De la prensa extranjera

Los porfiados hechos chocan con la teoría
del Libre Mercado

ROBERTO SAVIO

Probablemente, en la historia de las ideas, ninguna ha tenido un apogeo tan total y un declive tan rápido como la teoría del Libre Mercado, alguna vez considerada panacea universal para todos los problemas, y por ende, también lo ha tenido su visión cosmogónica: la conocida como globalización neoliberal.

Las inversiones privadas en el mundo se distribuyen no a partir de las necesidades, sino según las oportunidades.

Si uno mira bien los titulares de los diarios, espejos muy imperfectos de nuestros tiempos, la palabra globalización no aparece como un fenómeno de referencia histórica, sino como una visión sin alternativas, que tiene como fin único mutar el destino de la economía y de las sociedades mundiales de una manera definitiva.

Antes de seguir avanzando, quizás, sería útil reflexionar sobre dos aspectos del debate relativo al término globalización. El primero sería un debate semiológico y el segundo, conceptual. El término globalización no es sinónimo de mundialización. Global es un término, especialmente en lengua inglesa, idioma de la globalización, con un sentido más total y definitivo que la palabra mundial. Global lleva implícito en su sentido una voluntad, una estrategia. Mundial es un término más vinculado a medir espacios y dimensiones: el calentamiento de la tierra decimos que es mundial; sin embargo, solo una acción global puede solucionarlo.

El proceso de mundialización, por lo tanto, es un proceso natural, ancestral y saludable, siempre que se respeten las identidades culturales y la riqueza multicultural. Pero, la globalización a la que nos referimos no es el resultado de un proceso histórico natural: es una visión cosmogónica de un camino económico, cultural, político y social basada en los principios y visiones neoliberales. Esta es la razón por la que el Foro Social Mundial de Porto Alegre se reúne bajo el lema "otro mundo es posible", y plantea una globalización alternativa, por ejemplo, una globalización solidaria.

El Libre Mercado conlleva una serie de corolarios de hondo calado: la obsolescencia del estado como gestor de la economía, ya que el Libre Mercado funciona solo si nadie se mete en el camino; la idea de que la sociedad no se mueve por intereses ideales, sino que la mano invisible del Mercado solucionará todo, inclusive el hambre y las injusticias; por último y de vital importancia para el Tercer Mundo, es la necesidad de eliminar toda barrera y defensa nacional, ya que la integración mundial solo funciona si se deja todo abierto a la competencia.

El Tercer Mundo, bajo presiones absolutas, acepta los llamados ajustes estructurales, comprimiendo los gastos públicos para reducir el déficit presupuestario, reduciendo sus presupuestos destinados a educación y salud.

Pero, al final de la década de los noventa, nada se ha hecho para eliminar los subsidios agrícolas de Estados Unidos y Europa, que pesan sobre las economías en desarrollo nueve veces más que la ayuda que se les concede: el comercio internacional es todo menos libre, por las prebendas que el Norte guarda para sí mismo.

Los 300 000 millones de dólares de subsidios agrícolas anuales destinados a EE.UU. y Europa constituyen una cantidad nueve veces superior a la que ellos mismos dedican al desarrollo. Así, el espejismo sobre la reducción de la deuda del Tercer Mundo se transforma en un ritual.

El capital de esta deuda ya ha sido devuelto dos veces: pero el servicio de los intereses sigue creciendo. Los gastos militares siguen siendo casi 40 veces más altos que la ayuda internacional.

Mientras tanto, cerca de 80 países del Tercer Mundo están peor ahora que hace diez años.

Los gastos de educación y de salud han caído, como promedio, en un 30%. El gran flujo de las inversiones privadas se ha ido distribuyendo en el mundo no según las necesidades, sino según las oportunidades.

Las empresas las ha comprado el capital extranjero, para casi siempre cerrarlas y utilizarlas como base local de empresas internacionales, aumentando el desempleo. La eliminación de las barreras aduaneras ha hecho entrar todo tipo de mercadería que es más barata que lo que se pueda producir en el país, con reducción de la artesanía y la microeconomía.

