La
huella del veguero cubano Alejandro Robaina, reverenciado como
embajador de los Habanos, perdura entre fotografías, recortes de
prensa y el esplendor de sus sembrados tabacaleros.
Una suerte de casa museo, erigida en la antigua finca El Pinar,
preserva la imagen del labriego de cabello cano y sombrero de yarey,
fallecido en 2010 a los 91 años de edad, reporta Prensa Latina.
Documentos y otros recuerdos familiares narran la historia del
campesino de ascendencia canaria, único cubano vivo que daba nombre
a una marca de puros.
Entre cuadros y objetos personales afloran los premios conferidos
al cosechero, distinguido con el título de Hombre Habano.
Políticos, personalidades del mundo de los negocios, estrellas
del ambiente cinematográfico y afamados músicos como el inglés Sting,
estrecharon su mano curtida por el sol.
Cordial y espontáneo, atendía a todos los que llegaban a su
puerta, y casi siempre, mientras la fuerza y la salud se lo
permitieron, los acompañaba a recorrer los surcos cubiertos con
finas mantas.
En la vega del municipio San Luis (160 kilómetros al oeste de La
Habana), donde se siembra tabaco desde el siglo XIX, abundantes
recogidas revelan el arraigo de la tradición.
Son siete secretos los que aprendí de mi abuelo para lograr
óptimas cosechas, declaró a Prensa Latina Hirochi Robaina.
Aunque aún no finaliza la recolección, añadió, esperamos obtener
un elevado porcentaje de capas para el torcido de exportación, por
encima del 50 por ciento.
Con cinco vitolas elaboradas artesanalmente, Vegas Robaina, uno
de los sellos más jóvenes de Habanos, es codiciado en países de
América, Europa, Asia, aseguró.
Muy cerca de las plantaciones, admiradas por lugareños y
viajeros, la casa devenida museo evoca el carisma del guajiro quien
fuera aplaudido en el mundo como celebridad del tabaco cubano.