No es muy dado a los elogios ni de mucho hablar. De impresionante
tiene sus méritos y oficios: mecánico fresador, dibujante,
proyectista, tornero y fiel velador de los detalles en apariencia
más insignificantes.
Entre frases obligadas, con la ayuda de Omar Fernández,
subdirector técnico y otro de los buenos innovadores, Héctor
rememora:
"En los talleres hemos hecho maravillas para ponerle zancadillas
a las dificultades. Una de las inventivas de mayor impacto fue el
rectificador de los puntos de apoyo de las locomotoras GM-900, un
trabajo complejo, idea de Pablo López Mesa, jubilado.
"Imagínese si es difícil que el fabricante recomendaba que solo
se podía hacer en le país de origen. Si hubiéramos esperado por esas
indicaciones no estuvieran funcionando las locomotoras de ese tipo".
Su vida permanece en el taller. El mismo día de la visita de
Granma, cuando preguntamos por él, nos explicaron que andaba
"por allá dentro", que es otra forma de decir que trabajaba en una
nueva idea.
"Estamos enfrascados en otra innovación, pero no puedo dar más
detalles. Vamos a esperar el resultado", explicó mientras pedro
Padrón Cerero hacía trazos en el cuadro del truck de un coche motor
DM-11.
"Pretendemos convertir el coche tractivo en uno similar de
arrastre. El cambio no es sencillo pero dará resultado. De esa forma
pondremos de alta varios de ellos. Es imposible aquilatar las ideas
y el ingenio de los cubanos.
"Pese al empuje de salir adelante, todavía tenemos varios
coches-motores budd paralizados por falta de piezas. Si el país se
pone a comprarlas en el extranjero gastaría el doble, el triple,
¡quién sabe cuánto!, exclama preocupado este hombre que, aun con una
sola pierna, transita sin detenerse por el camino de las soluciones.