El hombre de las mil soluciones

El más humilde de los trabajadores del país puede aportar alguna solución

ORTELIO GONZÁLEZ MARTÍNEZ

MORÓN, Ciego de Ávila—Héctor Fernández Marrero camina despacio desde que una de sus piernas dejó de acompañarle. Tiene 63 años y es uno de los innovadores más renombrados en los talleres ferroviarios de Morón, donde asomó por primera vez hace casi cinco décadas.

foto autorHéctor (al centro) y Omar Fernández revisan las mediciones en un trabajo de innovación.

No es muy dado a los elogios ni de mucho hablar. De impresionante tiene sus méritos y oficios: mecánico fresador, dibujante, proyectista, tornero y fiel velador de los detalles en apariencia más insignificantes.

Entre frases obligadas, con la ayuda de Omar Fernández, subdirector técnico y otro de los buenos innovadores, Héctor rememora:

"En los talleres hemos hecho maravillas para ponerle zancadillas a las dificultades. Una de las inventivas de mayor impacto fue el rectificador de los puntos de apoyo de las locomotoras GM-900, un trabajo complejo, idea de Pablo López Mesa, jubilado.

"Imagínese si es difícil que el fabricante recomendaba que solo se podía hacer en le país de origen. Si hubiéramos esperado por esas indicaciones no estuvieran funcionando las locomotoras de ese tipo".

Su vida permanece en el taller. El mismo día de la visita de Granma, cuando preguntamos por él, nos explicaron que andaba "por allá dentro", que es otra forma de decir que trabajaba en una nueva idea.

"Estamos enfrascados en otra innovación, pero no puedo dar más detalles. Vamos a esperar el resultado", explicó mientras pedro Padrón Cerero hacía trazos en el cuadro del truck de un coche motor DM-11.

"Pretendemos convertir el coche tractivo en uno similar de arrastre. El cambio no es sencillo pero dará resultado. De esa forma pondremos de alta varios de ellos. Es imposible aquilatar las ideas y el ingenio de los cubanos.

"Pese al empuje de salir adelante, todavía tenemos varios coches-motores budd paralizados por falta de piezas. Si el país se pone a comprarlas en el extranjero gastaría el doble, el triple, ¡quién sabe cuánto!, exclama preocupado este hombre que, aun con una sola pierna, transita sin detenerse por el camino de las soluciones.

 

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