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El Congreso del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), a
efectuarse el 12 de febrero próximo, ratificará la candidatura de
Daniel Ortega para un nuevo mandato presidencial en las elecciones
generales de noviembre venidero.
Ese es al menos el criterio que predomina hoy en medios políticos
de esta capital y se infiere, además, del texto de la convocatoria
oficial del evento partidista, dado a conocer la víspera por Rosario
Murillo, coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía.
"Nos preparamos con optimismo y fortaleza para convocar a nuestro
pueblo a continuar profundizando las transformaciones desde la
Conciencia, en una Campaña Electoral que propone que el pueblo, con
el Frente y con Daniel, siga siendo Presidente", dice la
convocatoria en su primer párrafo.
En los comicios del 6 de noviembre se elegirán el presidente y el
vicepresidente de la República, así como a los diputados nacionales
y departamentales y para el Parlamento Centroamericano (Parlacén),
todos para ocupar sus cargos desde enero del 2012 al mismo mes de
2017.
Militantes sandinistas consultados por Prensa Latina en los
últimos meses no han dudado al asegurar que el FSLN gobernará
Nicaragua durante el próximo quinquenio y que será el actual
mandatario, Daniel Ortega, quien conduzca nuevamente los destinos
del país durante ese período.
Ese optimismo está respaldado por diversas encuestas de opinión
realizadas a lo largo del pasado año, que vaticinan una victoria
electoral sandinista, con resultados que fluctúan entre el 40 y el
50 por ciento de los votos, frente a una oposición que hasta ahora
ha sido incapaz de unirse.
Pero sobre todo, por una exitosa gestión gubernamental que ha
permitido sumar sectores tradicionalmente ajenos -y a veces
opuestos- al sandinismo, mantener a flote e impulsar la economía del
país a pesar de las nefastas influencias de la crisis generada por
Estados Unidos y otras potencias, y aplicar importantísimos
programas sociales.
Esos programas, dirigidos a mejorar las condiciones de vida de
los sectores más vulnerables de la población, que en el caso de este
país agrupan probablemente a más de la mitad de los nicaragüenses,
constituyen, sin dudas, la principal carta de triunfo del FSLN en
una campaña electoral que se vislumbra compleja y polémica.