Según demuestran las investigaciones paleontológicas
desarrolladas en diferentes momentos históricos, la mayor cantidad
de restos fósiles encontrados en nuestro archipiélago pertenece a
aves y mamíferos terrestres, casi todos extintos en el transcurso de
decenas de milenios.
Por ejemplo, en cuevas de la provincia de Pinar del Río, fueron
hallados los correspondientes a un ave rapaz de gran tamaño,
descrita como nueva especie y género para el área, mientras también
se descubrieron piezas pertenecientes a perezosos, roedores (sobre
todo de las hoy denominadas jutías), quelonios, murciélagos, y hasta
de un reptil volador del tipo Nesodactylus.
Uno de los tópicos más polémicos y sobre el cual la ciencia
todavía no dice la última palabra es el referido a las posibles vías
que propiciaron el arribo de tan rica fauna de vertebrados.
Más allá de las teorías esbozadas, existe en la actualidad una
serie de evidencias que inclinan la balanza hacia el criterio de que
en periodos geológicos pasados, Cuba y las islas grandes vecinas
pudieron estar conectadas a tierras continentales de manera
permanente o temporal, durante un número indeterminado de años.
De verificarse tal hipótesis, el origen de las especies
mencionadas vendría principalmente de Sudamérica.
Sin provocar el encanto que ejercen las investigaciones sobre
dinosaurios, el estudio de los primates ocupa un lugar cimero en la
agenda de numerosas instituciones científicas del mundo, dada la
estrecha relación morfofisiológica existente entre los monos y el
hombre.
Incluso, hoy son considerados los mejores modelos biomédicos para
numerosos proyectos investigativos, dirigidos al diseño de nuevos
fármacos, la búsqueda de esquemas terapéuticos más efectivos, o
simplemente verificar las posibles reacciones del organismo cuando
está sometido a condiciones ambientales extremas.
Desde hace más de dos décadas, el doctor en Ciencias Geográficas
Efrén Jaimez Salgado, y el Máster en Ciencias Divaldo Gutiérrez
Calvache, miembros de la Sociedad Espeleológica de Cuba, dedican
particular atención al estudio de los primates fósiles cubanos y de
las Antillas Mayores.
Como precisan ambos especialistas, a partir de la primera
evidencia encontrada en nuestro país por el sabio cubano Luis
Montané en 1888, consistente en 16 dientes mandibulares, han sido
contabilizados en toda la zona geográfica mencionada un total de 19
sitios con restos de primates fósiles, de los cuales ocho pertenecen
a Jamaica, seis a República Dominicana y Haití, y los cinco
restantes a Cuba.
En el caso específico de nuestro país el hallazgo más
significativo tuvo lugar en el mes de agosto de 1987, cuando una
expedición del Grupo Pedro Borrás, de la Sociedad Espeleológica de
Cuba, descubrió el cráneo de una especie de mono fósil, dentro de
una cueva del sistema cavernario de Río Constantino, llamada hoy
Cueva del Mono Fósil, en Pinar del Río.
Posteriormente, entre 1990 y 1992, se localizaron a poca
distancia del citado sitio fragmentos de tibia, fémur, falanges,
húmeros, dientes y numerosos huesos cortos. Al año siguiente fue
encontrado el resto de un astrágalo en el Domo de Zaza, mientras el
más reciente reporte corresponde a una falange descubierta en el
2009 por el propio doctor Efrén Jaimez, en la Cueva del Oeste, en la
propia geografía pinareña.
Según plantean los dos investigadores, cada uno de esos sucesos
confirma que sí hubo monos nativos precolombinos en el archipiélago
cubano y en las Antillas Mayores, y que toda la zona descrita devino
una importante área para el desarrollo y diversificación de los
primates americanos.
Pero si de incógnitas se trata es imprescindible hacer referencia
a las posibles causas de la desaparición de los primates antillanos.
De acuerdo con lo expresado por Gutiérrez Calvache y Jaimez
Salgado, todo parece indicar que la mayoría de las especies no
convivió con los primeros grupos de humanos que llegaron a la región
antes del arribo de los conquistadores españoles, pues las
evidencias científicas acumuladas apuntan a su probable extinción
como consecuencia de cambios climáticos ocurridos a finales del
Pleistoceno y principios del Holoceno.
Es posible que algunas sí coexistieran con aquellas primitivas
tribus y sufrieran el impacto negativo ocasionado por el hombre a la
fauna autóctona, al utilizarla en su alimentación y destruir de
forma progresiva los espacios naturales donde los monos habitaban.
La actualización del registro fósil de primates en las Antillas
(1888-2011), elaborada por los dos investigadores cubanos, es una de
las ponencias inscritas en el programa de la Convención
Internacional de Antropología Anthroporos 2011, que se celebrará en
La Habana, del 14 al 18 de marzo venidero, convocada por el Museo
Antropológico Montané y la Cátedra de Antropología Luis Montané, de
la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana, y otras
instituciones.