Todo para vender

ROLANDO PÉREZ BETANCOURT
rolando.pb@granma.cip.cu

Las historias surrealistas, no en pantalla, sino en la vida real, del cine norteamericano, ofrecen abundante material para varios libros, solo en lo que respecta al capítulo de los montajes.

El discurso del rey.

Recuerdo a un punzante Sergio Leone durante una entrevista que le realizara en el Festival de Moscú, en el año 1986, dando cuenta del despedazamiento que sufriera su filme Érase una vez en América al ser estrenado en los Estados Unidos.

—Casi una hora de metraje fue cortada sin darme derecho a la réplica y luego ya se sabe lo que pasó —me dijo.

Lo que pasó fue que la película resultó un fracaso rotundo en los cines norteamericanos porque aquello no lo entendía nadie, pero al ser exhibida meses más tarde en Europa, en su versión completa de casi tres horas, resultó un éxito rotundo y ganó premios de todos los colores. Entonces, a un hábil distribuidor se le ocurrió la idea de reestrenarla en Estados Unidos (versión completa, por supuesto) y el resultado fue apoteósico.

Hoy, Érase una vez en América es considerado un clásico entre los clásicos.

Pero aquel Sergio Leone entrevistado en Moscú no podía hablar del asunto sin dejar de mencionar "lo que le habían hecho" a la que sería su mejor y última entrega fílmica, pues moriría dos años y medio más tarde sin poder concretar un proyecto sobre la batalla de Stalingrado, con Robert de Niro en el papel principal.

Se sabe del berrinche de Hemingway cuando la primera versión de Adiós a las armas (1932, Frank Borzage), con Gary Cooper, se exhibió con dos finales diferentes, uno complaciente, y otro trágico, atendiendo el estado anímico del espectador antes de entrar al cine

Sobran historias sobre barbaridades en el montaje, pero hay una, ocurriendo en estos momentos, a la que no le recuerdo antecedentes y que ha puesto a gritar a muchos amantes del cine.

El escándalo en el mundillo crece por días, pues se trata de un filme inglés, El discurso del rey, que recibió 12 nominaciones al Oscar y se perfila como el gran ganador en la ceremonia que tendrá lugar a finales del mes de febrero.

Dirigida por Tom Hooper, la cinta había tenido un desempeño normal en la taquilla estadounidense, regida desde hace meses por La red social, sin duda una buena película también, a la que muchos le vaticinaban la capacidad de arrasar en los Oscar. Pero poco a poco, El discurso del rey fue ganando terreno y mereciendo premios en la estela de galardones que preceden la entrega de la estatuilla dorada.

Lauros todos que hicieron que la entrada en los cines se disparara, pero no hasta el punto que The Weinstein Company, la distribuidora de la película británica en Estados Unidos, hubiera deseado. ¿El problema? El filme tiene una restricción por edades y ahora se quiere rebajar a toda costa esa calificación porque se sabe que vendrán varios Oscar y está probado que, Oscar en mano, los millones llueven.

El argumento del filme se centra en la preparación de un futuro rey que es tartamudo, Jorge VI (Colin Firth) y los ejercicios a los que le somete un singular logopeda, encarnado por Geoffrey Rush, ambos actores nominados a la estatuilla. Pero entre esos adiestramientos está el de soltar palabrotas al viento para buscar desinhibiciones, unas escenas muy cómicas calificadas entre las mejores, pero que hacen que las edades en las taquillas suban.

¿Solución para seguir vendiendo?

Quitar las palabrotas, "hacer una cinta más familiar", han sido las declaraciones textuales de la distribuidora. Y para tranquilizar a los que gritan y hablan de barbarie y se preguntan cómo es posible volver a montar una película tan exitosa, alegan que ya el actor que encarna al rey fue llamado y serán cuidadosos para que eliminaciones y agregados de escenas "no le resten fuerza a la historia".

Por lo que es de esperar que allí donde el futuro rey decía "¼ ¼ ¼ " en un contexto de desesperación mental, porque la coronación se avecinaba y él seguía tartamudeando, aparezca ahora la palabra chambelona, u otra parecida.

 

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