La
argentina Adriana Rodríguez Pérsico parte de un doble presupuesto
ante la escritura ensayística: el máximo rigor investigativo y la
mayor fluidez expositiva posible. "El ensayo no tiene por qué ser un
género aburrido, al contrario, debe ser, en el mejor sentido de la
palabra, entretenido".
No es esta una postura teórica. Quien se enfrente a las más de
500 páginas de Relatos de época / Una cartografía de América
Latina (1880 – 1920), sentirá en cada línea la vibración de una
prosa ágil y desenvuelta que sostiene un impresionante edificio de
conceptos que se entrecruzan para dar una idea del tránsito del
continente de uno a otro siglo.
Inicialmente publicado en Buenos Aires por Beatriz Viterbo
Editora, mereció el año pasado el Premio Honorífico de Ensayo
Ezequiel Martínez Estrada que otorga la Casa de las Américas, cuyo
Fondo Editorial acaba de reimprimirlo para ser presentado en el
transcurso de las 52 edición de su prestigioso certamen en La
Habana.
Rodríguez Pérsico, que se halla en la capital cubana como miembro
del jurado en el género de Ensayo artístico-literario —tarea que
comparte con el peruano Carlos García Bedoya y el cubano Norge
Espinosa— confesó con cuánta alegría y expectativa recibió la
noticia del galardón y la puesta en circulación de su texto ahora en
Cuba.
En el orden de los afectos están el nombre de Ezequiel Martínez
Estrada, uno de los más lúcidos pensadores argentinos de proyección
latinoamericana durante el pasado siglo, y la Casa de las Américas,
institución con la que la escritora y académica argentina ha tejido
sólidos lazos de colaboración.
Y luego, en el propio ensayo, aunque por razones obvias, los
"relatos" entrevistos correspondan en su mayoría a autores
argentinos —desde el infaltable Leopoldo Lugones hasta el rarísimo
Eduardo L. Holmberg—, hay un espacio gravitatorio en torno a nuestro
José Martí, emisor de varios de los discursos más significativos del
segmento final del siglo XIX. El Martí de Nuestra América y
de sus valoraciones sobre Oscar Wilde y Walt Whitman emerge en el
libro.
Para la Pérsico "los relatos de época se organizan en torno a
determinados núcleos que representan conflictos grupales o debates
generales y encarnan en historias individuales. Esos núcleos son el
arte, la ciencia, la nación o el continente, el misterio y la
religión, el amor o el erotismo, la vida urbana". Tratándose del
período asumido, los relatos apuntan hacia la irrupción de la
modernidad en la región, con sus correlatos con el progreso y la
utopía.
De modo explícito, la ensayista concluye: "Los relatos que
armamos dan un orden al mundo de la experiencia, examinan las formas
de crisis, la revelan y, a veces, se hunden en ella; otras,
vislumbran salidas. Al realizar simultánea o separadamente la
crítica o la alabanza de la modernidad cumplen distintas funciones
simbólicas: narran historias que describen procesos de liberación y
unión, tentativas de homogenización, hacen visibles prácticas de
consenso, ensayan protestas, construyen tradiciones, trazan
articulaciones muchas veces ambiguas con las nuevas tecnologías y
las ciencias, esbozan nuevas formas de la subjetividad y pergeñan
relaciones inusuales entre los géneros".