La dignidad no se compra con nada

Pastor Batista Valdés

 Foto del autorLAS TUNAS.— Sereno, firme como un roble, el primer suboficial Michel García Pérez sostiene entre sus manos el Reconocimiento que recibió en nombre de todos sus compañeros y de la dignidad cubana.

Lo envuelven aplausos, expresiones de admiración y de respeto, mientras él, sumido en su modesto silencio, afianza cada vez más la convicción de que hizo, sencillamente, "lo correcto, lo que se espera de cualquier miembro del Ministerio del Interior".

El hecho había ocurrido días atrás, cuando el telefonazo de un habitante santiaguero permitió poner sobre aviso a los compañeros del Punto de Control situado al Este de la ciudad de Las Tunas.

"Eran aproximadamente las 9:00 de la mañana cuando apareció el camión HUY 374 —relata el joven policía— y procedimos a chequear los documentos, tal y como estaba previsto. Efectivamente: no toda la carga se correspondía con los documentos. Había alteración de cifras. A la cantidad de 330 sacos de proteína vegetal (a bordo de un remolque) le habían situado un número 1 delante. Según el chofer había hecho eso para justificar el peso que causaban 75 bolos de madera preciosa, no reportados, que trasladaban encima del camión.

"Ante aquellas violaciones y el nerviosismo de los dos ciudadanos que venían en el carro, en particular el chofer, decidimos comunicar el caso para su traslado hacia la Tercera Unidad, a fin de verificar bien la carga y esclarecer los hechos.

"En ese instante, el sujeto acompañante del chofer metió la mano en su bolsillo sacó dinero y le dijo al otro: toma; dale estos 5 000 pesos al policía.

"Sentí una gran indignación; aquello era una ofensa a mí autoridad, a Yordis Peña Ávila, jefe de turno que también estaba presente allí, y sobre todo al prestigio de nuestro Ministerio. Pensaron que podrían sobornarnos, pero la dignidad no se compra con nada".

Durante el diálogo, en la Unidad Policial correspondiente, Gleiber Alfonso Benavides (conductor del vehículo) y Reynaldo Benito Amor Alfonso no fueron todo lo solícitos que se esperaba a la hora de ofrecer información precisa.

El esclarecimiento prosigue. La "preciosa" carga, desde luego, fue ocupada. De haber llegado a Ciudad de La Habana, como habían planeado los autores del trasiego, quién sabe cuántas formas de delito e ingresos turbios hubiera generado.

 

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