Para aprovechar el Trasvase de agua cuando llegue a Las Tunas

Un asunto que urge canalizar

Pastor Batista Valdés

Muy bien puede resultarle a Las Tunas el empeño que está poniendo para rescatar y aprovechar mejor su amplia red de canales para regadío, especialmente los que surcan el norte del territorio, en áreas donde deben producirse más alimentos.

Fotos del autorAños de inercia obligan ahora a un mayor empeño.

Cuando próximamente se termine la primera fase del Trasvase del Norte de Oriente, con la conexión de la nueva presa de Mayarí, el agua llegará al embalse de Juan Sáez en Las Tunas, y ahora urge limpiar esos canales.

Si bien una parte de ese sistema mantuvo algún uso durante las dos últimas décadas, es incuestionable que tras el impacto del periodo especial muchos canales empezaron a "morir de sed" bajo el reflujo de la inercia, el deterioro progresivo y el olvido.

Estadísticas del Ministerio de la Agricultura, como resultado preliminar de un levantamiento hecho por la delegación territorial, delatan más de 150 kilómetros en regular o mal estado: cifra cinco veces superior a la reportada en buenas condiciones a finales de año (menos de 30 kilómetros).

¿EQUIPOS O BRAZOS?

Jorge Ramírez Fajardo, jefe del departamento de riego en la provincia, tiene claridad en torno al imperativo de recuperar esa valiosa red que se fue deshaciendo por la falta de uso y de mantenimiento, para incorporarla a la producción agrícola y también tenerla lista frente a programas de gran impacto o alcance nacional como el que pretende trasvasar agua en el norte.

Con sus medios, la agricultura sigue rescatando la red en el territorio.

Hasta la fecha —apunta Ramírez— con los recursos de la propia agricultura se le ha dado mantenimiento a alrededor de la cuarta parte de los canales pertenecientes al sector.

"Tenemos un seguimiento permanente —agrega—, cada empresa domina cuántos kilómetros de canales y obras de fábrica debe reparar y mantener, los recursos de que dispone para ello, los que necesitaría incorporar¼ y sobre esa base informa lo ejecutado cada semana.

"Así sabemos, por ejemplo, que alrededor de 60 kilómetros requieren un mantenimiento mecanizado, en función del cual estamos empleando los limitados equipos que tiene la empresa de talleres agropecuarios, ubicados ahora en la zona de Manatí".

Pero directivos y trabajadores conocen que este problema debe ser solucionado en correspondencia con las mismas razones que lo originaron.

Si la mentalidad se supedita únicamente a retroexcavadoras, motoniveladoras y otros medios técnicos, el ritmo sería lento e interminable. De hecho, en muchos lugares los canales se fueron obstruyendo por falta de brazos y de machetes que limpiaran de malas yerbas su cauce.

No por casualidad se está hablando de garantizar un mantenimiento ligero permanente por vía manual en toda la red activa.

Del estado que presenten esos canales dependerá en gran medida el volumen de viandas, hortalizas, granos y otros cultivos que se logren en más de 1 500 hectáreas dedicadas a la producción de alimentos.

Pero este asunto va más allá. De acuerdo con la proyección del país y el reordenamiento de la economía, el agua como recurso será planificada, medida y controlada con el mismo rigor que el combustible y los portadores energéticos.

Tal decisión ha puesto "a correr" a directivos como el de la Agricultura y el del Azúcar (empeñados también en recuperar y utilizar eficientemente sus canales) y a especialistas de recursos hidráulicos, como instituto rector en el uso del agua.

Mantener en óptimas condiciones la infraestructura concebida para el traslado y riego será una vía de alto valor si de verdad se desea impedir el despilfarro que durante años ha girado en torno a ese recurso natural, del cual se pierden grandes volúmenes (hay quienes afirman que más del 50%) por salideros o escapes que en realidad pueden y deben ser atajados.

El otro "apretón de llave" —opina el jefe del departamento de riego— consiste en ordenar integralmente todo ese proceso, de manera que el líquido llegue hasta los productores que realmente lo aprovechan, y poner coto así a formas de indisciplina que también se han manifestado entre quienes se apropian del líquido sin previa coordinación, lo desvían y lo derrochan.

Con el paso de los años, tal vez hasta se haya diluido el dato de cuánto invirtió el país originalmente en la ejecución de esa apreciable red.

Permitir su derrumbe sería inaceptable bajo cualquier circunstancia, como inadmisible es también emprender nuevas inversiones sobre el mismo terreno. Rescatar es lo sensato. En ese propósito se trabaja.

Lo que no debe ocurrir es que los canales sigan resecándose, o que cuando llegue al territorio tunero el torrente bajado desde el norte de la región oriental, aún estén embotados de tierra y de malas yerbas.

 

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