En lugar de armonizar el mundo, el capitalismo incontrolado lo ha quebrantado aún más de lo que ya estaba. En el 1960, el 20% de la gente más rica de la humanidad era 30 veces más rica que el 20% más pobre: ahora es 60 veces más rica.

En Seattle, durante la Conferencia de la Organización Mundial del Comercio, una coalición improvisada de sindicatos, activistas sociales, ecologistas y pacifistas, hizo fracasar la Conferencia. Y nadie ignora actualmente la existencia del Foro Social Mundial, que se reunió en Porto Alegre por primera vez en el 2001, para denunciar la deshumanizada situación internacional, y al Foro Económico Mundial de Davos como una reunión ilegítima, donde algunos cientos de personas, solo en base a su fuerza económica, se reúnen y toman decisiones mundiales sin mandato de los pueblos sobre los que se aplican dichas disposiciones.

En Porto Alegre esperábamos unas 10 000 personas el primer año, y llegaron cerca de 15 000. Hoy el Foro Social Mundial reúne cerca de 130 000 personas.

En el Foro Social Mundial, confluyen dos componentes históricos de lo que hoy se llama Sociedad Civil Global o Movimiento Altermundista.

La primera generación de la sociedad civil nace en el marco del paradigma del desarrollo. Grupos de ciudadanos que se identifican con los temas de desarrollo (derechos humanos, mujeres, medio ambiente, lucha en contra de la pobreza).

Frente a la incapacidad del sistema público para incidir en estos temas, se organizan en lo que se llamarán Organizaciones No Gubernamentales, para recalcar el carácter voluntario y asociativo. Algunas, como Greenpeace, se transforman rápidamente en nuevos actores internacionales, muchas veces más importantes que las cancillerías correspondientes.

Uno de los temas centrales del último Foro Social Mundial fue defender a Naciones Unidas del declive al cual la condenó inexorablemente la administración Bush, y solicitar su reapropiación para los pueblos que la integran, más allá de los gobiernos. El informe de la OIT tuvo un gran eco, y fue objeto de un diálogo entre representantes de la sociedad civil y del mundo sindical, que trabajaban sobre la necesidad de nuevas alianzas para buscar mecanismos de contrapeso en el declive de la justicia social y del desarrollo humano.

Indiscutiblemente detrás del concepto de economía social está el de cooperación, sostenido por un uso compartido de la información.

El crecimiento de la economía social no contiene visibilidad, por su falta de atracción política relevante, pero no por esto es menos trascendente, sino mucho más: lo verdaderamente importante es invisible a los ojos.

Podemos traducir todo este debate en los términos de la sociedad civil, que es una aliada natural de la economía social, pero no en los hechos. Esta discusión viene presentada sobre un debate de valores, como son la equidad, la justicia, la participación y la defensa de la humanidad. Son estos los valores que animan a la sociedad civil y son, dicho de otra manera, los mismos valores que mueven al mundo de la economía social.

La prueba de fuego es que ambos sectores rechazan los valores de la globalización neoliberal: el provecho como fin último y legítimo, la competencia como elemento fundamental de las relaciones económicas, el Mercado como dios, como ley, como mecanismo exclusivamente dirigido al enriquecimiento capitalista. Y, sobre todo, el capital como valor y medida última de la sociedad, lo que relega al ser humano a convertirse en mero factor marginal de la producción y en un factor esencial del consumo.

El camino de la participación de la economía social en el debate de la gobernabilidad mundial es urgente e indispensable. Bien que mal, un sector tan estratégico está ausente de los foros mundiales y, por lo tanto, del debate de las ideas que en ellos surgen.

si seguimos sin crear una estrategia mundial se corre el riesgo de que la globalización neoliberal le siga pasando a la economía solidaria por encima como una apisonadora. De abrirse, esta nueva vía de trabajo tendría el apoyo de la sociedad civil global, del Foro Social Mundial y de todo el gran movimiento mundial que busca una sociedad más participativa y justa. (Fragmentos tomados de IPS)

 

| Portada  | Nacionales | Internacionales | Cultura | Deportes | Cuba en el mundo |
| Comentarios | Opinión Gráfica | Ciencia y Tecnología | Consulta Médica | Cartas| Especiales |

SubirSubir