Ni el tono conciliatorio gubernamental, ni las medidas de
excepción han conseguido disminuir el malestar social en Túnez,
donde prosiguen las manifestaciones y crece la lista de muertes,
acorde con reportes obtenidos aquí.
Anoche, la policía enfrentó a manifestantes airados en los
alrededores de la capital a pesar del toque de queda que entró en
vigor a las 20:00 hasta las 05:00 de hoy (21:00-06:00 GMT), informó
Prensa Latina.
Fuentes públicas dijeron que por lo menos una persona murió en
los choques nocturnos, en los cuales los gendarmes emplearon gases
lacrimógenos y armas largas frente y a botellas incendiarias de los
manifestantes.
Esos encontronazos siguieron a una jornada durante la cual las
protestas contra la carestía de la vida, la falta de empleos y la
corrupción oficial se extendieron del interior a suburbios de clase
obrera en la periferia capitalina.
Medios en el terreno aseguraron que establecimientos, autos y
casas sufrieron daños, lo que da una idea de la virulencia de los
combates entre policías y participantes en las marchas, las cuales
han adquirido un mayor volumen desde su tímido inicio en diciembre
pasado.
La persistencia de las manifestaciones indica la magnitud del
descontento ya que la víspera, el presidente Zine El Abidine Ben Alí
sacrificó a su ministro del Interior y, a través de un portavoz,
anunció investigaciones sobre los casos de corrupción
administrativa.
Al mediodía se supo aquí que el tráfico de personas en el centro
capitalino tunecino era escaso y la presencia de los militares,
nula, aunque sí son perceptibles gendarmes armados en zonas
concurridas.
El aumento y extensión de las protestas han puesto en situación
incómoda al Gobierno de Ben Alí, quien durante sus 23 años de
mandato gozó de calma social hasta el estallido de las protestas.