Las concesiones gubernamentales en Túnez llegaron a un abrupto
fin con la imposición del estado de emergencia, ampliación del toque
de queda y la orden de disparar contra quienes resistan la acción
oficial, reporta Prensa Latina.
Apenas horas antes el presidente tunecino, Zine El Abidine Ben
Alí, había anunciado la disolución del Gabinete del primer ministro
Mohammed Ganouchi y la convocatoria de elecciones legislativas en un
plazo de seis meses, según precisiones obtenidas en esta capital.
Antes aún, el mandatario dio a conocer una rebaja en los
artículos de primera necesidad, en un afán por disminuir las
manifestaciones que desde diciembre pasado exigen la creación de
empleos, critican la corrupción administrativa y se pronuncian
contra la carestía de la vida.
Sin embargo, un despacho de la agencia noticiosa oficial tunecina
TAP anuncia que tanto los gendarmes como los soldados están
autorizados a disparar contra los sospechosos que resistan las
órdenes, un giro de 180 grados respecto a la tolerancia y el deseo
de apaciguar a los manifestantes mostrados hasta el presente.
En una alocución anoche, Ben Alí se había referido de manera
crítica a la conducta policial y había ordenado que dejaran de
disparar.
En ese espíritu Ben Alí prometió el miércoles la creación de 300
mil puestos de trabajo, horas después que los gobiernos regionales
anunciaran otros 50 mil.
Pero los manifestantes, cuya dirección nadie se adjudica,
hicieron caso omiso de las promesas y centraron sus consignas en la
necesidad de que el mandatario renuncie, posibilidad que Ben Alí se
abstiene de contemplar, aunque anunció que no se presentará a los
comicios presidenciales programados para 2014.
Los acontecimientos adquirieron hoy un giro dramático después que
varios países y agencias de viaje comenzaran a evacuar a varios
cientos de turistas, a pesar de que la ira de los manifestantes no
está dirigida en su contra.
En contrapartida, diversas fuentes mencionan saqueos de
establecimientos comerciales y destrucción de propiedades durante
los choques con la policía los cuales, según fuentes discordantes,
han dejado entre 23 y más de 70 muertos y un número indeterminado
pero crecido de heridos.
El turismo es una de las principales fuentes de ingresos en
monedas fuertes del país norafricano.