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Hasta el fondo en las tierras ociosas
Juan Varela
Pérez
No todas las tierras declaradas ociosas están hoy en poder de
laboriosos hombres y mujeres, pero es evidente que la situación
tiende a la mejoría.
La
estrategia radica en diversificar las áreas y trabajar para que no
quede un solo cordel vacío.
Así lo confirma el más reciente análisis sobre la marcha de este
programa: del casi millón 180 mil hectáreas entregadas en usufructo
a los beneficiados por el Decreto-Ley 259, más del 70%, está en la
fase de "puesta en uso", es decir, preparación de los suelos,
siembra o producción.
Quiere esto decir que hay un 30% de tierras entregadas sobre las
que no se ha hecho nada y que por la propia disposición se les puede
quitar ante la ociosidad.
Los datos oficiales del Centro Nacional de Control de la Tierra,
del Ministerio de la Agricultura, computados hasta el 11 de enero,
confirman que pese a esas entregas todavia el 40% de la tierra
nacional esta ociosa.
Hay municipios con tierras muy fértiles y de eficiencia agrícola
donde apenas quedan tierras ociosas (como señalan los especialistas,
están sellados), pero en la mayoría quedan determinadas áreas en
"silencio productivo". A estos corresponde la misión de borrar la
actual diferencia entre el fondo de tierras ociosas y las
entregadas.
Precisamente el lineamiento 176 contenido en el Proyecto de
Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la
Revolución, plantea continuar reduciendo las tierras improductivas y
aumentar los rendimientos mediante la diversificación, la rotación y
el policultivo.
A su vez, el 177 considera la necesidad de lograr que la entrega
de tierras en usufructo propicie que los resultados productivos se
asemejen a los actuales del sector cooperativo y campesino, donde el
productor no será un asalariado y dependerá de sus ingresos.
El ingeniero Pedro Olivera Gutiérrez, director del Centro,
explicó a Granma que de las 155 660 solicitudes hechas,
fueron aprobadas 128 435 y denegadas 7 360. Estas últimas
corresponden a personas que no cumplen los requisitos establecidos
por el Decreto-Ley o pidieron tierras no ociosas.
Llama la atención, subrayó, que el 15% de los solicitantes sean
agricultores pequeños interesados en ampliar sus fincas al
incorporarles suelos colindantes. Estos ya poseen algún grado de
organización, disciplina de trabajo y aperos de labranza que
facilitan su gestión productiva.
De los primeros interesados en ser favorecidos por el Decreto-Ley
llegan signos alentadores por la imagen positiva que transmiten sus
resultados y en el empleo racional de la tierra.
Uno de
los muchos ejemplos
Nicolás Aguiar Corzo, de la Empresa Agropecuaria Nueva Paz, es de
los que aprovechó bien la ampliación de su finca para generalizar la
diversificación, producir más e incrementar los rendimientos. Fue de
los primeros en responder a lo planteado en el documento que
oficializó la incorporación de nuevas tierras.
Nicolás
fue de los primeros que en Nueva Paz se benefició con el Decreto-Ley
259, al ampliar las tierras que ya cultivaba.
Ahora se siente feliz al ver consolidados los frutos de su
esfuerzo en campos antes convertidos en hospedajes de malezas y
aislados brotes de marabú y ratifica algo esencial: no podemos
darnos el lujo de tener un solo espacio vacío. Deberá desaparecer
para siempre la desagradable imagen objeto de reiteradas críticas.
Este es apenas un botón de muestra de los millares que, pese a
las limitaciones con machetes, mochas, limas, guatacas y otros
implementos, dan igual respuesta o marchan en pos de hacerlo.
La evaluación sobre el destino de las tierras entregadas y los
convenios suscritos, demuestra que la actividad pecuaria en general
ocupa 727 641,9 hectáreas, la mayor de las superficies pedidas. En
segundo plano aparecen los cultivos varios, con 281 439,5 hectáreas;
después están, en escala descendente, el arroz, café, caña, frutales
y el tabaco.
Pese a los errores cometidos en ciertos lugares por el
desconocimiento, la burocracia y la falta de rigor en los trámites,
el ingeniero Olivera califica de favorable el camino andado desde el
17 de septiembre del 2008, fecha en que comenzaron las solicitudes.
Ve con optimismo el futuro atendiendo a la actitud del 85% que,
sin tener hábitos de trabajo agrícola, poca o ninguna experiencia y
carecer de suficientes implementos, fomentan con seguridad las áreas
que recibieron. Buena parte de ellos, aseguró, son jóvenes que
anticipan una nueva generación de trabajadores del campo.
El deseo de todos, dijo, es que el proceso gane en velocidad,
pero debemos reconocer cierta lentitud en las gestiones, a lo cual
se une la tardanza de organismos poseedores de tierras asediadas por
el marabú y otras malezas y que no acaban de declararlas ociosas,
pese a la insistente demanda de cumplir esa disposición por
necesidad de aumentar la producción agrícola.
Entre las deficiencias más frecuentes citó las dilaciones
injustificadas para ubicar las tierras a los solicitantes, retraso
en completar los expedientes y demora de las comisiones de asuntos
agrarios del municipio responsables del análisis y la propuesta
final.
El acto de entrega no significa un punto y aparte. Al contrario,
insistió en la importancia de no descuidar posteriores evaluaciones
para comprobar el estado del convenio anual, verificar las
contrataciones y evitar ilegalidades.
En una primera instancia, para agilizar los trámites el Estado se
hizo cargo económicamente de la certificación, que tras el
correspondiente estudio, marca los linderos, así como del pago de
los medios recibidos por el usufructuario. La situación de hoy es
otra y corresponde a cada quién, según las vías y formas
establecidas, enfrentar esos pasos.
Constante revisión del proceso
Los técnicos del Centro Nacional mantienen una constante revisión
para llevar al día todos los indicadores del proceso, los cuales van
desde el fondo de tierras ociosas hasta las entregadas y puestas en
uso. Por eso cada seis meses recorren las provincias y el municipio
especial de la Isla de la Juventud para ser objetivos en las
precisiones. Se trata, reiteran, de apreciar en vivo lo que se
declara y no atenerse únicamente a los informes que, a su vez,
proceden de otros a veces imprecisos.
Las fuentes consultadas por Granma señalaron que, por
ejemplo, es obligada la periódica actualización del fondo de tierras
ociosas debido a los cambios ocurridos desde el comienzo, en
septiembre del 2008, hasta la fecha.
Olivera Gutiérrez reconoció que pudo haberse trabajado mejor,
pero estima positivo que de las 1 002 reclamaciones hechas, solo 227
fueron declaradas con lugar.
En las restantes demandas existieron argumentos para no proceder
a la revisión solicitada, entre ellos, los que solicitaron tierras
no incluidas en esa categoría y rechazaron otras ofertas de las
Comisiones Agrarias Municipales. |