El
estadio Capitán San Luis pareció ensancharse para dar espacio a una
gran multitud de aficionados que acudieron este domingo a despedir
del béisbol activo al pinareño Pedro Luis Lazo, el pitcher más
ganador en Series Nacionales.
Engalanado, el principal parque de esta occidental región del
país, pese a las frías temperaturas, de pronto tomó un calor
especial, cuando escoltado por la motorizada entró al terreno a
bordo de un quitrín, acompañado por su esposa e hijas.
Visiblemente emocionado y junto a Osmany Urrutia y Donald Duarte
saludaba a las más de 15 mil personas que se dieron cita desde horas
tempranas en el Capitán San Luis, para ser testigos de una jornada
excepcional.
En su recorrido, desde las gradas sonaba la conga, lanzaban
consignas y otras iniciativas, como muestra de cariño y respeto al
llamado rascacielos pinareño, quien jamás cedió ni un tantico así
ante propuestas de cazatalentos enemigos de la Patria.
De inmediato comenzó una ceremonia, repleta de colorido, en la
que las direcciones del Partido, el gobierno, el INDER, además de
otras organizaciones, organismos, y artistas plásticos, entregaron
estímulos al atleta, que hoy dejó colgado para siempre su uniforme
con el emblemático número 99.
Agresivo en el box, de carácter campechano, compartidor,
sencillo, modesto, se vio alegre a pesar del momento tan especial,
quizás por el convencimiento de que esta era la hora justa para el
retiro del también considerado el lanzador latino más ganador de la
historia en ligas de calidad.
Único pelotero del mundo con cuatro finales olímpicas, este
hombre fuerte, de 192 centímetros de altura y un peso de 236 libras,
posee una gran sensibilidad que lo conminó a convertirse en padrino
de la Casa de niños sin amparo filial, presentes en la ceremonia, y
a desear, tras la despedida, trabajar con infantes.
Baloncestista frustrado, sacó como experiencia que en la vida las
personas no siempre pueden hacer lo que prefieren y anhelan, por eso
debutó con éxito en la pelota, donde resultó protagonista en la
mayoría de los títulos cubanos y ostenta entre sus títulos
internacionales tres Juegos Panamericanos, tres copas
intercontinentales, cuatro campeonatos mundiales, cuatro medallas
olímpicas y también medallista de plata en el primer clásico mundial
de béisbol.
La razón le asiste a Luis Alberto Carmona, uno de sus seguidores,
cuando terminada la ceremonia de despedida y visiblemente animado
confiesa que esta ha sido una jornada histórica, pero no un adiós al
ídolo, pues su forma de pitchear, su grandeza como atleta, estará
viva por siempre en el recuerdo de los cubanos.
Y es que sus fanáticos saben que continuará la leyenda del
gigante de ébano desde cualquier responsabilidad que en lo adelante
asuma.
Mientras, los pinareños tendrán el privilegio de tropezar con esa
gloria en sus acostumbradas vueltas por el barrio, o por alguna
esquina de la ciudad, para conversar, como siempre lo ha hecho de tu
a tu con cualquiera, con su inseparable puro, como si fuera el más
insignificante de los hombres.