De vuelta al trono

Ortelio González Martínez

CIEGO DE ÁVILA.— La piña debiera volver al uniforme del equipo avileño de béisbol, a las vallas anunciadoras en las carreteras, a las obras de los artistas locales, quienes tal vez renunciaron a mostrarla porque no la veían ni tenían la posibilidad de degustarla.

Foto: Osvaldo Gutiérrez GómezGoris cuida la piña que sembraron sus manos.

Algunos aseveran que la pérdida de su reinado abrió las puertas a otras denominaciones para el territorio, la Ciudad de los Portales es uno de los ejemplos.

El declive fue tanto que su hábitat se redujo a unas pocas hectáreas de donde salieron, hace apenas un lustro, solo 207 toneladas, cifra que mostró la realidad más cruda en la historia de ese cultivo en la provincia.

Por aquellos tiempos la producción disminuyó 30 veces, en comparación con el año 1991, cuando la reina tocó el cielo: ¡30 231, 8 toneladas!

PRINCESA DE NUEVO

Julián Goris Aguilera, el mejor sembrador de la provincia, cuida los mismos piñales fomentados por sus manos hace poco más de un año y que hoy se acercan a la primera cosecha. "Están tan hermosas las frutas que estamos obligados a cuidarlas día y noche, si no se las llevan", comenta.

Goris cambió de "novia". Antes andaba muy vinculado a la variedad Española Roja, pero hoy deposita sus esperanzas en la nueva variedad MD-2, introducida al país en estas tierras rojas del sur avileño.

Él, que la conoce bien, afirma que es más dócil y agradecida en todos los sentidos. "Ni espinas tiene y posee un potencial de 80 a 120 toneladas por hectárea, muy superior al de la Española Roja, que solo llega a las 25 ó 30."

Eso sí —explica—, para lograr el avance requerido estamos obligados a ponerle lo que lleva. En ello es muy cumplidora la Empresa de Cítricos de Ciego de Ávila, rectora del fomento de las nuevas plantaciones. En el momento exacto le aplicamos el riego, herbicidas, pesticidas; el paquete tecnológico, como dicen los especialistas.

Guataca en manos andaban Roberto Díaz Poll y Denis Muñoz Cuella. Roberto, más comunicativo, da rienda suelta a las palabras: "Estamos vinculados al área. En los últimos tiempos ha mejorado la atención al hombre en todos los sentidos. Tenemos los medios de protección necesarios para el laboreo, y lo más importante: cobramos entre 400 y 500 pesos cada quincena. Eso nos estimula".

Desaparecieron, por fin, los piñales raquíticos, que no tenían fuerzas ni para hincar al que se atreviera a traspasar su reino. Es llamativo que hoy existan cosecheros en ocho de los diez municipios avileños. "Y antes de que concluya el primer semestre los habrá en todos los territorios, pues buscamos nuevas áreas en Chambas y Bolivia", sentencia Quintín Domínguez Martín, uno de los especialistas al frente del programa de desarrollo de la fruta en la provincia.

En el municipio de Baraguá puede hablarse de Roberto Rojas Navarro, quien fue el primero en decidirse a sembrar piña con la concepción del nuevo proyecto; en Ciego de Ávila, de los Tapias, de Manuel Montero Cedeño —El Mocho—, el hombre que salió "ripia`o" como un yarey la primera vez que se decidió a entrar a un piñal; en Morón, de los hermanos Pérez de Corcho; en Majagua, de Osvaldo Linares; en Florencia, Villito y Tony.

Diseminados por la geografía avileña existen más de 80 productores individuales, incluidos algunos que recibieron tierras por el Decreto-Ley 259.

La recuperación de la que hoy puede hablarse sin eufemismos, es el resultado de una estrategia bien pensada en la que intervienen muchos factores, desde los hombres y mujeres que no perdieron la esperanza, la ayuda del afamado Ramón —Mongo— García, quien desde el municipio de Corralillo, en Villa Clara, varias veces se trasladó hasta Ciego de Ávila para asesorar, hasta la máxima dirección política del territorio, aprehendida al "sí se puede" de los tiempos actuales.

También, luego de 17 años en picada, en el 2008 se decidió involucrar al sector privado y campesino, que hoy comparte un liderazgo que anteriormente solo era monopolio de la empresa estatal socialista.

"En el 2010 llegamos a las 1 840 toneladas y en el presente año pensamos cosechar más de 3 000. Solo de la MD-2 contamos ahora con 27 hectáreas y otras 50 en distintas fases de preparación", comenta Quintín.

Así, con la voluntad a todos los niveles y los medios a punto, junto a los hombres y mujeres que no la dejaron morir, se acerca nuevamente a su trono la reina de los surcos, esa cuyo dulzor de fruta tropical logra que obviemos lo espinoso de su cultivo.

 

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