda del tambaleante hilo del comercio mundial, sujeto a todo lo que hoy observamos por la tele en el resto del mundo: catástrofes naturales, guerras, protestas populares, especulación y monopolios.

Sobre este tema, Julian Crib ha escrito un libro que nos advierte de la necesidad de blindar la soberanía alimentaria, antes de que llegue una escasez catastrófica de alimentos a mitad del presente siglo. Sus predicciones pintan un cuadro sombrío de la tormenta que podría amenazar las vidas de cientos de millones de personas: las poblaciones crecerán en el 2050 y en consecuencia se requerirá el doble de alimentos que hay en la actualidad, lo que superará la producción. Junto con impredecibles y extremos patrones climáticos, las sequías afectarán a los más vulnerables y provocarán malas cosechas, disturbios por alimentos y guerra. Los precios de los alimentos, inevitablemente, subirán por una demanda creciente de aquellos ricos en proteínas como carne, leche, pescado y huevos. La progresiva escasez de agua y la poca productividad de las tierras obstaculizarán más la producción mundial de alimentos.

El prólogo de esa crisis anunciada ya comenzó a vivirse en el inicio del 2011. Motivo suficiente para que la economía cubana no descuide sus planes y acelere todo lo que conlleve a una mayor y más eficiente producción nacional de alimentos, asumiendo que la soberanía alimentaria es una asignatura pendiente en los campos y en la industria, y que de ella depende también la seguridad de la nación. No por gusto, cuando comenzamos a enfrentar aquella crisis que produjo la desaparición del campo socialista y de la Unión Soviética, nuestros soldados recibieron una orden estratégica: los frijoles son tan importantes como los cañones.

 

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