Dos años sin rabia humana, pero existe el riesgo

José A. de la Osa

En los dos últimos años no se ha reportado un solo caso de rabia humana en nuestro país. Sin embargo, las autoridades sanitarias mantienen una sistemática vigilancia epidemiológica atendiendo a que la mangosta, el perro y los murciélagos son un importante reservorio natural de este padecimiento transmitido por la saliva o la baba de un animal rabioso.

El doctor Raúl Cruz de la Paz, jefe del Programa de Zoonosis del Ministerio de Salud Pública, informó ayer a Granma que el pasado año alrededor de 30 000 personas fueron mordidas por animales en todo el archipiélago, aproximadamente el 90 % de ellas por perros, en su gran mayoría con dueños.

Ello obligó a las autoridades sanitarias a indicar tratamiento profiláctico a unos 1 000 ciudadanos, indicador que los especialistas valoran como "bajo" al lograrse el control de más del 95 % de los animales agresores, mantenidos en observación clínica durante los diez días requeridos.

De ahí la importancia de garantizar que esos "fieles compañeros del hombre" se mantengan controlados en el hogar de sus dueños y estén debidamente inmunizados con la vacuna antirrábica que se administra de forma gratuita por el sector de la Salud, con el apoyo de los servicios de Veterinaria.

Las manifestaciones de la rabia en los animales comienzan generalmente con un cambio de conducta. Al principio se aíslan, se muestran intranquilos, dejan de comer, y con posterioridad presentan una excitabilidad que los hace sobresaltarse al menor estímulo.

El fortalecimiento de acciones para el enfrentamiento de las principales enfermedades zoonóticas en el país, en particular las de mayor importancia médica, contribuyó asimismo a lograr en el 2010 una reducción significativa (un 15 %) en la aparición de casos de leptospirosis.

Cruz de la Paz hizo mención a las medidas de control de roedores que se realizan en las zonas de mayor riesgo, los más de cuatro millones de inmunizados contra la leptospirosis con un biológico producido por el Instituto Finlay (vax-SPIRAL), vacuna que tiene una eficacia de un 78 %, similar a otras existentes en el mundo. También al mejoramiento de las condiciones higiénico-sanitarias por la población en la tenencia de animales domésticos.

En nuestro medio las bacterias causantes de esta dolencia provienen de las ratas, los cerdos, el ganado bovino y los perros, y la enfermedad se origina por el contacto humano con agua, suelo húmedo, vegetación y alimentos contaminados con la orina de esos animales infectados.

Resulta esencial por ello que las personas más expuestas a la leptospira utilicen medios de protección como botas y guantes, mantengan la higiene personal y ambiental y tengan como hábito lavarse las manos antes de ingerir alimentos.

Debe sospecharse el padecimiento de la leptospirosis ante manifestaciones de fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, gran sensibilidad muscular, especialmente de miembros inferiores. En su forma más grave se origina hemorragia cutánea, insuficiencia renal, meningitis y coloración amarilla de piel y mucosa (ictericia). Lo más importante es comenzar el tratamiento en cuanto se sospeche la enfermedad.

El estrecho contacto con los animales y sus desechos presupone un posible riesgo para contraer una afección zoonótica, sobre todo si están enfermos o es desconocido su estado de salud.

 

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