Ataques de la insurgencia afgana causaron la muerte de cinco
soldados estodunidenses y heridas a otros cuatro en zonas de la
provincia de Helmand, mientras en Kandahar el estallido de una bomba
dejó 17 víctimas.
En Helmand, fuentes de los insurgentes señalaron que las bajas
ocurrieron tras un ataque a una patrulla de las fuerzas ocupantes de
la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN), cuyo
mando superior no ofreció detalles al respecto, reporta Prensa
Latina.
En Kandahar, un atacante suicida detonó explosivos que provocaron
la muerte de 17 personas, entre ellas cuatro policía y heridas a 23,
según los últimos informes conocidos en esta capital.
Esas dos provincias son las de mayor actividad de la insurgencia
afgana y centro de continuas operaciones militares de la OTAN que no
han logrado desalojarlas de sus bastiones habituales en lugares
lejanos y de difícil acceso.
La Agencia Kali Yuga anunció en su página de Internet que también
hubo ataques en Faryab, Nawzad, Sangin y Kapisa con un saldo al
menos, de seis policías muertos del régimen de Hamid Karzai.
En la primera semana de enero, la página web Casualties cita la
muerte de seis militares extranjeros, de ellos tres estadounidenses
pero con las acciones de este viernes la cifra ascendió a 11.
El incremento de la violencia en Afganistán complica los
inciertos planes de retirada de las fuerzas de la OTAN, prevista
para el 2014 y contradice la autorización del gobierno de Estados
Unidos que aprobó el envío de unos 10 mil soldados a este país antes
que finalice enero.
Según expertos internacionales, incluyendo al general David
Petraeus, jefe de las tropas de la OTAN en Afganistán, esa retirada
no depende de plazos establecidos, sino de la capacidad del gobierno
de Karzai para garantizar la seguridad interna.
La realidad, esbozada en medios de prensa y de la política local,
es que la seguridad nacional se deteriora cada vez más y las
acciones insurgentes se mantienen en el sur y este de la nación y
ahora se expanden hacia el sur y el norte.